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NOTICIAS Y NOVEDADES 2009

Histórico

 


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MÚSICA Y RECUERDOS PARA COLECCIONAR

La música de Almoneda 2009
 

 

Gramófono de colección

El coleccionismo ha abierto sus puertas en el Pabellón 3 de IFEMA con Almoneda, Feria de Antigüedades, Galerías de Arte y Coleccionismo, en su edición décimo novena. La única exigencia para participar es la edad; como mínimo, cincuenta años de antigüedad: muebles (clásicos, rústicos, decó, años 50, aunque hubo presencia de los 60 y 70); pintura y escultura; tallas; cristal; bronce; relojes; porcelanas; alfombras; tapices; joyas; libros; cerámica; arqueología; arte tribal; miniaturas; plata; grabados y todo tipo de objetos de decoración, bisutería, textiles (trajes, mantones, puntillas...). Es un mercado pujante que, en España, engloba a diez millones de coleccionistas declarados; y Almoneda representa una oportunidad para que se reúnan piezas, compradores y/o curiosos.

Almoneda desarrollla una necesidad de introducirnos en los recuerdos, sin ser tachados de nostálgicos, avalada por veinticinco mil piezas de coleccionismo. Más que una feria de antigüedades y compilación, parece un museo de historia, donde lo étnico se da cita con lo artístico.
El Tiempo ha estado muy presente en esta feria, física y metafóricamente.
El reloj, y por consiguiente el tiempo, ha servido muy amenudo como motivo de inspiración musical. Ejemplo de ello son el rock de Revolver con “Y pasa el tiempo”; “Los Momentos”, de Eduardo Gatti; “Pasa el tiempo”, de Celtas Cortos; "As Time Goes By", compuesta por Herman Hupfeld; “Maybe This Time”, de Liza Minnelli; “Time After Time", de Cindy Lauper; “Time” de Pink Floyd; La Sinfonía 101 "El Reloj", de Franz Josep Haydn; “Las Cuatro Estaciones” de Vivaldi; “A Window in Time”, donde Rachmaninoff interpreta un solo al piano, o el inolvidable Lucho Gatica con su “Reloj no marques las horas“. Todos han contribuido a que el tiempo transcurra de una manera más amable, y en Almoneda se congela del 19 al 26 de abril.

Este canto a los espacios temporales lo encontramos en los ovetenses Cousas Da Nosa Terra, quizás uno de los expositores más veteranos: desde 1971, Venerando Lamas Váquez asiste a la reunión del coleccionismo. Es un hombre de rostro dulce y chispa en las mejillas, de mirada sonriente. Un experto en este arte que, a pesar de sobrepasar los setenta años, no piensa engordar las filas del IMSERSO, aún. Su vida se circunscribe en torno a los gramófonos, sus discos de pizarra, sus pianolas, sus juguetes. Siempre rodeado de muñecas, tic-tacs y manivelas que daban vida a la música.
Relojes de Cousas Da Nossa Terra   Relojes de Cousas Da Nossa Terra
Cronos parece haberse detenido ante sus vitrinas: acaso sea el stand con más piezas de relojería de la feria. Relojes de bolsillo, de mano, dorados, sin agujas, planos, ostentosos. La pieza más singular de esta colección supera los cien años de antigüedad y el precio alcanza los sesenta mil euros. Una joya expuesta junto a compañeros de menor postín, sin distinciones ni seguridad especiales. Su característica principal radica en la forma de cantar los horas: un cura y una monja en posición de sexualmente ociosa, cuyos cuerpos comienzan a agitarse cuando las agujas culminan su ciclo vital de sesenta minutos.
Un ejemplo del hedonismo erótico llevado al campo de los sonidos horarios. Es único en el mundo. No sería un buen regalo para confraternizar con los pensamientos carnales del Papa Benedicto XVI; como queda patente en “El Nombre de La Rosa”, los religiosos también pecan.
 
