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CINE Y ESPECTÁCULOS
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EL EMPRENDEDOR
Película "Moneyball"


J. G.
(Madrid, España)

Moneyball
  Ficha Técnica Video Banda Sonora Premios
En 1942, Sam Wood llevó a la gran pantalla el espíritu de un deporte llamado béisbol en “El orgullo de los yankees”, su biopic sobre la vida de Lou Gehrig. Lo prolífico del tema ha creado escuela con Barry Levinson (“The Natural”), 1984; John Sayles y “Ocho hombres”, 1988; Phil Alden Robinson (“Campo de sueños”), 1989; Penny Marshal (“Ellas dan el golpe”), 1992 o Sam Raimi, al dirigir “The Rookie” en 2002. Distintas películas con el mismo nudo central: convertir sueños en realidad a través de este deporte.
“Moneyball” no basa su potencial en lo que cuenta sino en la manera de presentar los hechos, rompiendo una estética de pelota y verdín. La clave para no caer en la rutina se encuentra en saltarse las reglas. Es lo que Brad Pitt (Billy Beane) hace dentro de un mundo rebosante de recuerdos y frustraciones. Tras su pugna por reinventar el béisbol, se esconde un reto personal dirigido a vencer el lastre del pasado. El suyo es un personaje anti-estrella, con ideas poco ortodoxas dentro de un ambiente tallado por la fama, la taquilla y los resultados en el campo.
 
Moneyball  
Brad Pitt como Billy Beane
El guión, aposentado en su sencillez, no pretende impresionar ni salpicar las imágenes de emotividad fácil, a pesar de que, en algún momento, deja escapar una lágrima furtiva en caída libre. La cara de chico bueno no se escapa de Pitt; sus ideales intrépidos se convierten en una apuesta por las personas de carne y hueso, dejando de lado a los muñecos de músculo sintético. El empeño de un hombre por la ruptura de la establecido muestra, en “Moneyball”, el submundo que rodea a los estadios de béisbol. Los jugadores son fichas de ajedrez en un tablero escurridizo sobre el que se mueven a ritmo del marketing; el deporte se subestima ante la productividad del bateador. Se cultiva la imagen de marca, el deportista de élite es ganado subastado en los despachos. Antes de entrar en el equipo tiene que superar unos controles de calidad que fijarán su potencial dentro y fuera del campo. Las ganas de Billy Beane por renovar un deporte, genuínamente americano, se convierten en superación de barreras personales. Las intenciones de cambio en el béisbol le enfrentan a un ambiente reacio con sus propuestas; muestra un aplomo inusual en el personaje, más cercano a quien lo da todo por su equipo que al entrenador patriota, cabecilla de estas películas. La fe en sus convicciones le incita a seguir bateando contra pelotas invisibles; viste espíritu de emprendedor, esconde veteranía en sus palabras; pisa firme.
Billy Beane en el estadio  
Moneyball

El béisbol es pura matemática, el corazón lo ponen los jugadores. El entrenador se limita a combinar sus capacidades, y carencias, en una ecuación que ofrezca resultados óptimos. La clave del éxito radica en la observación y la espera. La aparición inesperada del cliché “victoria tras victoria” desdibuja la veracidad de “Moneyball”; abusa de su duración; resulta aburrida en el cómo e inteligente al mostrar parte de la cara oculta del espectáculo.
Brad Pit, sin el carisma de Al Pacino en “Un domingo cualquiera”, rompe las reglas del juego cinematográfico sobre el deporte.

J. G.


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