ENTREVISTA A OMAR SY
Protagonista de la película "Intocable".


A Contracorriente: Cuéntenos cómo conoció por primera vez a Olivier Nakache y Eric Toledano…
Omar Sy: Fue en 2001, en un cortometraje, Ces jours heureux (2002), que más tarde nos llevó al largo Aquellos días felices. Vinieron a verme en una época en que escribía para CANAL + Idées junto a Fred. Les dije que no era actor y que, por ahora, estaba escribiendo chistes lo mejor que sabía, y ya me estaba bien. Pero insistieron, y me explicaron que ellos también estaban comenzando, que haríamos juntos la película y que aprenderíamos juntos también. Me hablaron con tanta desenvoltura y sencillez, que acabé por aceptar. Nos lo pasamos en grande haciendo aquel corto. Más tarde, me llamaron para el largo, y una cosa llevó a la otra…

A.C.: ¿Qué recuerda de su trabajo con ellos en Aquellos días felices?
O.S.: El recuerdo de vivir mi primer campamento de verano en mi vida. Jamás estuve en ninguno cuando era un niño (risas) Y me gusta el modo en que trabajan: te dirigen con mucha sensibilidad, pues te sientes muy libre en todo momento. Pero, de hecho, te están presionando sin que te des cuenta.

A.C.: ¿Le sorprendió que le pidieran que interpretara a un médico en Tellement Proches?
O.S.: De hecho, cuando volvieron a llamarme para realizar Aquellos días felices, me di cuenta de que eran unos tipos muy leales. Se generó entre nosotros una amistad muy sólida, y desde entonces no ha hecho sino crecer.

A.C.: ¿Cuándo le hablaron por primera vez sobre Intocables?
O.S.: Muy poco después de acabar el rodaje de Tellement proches. Me hablaron del documental acerca de Philippe Pozzo di Borgo y Abdel, y me dijeron que querían hacer un film de aquella historia. Sea lo que sea lo que me ofrezcan, siempre tengo la impresión de que les sigo. Así fue tras Aquellos días felices, y todavía más tras Tellement Proches

A.C.: ¿Y qué impresiones le proporcionó el visionado del documental?
O.S.:
Vi inmediatamente que podía hacer una película interesante, particularmente con el estilo, sensibilidad, precisión, humor ácido, y profundidad que Eric y Olivier aportan siempre a su trabajo. El maridaje podría ser realmente perfecto si lograban encontrar el equilibrio justo entre emoción y humor.

A.C.: ¿Le convenció el guión inmediatamente?
O.S.: Si. Al leerlo se me confirmó por completo mi primera impresión. Soy un devorador de sus escritos, con todo el humor que hay en ellos, humanidad y verdad. Y, con este tema tan peculiar, su estilo adquiere una dimensión adicional.

A.C.: ¿Y cómo trabajó el papel de Driss?
O.S.:
Discutí con los directores en los primeros estadios. Luego tuvimos lo que ellos han bautizado como su “curso de integración”: un viaje a Mogadur con François Cluzet para encontrarnos con Philippe Pozzo di Borgo. Aquí es donde el equipo confluyó y unió fuerzas, cuando el encuentro tuvo lugar. Aquel fue el verdadero punto de partida de la película. Fue un tiempo verdaderamente increíble. Podíamos comunicarnos con mucha rapidez, y se forjó entre nosotros una relación muy sencilla. Pudimos conocer a Philippe Pozzo, un hombre de gran inteligencia, lleno de vida y humor, provisto de una mirada muy poderosa. Me impresionó mucho el afecto con que se refería a Abdel, la persona en la que se basa el personaje de Driss. El mismo modo en que pronunciaba el nombre del cuidador era extremadamente emotivo. Se hacía fácil percibir el fuerte lazo que les unía. Tras esta visita, todos nos sentimos responsables y bajo presión, debido al respeto que aquel hombre nos impuso. El único modo de respetar su historia pasaba por realizar el film más bello de que fuéramos capaces.

A.C.: ¿Cómo construyó la relación con François Cluzet?
O.S.:
En realidad, antes de coincidir en esta película, no nos conocíamos: tan sólo nos habíamos cruzado. Y cuando supe que sería él quien encarnaría a Philippe, me sentí a la vez feliz y nervioso. Era algo de aprensión, sin que tengamos que exagerar, pero al instante noté en él el deseo de actuar conmigo, que era el mismo que el mío por actuar con él. Desde aquel momento, todo evolucionó entre nosotros con total naturalidad, más allá de las bienintencionadas miradas de Eric y Olivier, obviamente. Todas mis aprensiones se desvanecieron al instante. François es alguien muy abierto y muy generoso. Una vez que te ha abierto la puerta, ya no la vuelve a cerrar. Hubiera podido presionarme, diciéndome que tendría que poner toda la carne en el asador. Pero hizo exactamente lo opuesto. Me dijo al instante: “Hacemos esta película juntos. Lo que es importante de todo esto es qué pasa entre nosotros.” Me sentí valorado por su mirada y ánimos. Nos inspiramos mutuamente, y nos llevamos muy bien.

A.C.: ¿Sintió inicialmente mayor aprensión que en sus dos películas previas con Eric and Olivier?
O.S.:
Al haber trabajado ya con ellos, me sentía más cómodo, y era lo mismo ante la idea de formar pareja, desde que trabajo en una ¡todo el año! Pero, sin embargo, Intocables se hacía especial a mis ojos. Eric y Olivier cada vez depositaban mayor confianza en mí, de tal modo que la presión crecía inevitablemente. Es mi deseo ser merecedor de la confianza que me tienen.


