El cine europeo vuele a mostrar su calidad narrativa e imaginativa en un cuento para grandes y pequeños, donde todos podemos sentirnos identificados con sus protagonistas. El mundo de Kérity es real, paisajista y lleno de sentimiento. Alicia y su conejo blanco, el Capitán Garfio, Peter Pan, Caperucita y el Lobo Feroz o Pinocho, un Ogro a quien no interesa buscarle las cosquillas, sin olvidar a la bruja desconfiada, esperan a que las páginas de sus historias sean desplegadas. Se ocultan en una mansión cerrada con los años; recuperará su vitalidad gracias a la relación poco convencional entre Natanaël y la literatura. La lectura nos inculca valores humanos, abre puertas. Una tragedia se cierne sobre la herencia dejada por la tía Eleonor. Los ojos avarientos de un librero metido en barriga acechan. Es capaz de oler la jugosidad del negocio sin escrúpulos a kilómetros y, por supuesto, desconoce la lectura. Natanaël, desvinculado del ambiente literario, recibe un regalo sorpresa que cambia su relación con los libros.
Estos dejan de resultar atractivos porque no los entendemos, no hemos aprendido a descifrar su lenguaje. Natanaël, al contrario que su hermana Angéli, es el prototipo de niño atrapado en este ambiente. Angéli guarda en la memoria esas aventuras que le narraba su abuela en la biblioteca mágica: todas repletas de personajes aventureros, hadas cariñosas, enanitos bailarines.... y lo que el lector quiera imaginar. El placer de la lectura genera imaginación.

El tinte rojizo que baña la paredes de la biblioteca le da un sabor a misterio; su iluminación invita a la reclusión. Siguiendo el símil literario, este espacio se compara con el vientre de Moby Dick. El metalenguaje de la literatura cobra vida escondido entre el silencio de su escasa luz.
Horror cuando ese mundo que despierta en la oscuridad del recinto cae en manos del analfabeto mercantilista y bárbaro. Inocente. Si un libro cae en las manos inapropiadas es como si a un canario se le encierra en una jaula después de que ha estado viviendo libre. Pierden color, están demacrados, la respiración se hace más tortuosa. ¿Quién divulgará sus hazañas, habrá alguien que puede enamorarse con sus historias....? Es una emergencia rescatarlos de sus fauces.

La animación en “Kérity, la casa de los cuentos” es sencilla, cercana; no necesita efectos. Sus personajes trasmiten humanidad. Los paisajes son planos, la profundidad se encuentra en el argumento. Colores puestos con un trazo de lapicero, imperfecto y divertido. Elegante, es un cine particular, familiar; alejado de las tecnologías encasilladoras. Es rústico y entretenido, relajante. Natanaël, convertido en protector del legado familiar, se enfrenta a un doble reto: introducirse en el mundo de la lectura y superar su timidez.
Cine y amor por la literatura se dan la mano gracias a la película de Dominique Monfery. Se introduce con facilidad en el mundo infantil. Sus habilidades en el campo de la animación están abaladas por títulos como “Franklin y el tesoro del lago” o haciendo incursiones en el mundo el corto con “Destino”, de 2003. Diseñada para disfrutar en familia, “Kérity, la casa de los cuentos” despierta en los niños el espíritu individual de descubrir la literatura como amiga inseparable. Es un cuento visual.