La RKO inventó el cine en blanco y negro, convirtió a la películas de Serie B en iconos cinematográficos. Obras que han marcado un hito en la historia de la gran pantalla, a caballo entre el suspense realista y las series de ficción. RKO es sinónimo de cine negro, intrigante, de entretenimiento. Sus producciones sentaron cátedra, creando el género RKO, a caballo entre la fantasía y lo auténtico.
El suspenses, como apoyo fílmico, está abierto a la imaginación del director y, en gran medida, del espectador. “Más Allá de la Duda” nos hace ejercitar desde el primer fotograma esta neurona. La RKO siempre ha ido muchos pasos por delante del resto de compañías cinematográficas: nuca defrauda. Peter Hyams es un director acostumbrado a las superproducciones, emparejado con Arnold Schwarzenegger en “End Of Days”. Su carrera ha discurrido entre los largos de ciencia ficción como “Capricornio Uno”, “Atmósfera Cero” y “2010: Odisea Dos”, rodada hace veinticuatro años. Gracias a “Testigo Accidental”, basada en una antigua película de la RKO, Hyamns inició sus coqueteos con el cine negro y su sensibilidad.
El formato de “Más Allá de la Duda” ha sido actualizado al siglo veintiuno, los actores siguen siendo igual de corruptos, apoyados en distintos elementos formales a los usados en su original. Lo nuevo de Hyams
dibuja un remake del clásico que Fritz Lang rodó en 1956. El cine negro es un género muy recurrido entre los nuevos directores de Hollywood.
Peter Hyams, junto con coetáneos como Steven Soderbergh, pertenece a un selecto club de directores que, además de escribir sus propios guiones, también se convierte en director de fotografía.
La adaptación de Hyamns se vio obligada a modificar el guión original de Douglas Morrow, adaptándose a los tiempos modernos. Se incluyen pruebas de ADN en las pesquisas judiciales y se hace un análisis del periodismo actual (la preocupación por las audiencias, el tirón de la noticia, su venta informativa). La película se basa en la rivalidad entre C.J. Nichols, Jesse Metcalfe, y Mark Hunter, encarnado por Michael Douglas. C.J. es el periodista todo terreno, capaz de cualquier cosa por conseguir una historia; Douglas, el fiscal corrupto y creíble, pilar del triunfo americano.
Es la lucha entre dos monstruos que persiguen un triunfo profesional dudosamente honesto. Como no hay dos sin tres, Ella Crystal (Amber Tamblyn), colaboradora del fiscal Hunter, se involucrará en el guión presa del enamoramiento facilón. Su postura entre dos fuegos la convierten en una mujer complicada que duda entre el respeto por su jefe, Mark Hunter (Douglas) y el amor hacia el entusiasta informador C.J. Metcalfe).
La apertura de plano inicial va destapando el interés. En mayor o menor grado, seguirá presente durante toda la película, sin decaer. La comicidad informativa del C.J. inicial recuerda a los anuncios de ese detergente que lava más limpio y cuesta menos. Garra periodística.
Los argumentos convincentes de Mark Hunter, el abogado honesto, resultan aún más creíbles sobre las tablas de un Michael Douglas maduro. C.J. y Hunnter son vidas cruzadas donde la corrupción se salta todas las reglas. Siguen a pies juntillas la doctrina maquiavélica para conseguir su fin.
Es la guerra entre el abogado invencible (lleva diecisiete casos sin perder) y el plumilla que vende su alma por el soñado Pulitzer. Ambos son depredadores de personas. A su alrededor, circulan personajes sin los que todo este argumento resultaría incomprensible. Tales como el compañero de C.J., y su secreto mejor guardado, y el asesor policial de Mark Hunter, discreto y efectivo.
"Para conseguir (como noticia) el asesinato perfecto hay que esperar al agresor”, C.J. Nadie ataca sin guardar una gran defensa y la buena defensa suele ser un ataque certero. El periodista se convierte en monstruo mediático y acosado; el abogado usa la perspicacia para resultar creíble. La adaptación de Haymns es una jungla donde las vidas corren peligro.
La complicidad sentimental es fundamental en la película. Planea la violencia aséptica de la pena de muerte, del ojo por ojo diente por diente. El sistema judicial norteamericano falla, es una vista al pasado presente. No se trata de una película sobre la ejecución capital, es un ejemplo de hasta donde llega la mente fría, sin escrúpulos, para conseguir una meta profesional.
Fritz Lang fue un director austriaco saltarín. Desarrolló su carrera artística en Alemania, para luego irse a Francia, abandonando los brazos del nazismo y establecerse por último en Estados Unidos. Su etapa alemana es recordada por el rodaje de clásicos: “Metrópolis” (1927) y “M, el vampiro de Düsseldorf” (1931) o “Los crímenes del Doctor Mabuse” (1960), su última película, ya en Alemania Federal. “Más Allá de la Duda”, junto con “Mientras Nueva York duerme”, son las dos últimas películas langianas realizadas en América. A mediados de los años treinta se consolidó en Hollywood como uno de los principales artífices del cine negro.
Señores del jurado, presten especial atención a este nombre: Doris Ruth Owens. Todo es cuestionable más allá de la duda.
