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VISIONES FANTASMALES
Película La Maldición de Roockford
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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Banda sonora |
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Durante la posguerra de 1921, Inglaterra seguía viviendo el sufrimiento de la Primera Guerra Munial en sus venas. Finalizada esta contienda, muchos soldados no regresaron: a unos se les certificó la muerte en combate; otros, dejaron el fantasma de su desaparición muda. El consuelo inundaba las mentes afligidas de sus familiares; las ganas de hacer negocio con este dolor lo tiñe todo de un rojo más sangrante que el derramado durante la batalla. Reavivarlo significa mantener despierto el recuerdo de una esperanza irracional. Los avezados se aprovechan de la pena ajena jugando con las personas y su respeto hacia los muertos. Las primeras imágenes de La Maldición de Roockford desenmascaran una parte del suculento negocio de la muerte y sus manipuladores.
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Nick Murphy debuta en el largometraje con una cinta de época elaborada. El susto no persigue acelerar el corazón sino enfriarlo. No busca la sorpresa ni alcanza el terror; entre sus imágenes se descifran espectros de El orfanato y Los otros. Son fantasmas mantenidos en la sombra del recuerdo temático gracias a la sobriedad desarrollada por Rebecca Hall (Florence Cathcart) y Dominic West (Robert Mallory).
Nos encontrarnos ante un trabajo arriesgado que tocar con suavidad pictórica un tema tan manido como el ocultismo.
Florence, en su intención de ridiculizar al impostor espiritista, se agarra a las ánimas porque la emparentan con su pasado trágico. Este masoquismo la convierte en una luchadora atormentada. Pelea contra el timo gobernado por falsos mediums y contra sus recuerdos. El escepticismo de la protagonista busca el desmantelamiento de esa fe ciega, reputación que le lleva a enfrentarse contra sus enemigos cara a cara. Pero, ¿qué sucede cuándo ese espectro se exterioriza para atraerla hacia el mundo que ella niega?
La soledad que guardan las paredes de Rookwood alimenta una atracción mutua entre Florence y Robert. Ambos viven perseguidos por heridas del pasado. |
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Las localizaciones y el momento histórico son dos armas fuertes con las que La Maldición de Roockford juega dignamente. El paisaje victoriano, de construcción austera, conlleva una aire de alarma fugitiva. La campiña de Rookwood sabe acoplarse con la lentitud de los acontecimientos, plagados de misterio. El miedo fácil y el fantasma al uso no frecuentan Roockford; adquieren otra morfología presencial. Hay mucho de onírico en La Maldición de Roockford y poco de realidad asustadiza.
Campo y fotografía corren de la mano, necesitados para su longevidad en esta atmósfera. La perfecta ambientación es fruto de un trabajo coordinado entre decorados, vestuario de época, iluminación fantasmal. La sobria fotografía, a cargo del barcelonés Eduard Grau (Buried, Un hombre soltero), incide exitosa en este ambiente espartano y sórdido. |
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La Maldición de Roockford es una historia que describe la soledad experimentada por Florence. Un reto que la sumerge en una confusión progresiva ante un fenómeno inexplicable para su mente analítica. También se muestra respetuosa con las tinieblas por la existencia de un pasado personal con el que lo relaciona. Igualmente, se siente atraída por la explicación racional de lo sobrenatural, cuyo caos aumenta hasta perturbar humor y cordura. El sentimiento conlleva la duda. Su soledad, unida al vacío del internado carcelario, envuelve las estancias con un halo de misterio entretenido, sin necesidad de recurrir al susto para justificar su existencia. Esta producción representa una apuesta arriesgada de la BBC para una película extraña, a caballo entre lo exquisito de su fotografía y la particularidad de un argumento absorbente. |
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