ENTREVISTA A BERNARD LE COQ
Jacques Chirac en la película "De Nicolas a Sarkozy".


Franck Garbarz: ¿Cómo llegó a este proyecto?
Bernard Le Coq: Hace algunos años, Patrick Rotman, a quien conocía, me preguntó si no me habían pedido nunca que encarnara a Chirac. Le respondí que, efectivamente, ya me habían dicho que tenía un vago parecido con él, aunque nunca se había concretado en un papel para el cine. Entonces, Patrick me explicó que quizá tendría un guión que me pasaría para que lo leyera. No volví a oír hablar de ese proyecto hasta que, unas seis semanas antes de comenzar el rodaje, Xavier Durringer se puso en contacto conmigo, convencido de que yo podría encarnar a Chirac: desde el principio, me tuvo una confianza absoluta.

F. G.: ¿Qué le pareció el guión?
B. L. C.: Me entusiasmó a la vez el tema y la manera en que se lleva el relato: la historia de este presidente me pareció fascinante, alguien que se expone con una impudicia increíble, que anhela ocupar el espacio permanentemente, mientras otros no cesan de intentar darle caza. Así pues, el guión exigía auténticos retos dramáticos, y ofrecía interés histórico a nuestros conciudadanos. Pero por encima de todo, he sentido un placer superlativo leyendo los enfrentamientos dialécticos entre los personajes.


F. G.: ¿No le invadió cierta aprensión ante la idea de encarnar a un personaje tan presente en el inconsciente colectivo de los franceses?
B. L. C.: Sorprendentemente, no estaba particularmente nervioso al inicio del rodaje, cuando por lo general me angustio mucho. Creo que, por encima de todo, ello se debió al formidable trabajo de maquillaje de Dominique Colladant: al mirarme en el espejo, me pareció que había una familiaridad con el personaje que me hacía creíble en el papel. También visioné muchas imágenes de archivo de Chirac, y en particular el documental de Patrick Rotman. Todo ello me ayudó mucho en el estudio de su mímica, gesticulación, manera de caminar y mirada tan propia.

F. G.: ¿De qué modo logró esquivar el pastiche o la caricatura de un político tan imitado?
B. L. C.:
¡Pero si estoy profundamente agradecido a los imitadores! En lo que a mí atañe, no poseo ningún don para la imitación, y cuando un imitador exagera una característica, para mí es como una mina de información muy útil: ello me ha permitido, por ejemplo, encontrar con precisión tal o cual inflexión de voz en Chirac. Luego, mi trabajo consistía en deshacerme de esos «efectos» para dirigirme hacia algo más realista.

«No hay por qué perder la cabeza, Jean-Louis.
Francamente, me importa un pimiento.
Nicolas ha dejado de crecer, por eso siempre le faltarán cinco centímetros
para triunfar verdaderamente. Aunque tienes razón.
No le quitaré el ojo de encima. Sarkozy será el último a quien arrancaré la cabellera.»
Jacques CHIRAC

F. G.: ¿Le ha ayudado la precisión de los decorados?
B. L. C.: Cuanto más creíble es el marco en el que se actúa, mayor es la facilidad para meterse en la piel del personaje. De entrada, uno se ve inmerso en otro mundo: uno se desliza encantado, y entonces se percibe que se tiene la confianza del director. En el caso de La conquête, había tal cuidado vertido en la verosimilitud de los trajes, de los decorados y del maquillaje que me limité a dejarme llevar, por decirlo así, por mi personaje.

F. G.: ¿Ha sentido empatía por el personaje?
B. L. C.: Se trata de un personaje complejo, pero no está desprovisto de humanidad. En la película, aparece como un tipo más bien simpático, lo que por otra parte resulta conforme a su reputación. Me habría equivocado si no me hubiera unido a él. Tanto más cuanto que se trata de un hombre divertido, tanto el verdadero como el del guión. Los diálogos eran truculentos y sabrosos, lo que contribuyó evidentemente a que el personaje me resultara simpático.


F. G.: ¿Cómo dirige Xavier Durringer a sus actores?
B. L. C.: Es alguien muy preciso, pues sabía exactamente lo que quería. Lo que no le impedía dejar a los actores una libertad increíble. Tuve la oportunidad de estar en el plató en el mismísimo arranque del rodaje, lo que me permitió trabar una verdadera relación de confianza con Xavier. Pero es más, creo que la confianza ha sido precisamente lo que ha caracterizado el rodaje en su conjunto.

«Oh, sabe, Dominique, debe confiar en mi larga experiencia,
los periódicos van y vienen,
y hoy ya nadie se acuerdo de lo que dijeron ayer.»
Jacques CHIRAC


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Texto: Franck Garbarz ©

 
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