ENTREVISTA A YASEMIN Y NESRIN SAMDERELLI
Directora y guionistas de la película "Almanya: bienvenidos a Alemania".


Golem: ¿De dónde les vino la idea para hacer una película como ALMANYA?
Yasemin: Hace tiempo descubrimos que nuestros amigos solían divertirse mucho cuando les hablábamos de nuestra infancia. Por ejemplo, Nesrin era una “Funkenmariechen” (un personaje tradicional del carnaval de Renania), fue a una escuela primaria católica y cantó fervientemente himnos religiosos cada miércoles en la iglesia. Yo tocaba la flauta en una banda y siempre escribí mi nombre “Jasmin”, hasta que una profesora frustró mi engaño y me hizo notar que mi nombre era “Yasemin”.
Nesrin: Y dicen que los turcos no se esfuerzan en integrarse… La inmigración es un tema muy interesante, y hoy más que nunca. ALMANYA echa una mirada muy subjetiva a quiénes somos, cómo empezó todo y lo que significa ser extranjero.

G.: ¿Hasta qué punto es una película autobiográfica? ¿Inyectaron experiencias suyas en la historia?
Y.: Hay muchos recuerdos de nuestra infancia. Por ejemplo, nuestro deseo de celebrar la Navidad. Para nosotras era una tortura cuando los niños alemanes nos enseñaban los regalos y nos hablaban de las delicias que habían comido. Un año, incluso obligamos a nuestra madre a hacer una comida de Navidad, pero fue un fracaso total.
N.: Además, no teníamos un equivalente. Recuerdo que me preguntaron si no había una fiesta comparable entre los “mahometanos”. Se me ocurrió hablarles de la Fiesta del Sacrificio, para la que se mata muchos corderos y se distribuye la carne entre parientes y vecinos. Los niños alemanes me miraron con ojos redondos y algunos padres me hacían regalos para San Nicolás y Navidad por compasión.

G.: ¿Escribieron el guión juntas? ¿Cómo funciona su colaboración y cómo se llega a escribir cincuenta versiones del mismo guión?
Y.: Sinceramente, fue un proceso largo y arduo. Si no lo hubiéramos hecho juntas, creo que una o la otra se habría rendido. Ahora somos un equipo perfecto, en parte gracias a las cincuenta versiones de la película. Lo primero era hablar de las secuencias dentro de las escenas, y luego cada una escribía la escena. Posteriormente retrabajábamos las escenas juntas. Pero no siempre trabajamos en equipo, tenemos proyectos individuales.
N.: Por suerte, cuando acabamos la primera versión, no sabíamos cuántas faltaban todavía. El simple hecho de que nunca nos rendimos, de que nos motivábamos mutuamente una y otra vez, nos demostró que la historia merecía salir a la luz.

G.: ¿Cómo fue el rodaje en Alemania y en Turquía?
Y.: Un rodaje siempre es una gran aventura. Con ALMANYA, teníamos la dificultad añadida que representaba rodar varias escenas de época en Alemania y en Turquía. Fue muy difícil. No nos dimos cuenta de lo complicada que era la historia que queríamos contar. Además, económicamente, el proyecto era un reto enorme. Luego, el reparto era muy amplio y había muchos días de rodaje con niños. Nada de todo esto facilitaba el trabajo. Y no olvidemos detalles como el hecho de que en los sesenta no existían las parabólicas. En Izmir, donde rodamos, debe haber al menos mil millones. Intenté convencer a una familia turca enganchada a la tele para que quitaran la antena aunque fuese dos días.
N.: Lo más divertido fue los problemas con el idioma. Una parte del equipo estaba formada por alemanes y la otra, por turcos. En general, todo el mundo hablaba en inglés para entenderse, aunque nosotras hablábamos turco con los turcos y alemán con los alemanes, excepto si las dos nacionalidades estaban presentes. Incluso llegamos a usar un “galimatías” que solo Yasemin y yo entendíamos. Es asombroso que todo el mundo llegara a comunicarse.

G.: ¿Cómo se les ocurrió inventar un alemán ficticio?
Y.:
En la maravillosa película El gran dictador, Charlie Chaplin, al que admiro profundamente, usa un lenguaje inventado, un galimatías, para caracterizar a Hinkel (Hitler). Usamos el mismo truco estilístico para que el público alemán tuviera esa sensación de extrañeza que produce el contacto con un idioma desconocido, como le ocurrió a la familia turca al llegar.

G.: ¿Qué desean para esta película?
N.:
Actualmente se habla mucho en Alemania de cómo enfrentarse a la integración. Hay numerosos debates acalorados acerca de las flagrantes carencias en la cultura “Gastarbeiter”. Se acusa a los jóvenes de atacar a los ancianos alemanes, de cometer asesinatos por honor o simplemente de comportarse antisocialmente. El multiculturalismo parece haber desaparecido. Ahora siempre se habla, lógicamente, de lo que NO funciona. ALMANYA nos recuerda que los “Gastarbeiter” de entonces fueron invitados por el gobierno alemán y que contribuyeron en gran medida a la estabilidad económica del país. Tienen derecho a estar en Alemania. ALMANYA dice: “Aquí estamos y nos gusta”.


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Texto: Golem ©

 
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