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.........MATERIA PLÁSTICA
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La danza es lectura. La Compañía Projects in Movement lo escenificó. La danza discurre a través de la imaginación, la flexibilidad del cuerpo humano y los diálogos. Las calles de Madrid se vistieron de letras para festejar La Noche de los Libros en una idea de sacar la cultura a la calle y convinando el sonido de la palabra con el murmullo de una coreografía.
La frase nace del escritor como un saltimbanqui, los pensamientos y fantasías se van alineando reglón tras renglón hasta dar forma al cuerpo de su escrito; el compositor lo hace con su partitura y el bailarín con su vibración.mpradores y/o curiosos. |
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La literatura es música. Rap, pop, rock se han fusionado en esta fiesta, aunando el espíritu universal de la obra literaria con lo más novedoso de la rima hiphopera. El tiempo pasado se ha dado la mano con el presente a través de músicas, danza, teatro, interpretación.
La terraza de los Teatros del Canal se vistió de aire rompedor, descontento con el arte cómodo y reglado, institucional. Se desmarcó de la rutina. El espectáculo de Sharon Fridman se fusionó con el vidrio y granito ante miradas atónicas, sin dejar un momento para el descanso. |
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Los movimientos del espectáculo se proyectaron en un escenario abierto, sin atrezzo, excepto la imaginación del público, adaptando el guión a un espacio escénico propio. La danza estuvo concevida para ser interiorizada, fue un reflejo de las relaciones, del día a día, de lo que escondemos, de nuestras fantasías, del amor y el deseo. Los cuerpos de Carlos Fernández y Sharon Fridman se frenaban con la caricia de la cámara lenta, sin llegar a tocarse; haciendo más perdurable su intención.
La presencia del deleite en la fracción del segundo, poder congelar el instante en un desboque de pasión. Tenían fuerza, lo podías tocar. El susurro mudo de las olas acompañó a la plasticidad danzante de Projects in Movement. Un murmullo sólo interrumpido por el contacto arenoso de sus pies descalzos con el suelo de hormigón. El lenguaje de la huella sin rastro arrastrándose por una senda grisácea, que embelesó con facilidad. |
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Son equilibristas del movimiento aritmético, y espontáneo al mismo tiempo, cuyas miradas jugaban con sus brazos, sus pies, sus torsos. Los dos colosos mezclaron el amor y odio a partes iguales, reunidos por la mímica, a veces luchando en una pugna congelada; otras, provocando la ternura en la suavidad erótica del tacto muscular. Fueron momentos intensos y dulces junto a dos cuerpos asexuados.
Capoeiras a cámara lenta.
El piano de Dustin O'Halloran desplegó el romanticismo puro en “Variazione di un tango”, reconciliador y minimalista. Ese mismo tono recordó la frialdad de “Lecter Escapes”, en la película “El Silencio de Los Corderos”, acariciando la música antes y después de un asesinato caníbal. |
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| La mímica inicial se vio interrumpida por sonidos de laboratorio, mientras las ráfagas de viento urbano azotaron las sombrillas del Teatro. Su balanceo recordó a los Mobiles de Alexander Calder, pendientes en el aire, desafiando a la gravedad. Fueron coros voluntarios que contribuyeron a dar intesidad a sus movimientos, silvidos apasionados. Los sonidos de fábrica del compositor Luis Miguel Cobo, sintéticos, apartaron la magia que produce el roce corporal, su sexualidad esgrimida conceptualmente. Creación y destrucción, clímax y desolación. Un recital de sexualidad móvil, voyeur; observado, tras un muro de cristal, por una mujer: de negro, los brazos y piernas desnudas, decorando la danza con su mirada, entre melancólica y furibunda. Una estatua de carne y hueso. Un muro que en todo momento separó la comunicación de la soledad. |
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Otra figura femenina se convirtió en protagonista del performance danzable. Apareció su cólera, el sinsentido. El meneo alocado de su melena fue protagonista del escenario urbano. Su espalda descubierta fue proyectando movimientos robóticos; interactuó con el público posesivamente. Los empapó de danza, explicó las pautas que alejan el miedo al ridículo, utilizó un lenguaje novedoso: el espasmo expresivo. |
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El torso elevó la fuerza del cuerpo regida por la voluptuosidad salvaje, quizás estúpida para algunos. El sudor masculino permaneció inmóvil frente a sus pequeños gemidos placenteros.
El aleteo de las sombrillas de la terraza mostró excitación y escándalo hacia este lenguaje de los sentidos, mudo de palabras y rico en significados. |
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| Esta imaginación también es esculpida por los que hacen malabares con el viento en las calles de Madrid; los ausentes del circuito cultural, pero que están ahí haciendo que no desaparezca la magia de la danza, el comic y la improvisación entre los semáforos y el asfalto. Su presencia ausente brilló con más intensidad, sin anonimato. |
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