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EL PRECIO DE LA VENGANZA
Película "El pacto"
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
Video |
Banda sonora |
Banda sonora especial |
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El tándem formado por Guy Pearce y Nicolas Cage, a pesar de que no se encuentre en sus mejores momentos, resulta atractivo. La acción está garantizada al reseñar sus nombres. Todo queda en una falsa premonición. Cage, que ya no rechaza guiones con tanta facilidad, humaniza su imagen. La mirada inconfundible lanza al ruedo todo su potencial. Nos adentra en el nihilismo -en ocasiones patán- de un gesto inerte y la compasión de su simpleza. Lo predecible mata el encanto de su turbación. Roger Donaldson plantea un ambiente interesante con dosis de misterio e intención de avanzar en el argumento prometedor.
Nueva Orleans es la cima del secretismo; un lugar donde nadie es lo que parece y el crimen anda agazapado en sus esquinas con la intención de convertirse en rutina visible.
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Los personajes fantasma o con doble idetidad se agolpan en la pantalla. Hay algo de sugerente en ello que acaba por desinflarse debido a su inconsistencia. Intriga, sí; pérdida de interés ante la falta de acción, también. La lentitud se apodera de “El Pacto” con intensidad; el argumento deslavazado afila sus garras. El avance del metraje descubre la idiosincrasia de esta película. Hay que reconocer la buena labor del encargado en adaptar el título a la cartelera de lengua española porque ha dado en el clavo. No puede ser más cohrente con el argumento y menos engañoso. Sabemos con lo que nos vamos a encontrar.
Treinta minutos son necesarios para averiguar por dónde circulará la película, para sumergirnos en un caos narrativo. Su inverosimilitud, mejor: mala construcción narrativa la convierte en fallido intento de veracidad policíaca.
El tratamiento de la corrupción aparece interesante, atractivo y camelador. Corrupción unida a inseguridad ciudadana bajo la idea de venganza. En el fondo, “El Pacto” nos viene a demostrar la debilidad del individuo frente a la violencia creciente. Existe una divisón de opiniones en la forma de actuar sobre ella, siendo muy pocos quienes diciden plantarla cara. Se observa a un hombre vulnerable ante los sentimientos junto a la existencia de mentes retorcidas capaces de manipularnos mientras juegan a imponer sus reglas. Son una nueva clase social que opera en la sombra.
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“El Pacto” es un ejemplo de violar la ética a través de la vengaza: una actitud que se paga cara. Las deudas contraidas hay que saldarlas; aquí se alimenta la obliación de satisfacer ese compromiso. La clave no es la presencia constante de Will Gerar (Nicolas Cage), se llama Simon (Guy Pierce). Su justa aparición se desenvuelve con soltura entre el maniqueísmo de su personaje: lo que representa y lo que es.
La suya es una locura elegante, diabólica, que apuesta por la violencia sicológica. Poco a poco, “El Pacto” va enrevésandose de tal manera que su exesiva duación lo convierte en materia obsolescente. |
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