A.C.: ¿Había gran margen en los diálogos para dar cabida a su modo de hablar y dicción?
O.S.:
Sí, y ése es otro motivo por el que me gusta trabajar con ellos tanto. Antes de rodar, lo establecimos todo muy bien mediante muchas lecturas del guión. Y luego, en el plató, siempre me daban libertad para probar cosas. Incluso apremian a sus actores para que lo hagan y entonces se las tienen con los resultados en el montaje. Nunca te sentías aprisionado. Incluso durante las tomas, puede que comiencen a hablar porque súbitamente han tenido otra idea. De hecho, durante el rodaje seguimos buscando la humanidad y la autenticidad que el tema demandaba, tratando de evitar el pathos y los chistes pesados.


A.C.: ¿Cómo se dividen el trabajo Eric y Olivier?
O.S.:
En realidad, no existe ningún método. Ambos hablan a los actores y al equipo técnico. No podría decir quién hace qué. Pero lo hacen, y se complementan mutuamente. Se puede decir que su complicidad tiene larga historia.


A.C.: Las primeras escenas del film muestran a Driss en su mundo, el de las viviendas públicas, un mundo que el cine a menudo tiene problemas para mostrarlo sin hacer una caricatura del mismo. ¿Qué opina del enfoque que dan los realizadores?
O.S.:
Esas escenas se hacen importantes para que conozcamos cuál es la procedencia de Driss. Y creo que para mí incluso son más importantes porque de ahí es de donde procedo yo mismo, también. Así que me siento responsable: si hablo de ello, debo hacerlo adecuadamente. Eric y Olivier saben eso. Al ofrecerme esta película, por fuerza tenían en mente esa idea. Creí en ellos: pienso que el cine francés jamás ha hablado de las viviendas públicas con tanta poesía y delicadeza. No fuerzan nada, sencillamente narran las cosas. Es neutral, aunque tiene mucha fuerza. Eric y Olivier no imponen jamás su punto de vista: sencillamente expresan en imágenes lo que han observado. Y soy consciente de que ésa es otra razón por la que me siento muy orgulloso de haber hecho Intocables.


A.C.: ¿Habían algunas escenas que le asustaran?
O.S.: Antes de rodar, temía la escena de la confesión de Driss, en la que comienza a confiar en Philippe. Se trataba de algo completamente nuevo para mí. También me inquietaba la escena con la frase clave “No a las armas, no al chocolate”. Me preguntaba de qué modo íbamos a hacer aquello en el plató. Debo confesar que experimenté una tensión extrema antes de rodarla. Aunque una vez que estuvimos rodando, todo fue como la seda. Llega un momento en que dejas de hacerte preguntas. Simplemente, dejas que la energía te lleve. Te sientes libre. Inmediatamente, sentimos que estábamos experimentando algo muy poderoso. Había una gran alegría por encontrarnos cada día. Aquello creó una atmósfera desenfadada que diluyó todas las preguntas que me había estado haciendo.


A.C.: Hay una escena particularmente divertida en la que usted baila a los acordes de Earth, Wind and Fire. ¿Qué recuerda de esto?
O.S.:
Una cosa que tengo en común con Eric y Olivier es el amor por la música y la danza. Y esa particular escena es maravillosa porque viene después de que Philippe haya intentado introducir a Driss en la música clásica. De tal modo que es un intercambio: Driss quiere que Philippe escuche y comparta su música. No es tan estricto como Philippe pero, para él, cuerpo y danza son una misma cosa. De hecho, Driss baila para Philippe. De tal modo que tenía que ser tan agradable como fuera posible. Pero con Earth, Wind and Fire, ¡eso es fácil!


A.C.: ¿Qué tipo de actor es usted?
O.S.: Trabajo mucho por instinto. Reacciono más que actúo. Trato de hacer preguntas antes del rodaje porque sé que es demasiado tarde una vez que estamos en el plató, y ello me permite dejarme ir completamente. Sé que no tengo mucha técnica como actor, pero trabajo con una instructora brillante, Julie Vilmont, antes del rodaje. Me ha enseñado muchas cosas. Una vez tengo el guión y he hablado de él con los directores, me voy a ver a Julie para pedirle ayuda para lo que tengo que hacer. Este trabajo con ella me libera, disipa cualquier culpa que pueda sentir por no haber asistido a clases de arte dramático. Ya no me disculpo por estar allí.

A.C.: ¿Cómo reaccionó al visionar la película completa?
O.S.:
Tras los primeros tres minutos --y para mí, esos minutos son realmente importantes--, me dejé llevar por la historia. De hecho, no había visto nada del metraje en el plató. En esta película, evité consultar las imágenes en video después de las tomas, para no salirme del personaje. Así las cosas, al ver el film, volví a tomar consciencia de que esta historia se nutría de la labor del equipo entero. Me siento muy orgulloso de esta película. Me sentí abrumado por la emoción que se registraba en los ojos de Philippe y François. Me llevó un buen rato volver a poner los pies en la tierra…


La revista Photomusik no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores expuestas en esta sección
.
Texto: A Contracorriente ©

 
Recomienda esta entrevista