Detalle reloj de bolsillo
Inmersos en este viaje por las antigüedades musicales, dejamos el norte para bajar a Madrid, tierra de chulería. Su música, y la mujer, encuentran refugio en Cara y Cruz, donde se mezclan velos con encajes de duquesa del siglo XIX, peinetas, mantillas de Chantilly; mantones de Manila. El Madrid castizo se da cita aquí. La música de Tomás Bretón acompañando “La Verbena de La Paloma”, el chotis, San Isidro y sus rosquillas, el viejo organillo del Maestro Izquierdo, “Agua, azucarillos y aguardiente” de Chueca... Es la historia musical de la Villa y Corte recogida en cinco metros cuadrados.

Los acordeones de La Soffitta guardan talle de hidalgo y escudero, atractivos por el contraste de su origen. Hay dos: el que exhibe su artesonado construido por encargo y su compañero de exposición, acabado en blanco y negro, más acostumbrado a la retina social de hoy. Del primero se aprecia un sonido exquisito, con colorido; del segundo, descubrimos su origen errante: una subasta. De fabricante neoyorquino, vinieron a la mente imágenes del metro madrileño con sus músicos subterráneos. El barroquismo del primero, junto a su calidad sonora, gana en valor pecuniario, apesar de su juventud, años 50; el otro, más longevo, no puede igualar este estatus de coleccionismo. En esta ocasión, la edad no ha sido un mérito para ganar cotización. Son dos formas paralelas de apreciar la música: desde el esplendor y desde la sencillez.
Hasta aquí ha llegado la invasión del “arte copiado” nipón. Al final conseguimos fotografiar estos ejemplos de maestría contrapuesta, sin que nos trataran como a japoneses en busca de souvenirs para inmortalizarlos digitalmente y colocar sus réplicas en grandes almacenes.

Acordeones La Soffitta   Acordeones La Soffitta
Cola Cao La Casera  
La oferta de Almoneda exhibe otra música, menos instrumental, más evocativa, figurativa (recuerdos que forman parte de la memoria generacional de un país). Ejemplo son los juegos de química Cheminova, 1970; las botellas de cristal de La Casera, el refresco familiar por excelencia; las latas de Cola-Cao, “el alimento de la juventud”, que en 1950 alcanzó la fama gracias a la popular “Canción del Negrito”, compuesta por Fernando Arcoca. Sus eslóganes publicitarios se convirtieron en canciones que no dejábamos de tararear.
Los 50, el Pop Art y Andy Warhol también han encontrado su sitio en Almoneda. Warhol, siendo mánager de Lou Reed con The Velvet Underground, comenzó una etapa de excesos transgresores caminando sobre el lado salvaje de la vida (“Walk on the Wild Side”) allá por 1972.
Although He holds his brush and palette in his hands, I know his heart is always with me!  
Serigrafías
Las serigrafías de Roy Lichtenstein, posibles precursoras del graffiti, pueblan las paredes de este pabellón, con sus características caras y bocadillos que se escriben como pensamientos abiertos de un diario sin intimidad. Es imposible pasar de largo ante sus miradas, escupiéndonos realismo; frente a las voluptuosidades de los silllones de Pirelli, rojo ardiente; las sillas Bertoni, las Latas Campbell's warholianas...
Es la abstracción lírica que presentó la Galería Aroya. Viene a la memoria el sillón inspirado en los labios de la actriz Mae West (Salvador Dalí-Edward James, 1938), decorando lascivamente la Sala Mae West, en el gerundense Teatro-Museo Dalí de Figueres, junto a la doble chimenea en forma de nariz y los dos cuadros imitando dos ojos.
Sillones de Pirelli
 
