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Discurso de Zelensky en el plasma del hemiciclo español

JGS

Volodímir Zelensky es escuchado por el Congreso español vía telemática
 

Volodímir Zelensky no es Julio César. La política le obliga a convencer sin vencer las batallas. El presidente ucraniano se ha visto envuelto en una guerra indeseada, mira a su alrededor y lucha. Se emociona, maneja la comunicación muy bien, funciona en el lado que no da nada por perdido. Se acerca al sentir popular a través del desconsuelo, la impotencia, la rabia, la diplomacia. El miedo de Occidente lo contempla. Zelensky pide ayuda al mundo libre mientras este permanece maniatado frente a un monstruo que no sabe, ¿o no puede?, detener. Las decisiones no se toman de la noche a la mañana, conllevan una estrategia. Putin no ha invadido Ucrania en un ataque de locura repentino. Los estrangulamientos políticos se han convertido en una muerte anunciada más con la intención que con la cabeza. El cerco a Rusia se estrecha, el resto del mundo desfallece céntimo a céntimo; la sangre se derrama en Kiev gota a gota, vida tras vida, inocente sobre inocente. El único culpable de este genocidio sigue vivo y coleando mientras nos augura una agonía persistente.

Zelensky vuela por todo el mundo pidiendo ayuda internacional para su pueblo. Se deja ver y oír porque necesita ser visto y escuchado. Los intereses nacionales mandan sobre los globales. Tras su intervención ante el Consejo de Seguridad de la ONU, la crema de la democracia mundial, el calor de su ayuda llega a Madrid por vía telemática. El paso de su gira política por el Congreso español se materializó a través del plasma frío y distante. Su presencia monolítica no lanzó humos de agresividad sino de desamparo; de peón desprotegido, conocedor de su poder mediático, en busca de la jugada maestra que le permita dar jaque al totalitarismo putiniano. Zelensky está apoyado y se siente solo. Su presencia lejana levantó los aplausos de solidaridad esperados. Las palabras atrajeron la atención de un silencio congregado en torno al horror cometido en su país. El lado crítico con esta alocución, que lanzó apuntes sobre la Guerra Civil Española, no permaneció callado. Se despertaron palmas sinceras, se precipitaron selfies para inmortalizar un momento histórico. Su imagen se convirtió en salvapantallas revolucionario sin sabor a Ché Guevara. La oratoria plana de Zelensky no se mordió la lengua al mostrarse crítica con la OTAN. La contundencia escasa de la Organización Atlántica deja al aire la falta de sintonía entre las naciones de Europa, entre Macron y Putin. Los mensajes de Zelensky encogieron el corazón ante la denuncia de lo ocurrido hace poco en Bucha. Pidió que dejáramos a un lado la humanidad, y pensásemos en el salvajismo con mente tétrica, para imaginar las atrocidades cometidas por las tropas rusas leales a Vladímir Putin. Cualquier nación puede ser la próxima en padecer el golpe de su martillo. Putin es un Thor enano que celebra la destrucción con patriotismo. Nunca pregunta antes de disparar.

Se vio a un presidente sin corbata, a un guerrero cansado, un estratega sin plan, al adalid de un ejército combativo y disperso que responde a una fuerza más moral que militar. Zelensky emana angustia y preocupación hieráticas. Su mensaje tuvo un momento cartesiano: la mención significativa a la tragedia nacional. Guernika forma parte del pasado reciente español que un Picasso rebelde supo denunciar con horror y arte. 1937 no es 2022 aunque Zelensky lo equipare, a pesar de que lo use como juego sentimental peligroso: la evocación de la verdad dolorosa que no es exportable. Antes de la comparecencia, muchos analistas se preguntaban cuál sería la referencia singular que Zelensky tendría para España en vez de interrogarse por las intenciones de su aparición. El gran comunicólogo sabe que esta analogía forma parte de una tragedia titulada ‹‹Ustedes tuvieron también...››.
Las referencias al bloqueo comercial inducen sospechosamente la idea del pensamiento único que pretende manipular el horror. Aunque puede ser la alternativa para cesar este holocausto, jamás servirá para aplacar el odio de un loco que pretende reescribir la Historia, su Historia. Porcelanosa (sin Isabel Presley), la empresa de armamento Maxam (antigua Unión Explosivos Río Tinto) y la patronal de bienes de equipo Sercobe son una parte minúscula del tejido empresarial que hace negocios con Rusia. Sus palabras fueron una advertencia más que una amenaza ante la falta de ayuda, casi un suicidio que no espera nada excepto la misericordia del tiempo y el recuerdo. Pedro Sánchez con buenas intenciones de tribuna fue el altavoz de una megafonía emotiva. ¿Los discursos sirven sólo para repetir lo conocido?: ‹‹España apoya la integridad territorial y la soberanía de Ucrania en sus fronteras internacionalmente reconocidas. Quiero hacer un llamamiento a Putin para que se siente con seriedad a la mesa de negociación y ponga fin a la guerra››, dijo el presidente del Gobierno. Los argumentos de Zelensky ante el Parlamento español tienen un símil cinematográfico: Lo que el viento se llevó. Fin de la historia.

 


JGS

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