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BICHOS RAROS
Película "Un Tipo Serio".
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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Banda sonora |
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Empezamos mal si se juzga una película anteponiendo el nombre de sus directores a la enjundia que esconde el argumento. El apellido Coen, los padres de la criatura, han ganado peso en el cine; cuya densidad se sumerje en las pesadillas que sufren sus personajes. Son mentes retorcidas, entre lo genial y la comercial, que saben buscan la risa irónica en un mundo tan cerrado como el religioso. En calidad de genios iconoclastas, poseen detractores y adoradores, sus películas no caen en la indiferencia; sí en las garras del cine comercial y sus dictámenes numéricos para desenmohecerse en las pantallas de las filmotecas o de algún curso veraniego con sabor a filosofía. |
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La última travesura de Joel y Ethan Coen faena entre esos mares de acidez y hastío de anunciada indiferencia. La película cuenta con tintes autobiográficos introducidos al estilo Woody Allen, soltando una carcajada muda hacia quienes dirigen el judaísmo. La religión es el tema central de su película cargada de simbología, manipulación y metáforas. En una palabra, las tradiciones que nos onbligan a abrazar las creencias sin ofrecernos el derecho a cuestionarlas ni juzgarlas. El judaísmo es la piedra angular de “Un tipo serio” sobre la que se mueve una comunidad cuya vida es una estructuración parcelaria repleta de monotonía. Las dudas llegan cuando esa estabilidad se fragmenta, desestabilizando la armonía familiar, sexual y laboral. Resquebraja el continuismo para revelar que el ser humano es maleable cuando se siente agobiado por las dudas y necesitado de respuestas. |
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La música de Jefferson Airplane nos devuelve a la realidad más preocupados por el mundo fantasioso de los “F-Troopers” que por encontrar a Hashem.
Larry Gopnik (Michael Stuhlbarg) vive en un gueto de paranoia social alimentada por la incertidumbre, con la religión ommnipresente. Las religiones anteponen el protocolo a la elección personal, algo reflejado en el miedo constante de un perdido Aaron Wolf (Danny Gopnik) que alcanzará su madurez creyente al leer la Haftorah. “Un tipo serio” es una historia contada desde la perspectiva del tiempo cuando los hermanos Coen, también judíos, eran adolescentes. |
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Un guión basado en la relación padre (Larry Gopnik) e hijo (Danny Gopnik) se va transforando en un dibujo monocromo de la figura paterna. El cabeza de familia ama el continuismo. Cuando este engranaje se altera, su inconsistencia le hace precipiarse al vacío. “Un tipo serio” explora las cuestiones de la fe, la maldad, la responsabilidad familiar, la autoconfianza, la culpa, la rebeldía académica del judaísmo, formando un tornado caótico. |
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Su desconexo comienzo de raíces religiosas es una zona oscura metida con calzador para ajustar los tiempos de la narración a la duración de la cinta, algo que deja mal sabor de boca para los restos. Esta lindeza made in Coen es salvada por la gran interpretación de Michael Stuhlbarg, cuya gestualidad conduce al argumento. Es la reencarnación de Buster Keaton en un portento de caracterización. De figura lánguida, su comicidad se acentúa gracias a una excelente labor de vestuario, ceñido al conservadurismo existente en Minneapolis a princios de de 1970. Chocante si lo comparamos con el liberalismo seboso de Fred Melamed (Sy Ableman). “Un tipo serio” está ocupada por una serie de personajes anónimos, deambulantes, conformistas, que rellenan su fauna friky.
Gran parte del éxito está en una fotografía que encaja con la personalidad de Larry Gopnik, con exteriores cuadrangulares, vistas hacia un horizonte ilimitado y planos cargados de neurosis facial. |
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Demasiado tiempo para contar una historia basada en realidades sencillas, troceada por paranoias nocturnas, con una reflexión entre babas pensantes recitando el nombre de los miembros de Jefferson Airplane. Su música, y el olor a marihuana, refrescan un ambiente de tanta presión.
Los judíos han sustituido a los vaqueros en el Medio Oeste norteamericano de los hermanos Coen. |
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Texto: www.photomusik.com
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