Un aire nostálgico, imprescindible en toda feria del coleccionismo, se mezcló con la voz rota de Rod Stewart en “Do you think I'm sexy?”, en un escondite donde imperaban el rojo de los sofás, el gris de lámparas estilizadas y el vacío que creaban las líneas minimalistas en la decoración. El rock del cantante escocés, icono musical, se mezcló con el clasicismo de Haydn, relajado y señorial.
El Art Decó promueve la aparición del aspecto aerodinámico, o "streamline", no solo en los medios de locomoción, también en objetos domésticos de uso cotidiano como tostadoras, picadoras de hielo o aparatos de radio; con el Art Decó surge el hombre de smoking en el arte. Se hace homenaje a la música y a las ondas radiofónicas con la Radio Crosley. Velocidad y música se fusionan en Almoneda: ahí están los emblemas que se colocaban en el morro de los coches, siendo costumbre que cada propietario los personalizase según sus gustos. Su función era doble: la decorativa, sin pretender asociarse con lo artístico, algo así como el tuning de la época, y la protectora, ya que se consideraban talismanes.
Ford 1956  
Oldsmobile 1959

 
Pontiac
 
 
 
 
 
Estos símbolos de la aerodinámica, que decoraban el morro delantero del vehículo, también constituían un referente ideológico, como sucedió con el Pontiac. Su nueva funcionalidad decorativa recuerda a Friz Lang, al cine en blanco y negro, al futurismo, a los guetos latinos del Harlem. Muchas de estas mascotas se ven en los coches de Cuba, cuyo parque de vehículos aún pertece a los años cincienta del siglo pasado.
Pontiac visto de frente
Sobre sus cuatro ruedas se han parido los primeros sones de clásicos radiofónicos. Imaginamos a Elvis chapurreando “Viva Las Vegas”, la brillantina, el olor a cuero vintage de los asientos, los cassetes de cinta, a Chuck Berry y su rock negro; también se ha forjado más de una ruptura amorosa, o ha surgido el primer beso, mientras sonaban “You Are Always On My Mind” o “Love Is All Around”.

Recuerdan a la época de Batista, tienen un punto retro.

El Art Decó es William Van Allen, el Chrysler Building, es música: el jazz, su difusión a través de un nuevo medio, la radio; Ella Fitzgerald, Billie Holiday, George Gershwin. El sonido musicado penetra en Hollywood, aparece el tap callejero, todo se inunda de colorido sonoro: desde los salones del glamour neoyorquino hasta las aceras de Chicago. El Art Decó es geometría, invadiendo la sociedad con su cultura de la forma desde 1920 hasta finales de los años treinta, llegando a extenderse hasta 1950 en algunos países.
Piano Nathaniel Berry & Sons
Imbuidos por este ambiente vanguardista, nos acercamos a uno de los elementos que llama la atención por su interés histórico, no sólo entre los coleccionistas. Se trata de un piano construido en Londres sobre 1925 por Nathaniel Berry & Sons Ltd- London, una compañía especializada en pianos desde sus comienzos en 1866. La particularidad de este piano, expuesto en Circa 1900, a parte del sonido de sus teclas, radica en que se presenta con el sello incrustado de la Casa Real Sueca, ya que fue tocado por la Princesa Ingrid de Suecia, luego reina de Dinamarca, quien falleció en 2002 a los noventa años.
El piano, lacado en verde metalizado, incluye su banqueta, tapizada en galuchat, combinando la elegancia en su color con la sobriedad plástica. Una pieza digna de un museo musical más que de una feria comercial, auque ya le rondaban compradores. Viejos instrumentos buscan padre nuevo.
Circa 1900 no separa sus orígenes artísticos del ámbito musical. Su cuartel general se encuentra en las madrileñas Galerías Piquer, Ribera de Curtidores, inauguradas en 1929 por la reina de la copla: Concha Piquer. Todo viene relacionado.
Fotografía de Ingrid de Suecia
El arte tribal es una pieza de coleccionismo muy codicada en Almoneda, que no escapa a una riqueza y atractivo musicales. La galería de David Serra Kumbi Saleh, especializada en el arte primitivo africano desde hace veinticinco años, es un puerta al tercer continente por extensión.
Máscaras africanas
Encontramos un mundo de máscaras con miradas inquietantes carentes de ojos, formas provocativas, texturas suaves. Decir Africa es hablar de musica: en su danzas, en su expresividad, en el movimiento de su gente, en la utilidad de los objetos. Las máscaras acompañan a sus músicas en los rituales.
Estatuillas
Los instrumentos musicales trasnmiten conocimiento sobre su funcionalidad: ociosa, curativa, económica. El objeto más peculiar que encontramos en este stand fue una trompa flauta destinada a los ritos de fertilidad femenina: medía más de un metro de largo. Es una estilización antropomorfa del cuerpo femenino, en la que se adivinan los senos como elemento identificativo de su sexualidad.

