ENTREVISTA A JOSÉ SACRISTÁN
Protagonista de la película "Madrid, 1987".


Pregunta: ¿Cómo llegó a tus manos este proyecto y cuales fueron tus primeras reacciones o sensaciones?
José Sacristán: David Trueba me hizo llegar un guión cinematográfico; era este proyecto tan especial. Debo confesar que me encantan las llamadas películas literarias siempre y cuando estén escritas por escritores como el escritor Trueba: la construcción de personajes, su relación, los diálogos, los silencios, la administración de tiempos y ritmos…La mirada del escritor Trueba era precisa, magnifica.

P.: ¿Qué condicionantes tuvo trabajar encerrados durante tanto metraje, en esas condiciones? 
J. S.: Trabajamos con un equipo tan justo en el número como incontable en entusiasmo y buen hacer. Ni la película ni yo echamos de menos nada ni a nadie en ningún momento. Es más, razones de presupuesto aparte, fue una pena que rodáramos la película en tan poco tiempo.


P.: ¿Cómo fue la relación con María Valverde, alguien tan distante generacionalmente. ¿Se reprodujo en alguna medida el enfrentamiento que retrata la película?
J. S.: Si no enfrentamiento, si hubo una evidencia curiosa de la distancia generacional: hacia el final de rodaje, María me regaló tres películas estúpidas cuyo titulo ni recuerdo y que a ella le encantaban y yo le correspondí con “El crepúsculo de los Dioses” “Un lugar en el sol” y creo que “Picnic”. Ahora bien, no dudaría en rasparme las tres otra vez con tal de volver a coincidir con tan buena actriz y tan buena gente.


P.: ¿Qué destacarías de la película terminada, de su propuesta al espectador?
J. S.:
Si antes me refería a lo preciso de la mirada del escritor, la cámara del director Trueba, siempre pegada a su ojo, lograba con igual precisión encontrar el lugar desde donde proponer al espectador cómo mirarnos, cómo seguirnos, cómo interesarle en lo que estos personajes, “como dos trenes que se cruzan un instante”, tenían que decirse. Cuando vi la película, mi primera sensación fue descubrir la habilidad con la que había pasado de las palabras a los planos, magníficamente. La crónica de un tiempo contada en el transcurso de unas pocas horas, sin los elementos al uso. Nunca una película con tan poco reparto, tan poco equipo, tan pocos decorados, tan poco vestuario, ha contado tanto sobre aquella España de 1987.



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Texto: Zenith ©

 
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