THIERRY MALANDAIN Y TCHAIKOVSKY
 

Escuchando de manera diferente a Tchaikovski, al adivinar su angustia y el deseo de absoluto que se esconden tras el brillo de la partitura, decidí montar el ballet "Cascanueces" con doce bailarines de la compañía, doce son pocos para concebir una gran producción, pero suficientes para entrar en el mundo de Drosselmeyer después de las doce campanadas de medianoche. Como otros lo hicieron antes que yo, he decidido remontar a las fuentes de la obra, el Cascanueces de Hoffmann publicado en 1816 y después el Cascanueces de Nuremberg, escrito por el padre Dumas y basado en la fábula de Hoffman.
Cuando se creó el ballet en 1892, el argumento, elaborado por Marius Petipa y el director del Teatro Imperial de San Petersburgo, se inspiró en la versión de Dumas, se ha dicho que Tchaikovski quedó decepcionado ya que prefería el texto original de Hoffmann. La verdad es que la cuestión no reside en si Hoffamnn o Dumas. Más allá del estilo, la trama de la narración es prácticamente idéntica en los dos autores. Sin duda alguna, a Tchaikovski le dolía el hecho de que el argumento del ballet pasara por alto una parte del texto que Hoffmann titula "El cuento de la nuez dura". Un cuento dentro de otro cuento, "La nuez dura" es un relato fantástico que Drosselmeyer cuenta a María. El relato lanza de nuevo el proceso dramático al poner de manifiesto que Cascanueces es el sobrino de Drosselmeyer. Probablemente este detalle sedujo a Tchaikovski facilitándole la escritura de un segundo acto lleno de dramatismo.
Para resolver la dificultad que puede surgir en la segunda parte del ballet, que habitualmente es una serie de intermedios, he decidido integrar en nuestro Cascanueces, "La nuez dura". En Cascanueces, cuento fantástico en el que se proyectan los delirios hoffmannianos, la sombra aterida de Tchaikovski sobrevuela el personaje de Drosselmeyer. Estos tres hombres convierten el universo de María en una linterna mágica en la que ella, niña iluminada, camina hacia la paz interior. Al amar a Cascanueces, en principio, personaje poco seductor, expresa los deseos escondidos de esos hombres y se convierte en mensajera de una felicidad que se espera aún más en el atardecer de la vida.

   
Thierry Malandain