Ésta pertenece a la etnia Insiluk, que vive en el este del Sudán y el Oeste de Etiopía, en la frontera entre los dos países. Es una tribu de origen nilótico, nómada, ganadera, y no baila con máscaras debido a su carácter ambulante; su arte se expresa a través de su decoración corporal, careciendo de máscaras. El culto animista que profesan les hace creer en el ánima, los espíritus y en las fuerzas menores, utilizando la música ritual para cualquier necesidad. Muchas piezas vienen de antiguas colecciones europeas, incluso de América, o las traen directamente de Africa en sus viajes de campo.
Instrumento de la etnia Insiluk
La música se resiste al paso del tiempo en Almoneda, a dejarse abandonar en los trasteros o en el recuerdo de la memoria fría. El coleccionismo de Aquiles Aracil Cadelo, con más de siete mil productos, recupera los primeros gramófonos eléctricos construidos por Philips y Pantophone. Cuando la digitalización del sonido ha convertido a la música en un klínex desechable, contemplamos con reverencia este sistema de grabación y reproducción sonora que utilizó un disco plano, a diferencia del fonógrafo, que grababa sobre cilindro. Otra de las curiosidades made in Aracil fue un gramófono utilizado para las misiones evangélicas, el cual funcionaba con un movimiento constantemente de manivela; un Edison...
Había gramófonos de juguete, para niños: el Pinkphone o el Pinkmophone; otros se destinaron para picknicks, de viaje, japoneses desplegables, pequeños en hojalata. Joyas musicales acompañadas por sus discos de pizarra, para apreciar in situ que el pasado no tiene nada que envidiar a la música del byte.
Gramophone
Recuerdos
Primeros tocadiscos para vinilo
En Almoneda 2009, el mp3 ha muerto: ¡vivan la piedra y el vinilo!
El vinilo, para disfrutar, no morirá nunca; el mp3 tiene la ventaja del manejo, pero no de la calidad. Siempre será más nostálgico escuchar a Caruso en un plato a 45 revoluciones, sintiendo la caricia entre la fina aguja y los surcos del disco. En 1857 se hicieron los primeros a base de zinc, revestidos de una emulsión de cera protegida con ácido crómico. La evolución del vinio había comenzado. A los pasos que va el desarrollo de los estándares musicales, ¿el mañana se llamará nanomúsica?
Fonógrafo
El gramófono más antiguo que visitó Almoneda pertenecía a 1890; era de maleta, no de campana. Treinta y tres años antes, se produjo la primera grabación de una onda sonora, realizada por el francés León Scott de Martinville en su Fonoautógrafo.
Valenti Agut presentó un organillo norteamericano de 1895.
También recordamos al pintor inglés Francis Barraud y su cuadro “His Master´s Voice” (“La voz de su amo”), que se convertiría en el símbolo más difundido de la industria discográfica: el perrito Nipper mirando al gramófono. La burguesía de los siglos XVIII y XIX estuvo presente en esta Almoneda musical con sus abalorios refinados: los anteojos para la ópera (los de colgante, los de brazo extensible). Verdi, María Calas, Don Gionanni, Louis Armstrong; el single, el Long Play, la casete se pasearon por IFEMA.
Almoneda 2009 se ha desarrollado como una feria diseñada para dejarse atrapar por el tiempo, donde resucitan los recuerdos, y los sonidos de La Traviata conviven con los acordeones parisinos, donde Warhol despliega sin pudor su psicodelia, o se maquinan interpretaciones freudianas sobre tribus casi extintas. Almoneda 2009 ha seguido los pasos de la tradición, combinando la amistad con el negocio.
 
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