Nada serio se puede esperar de Ben Stiller y Eddie Murphy. Brett Ratner juega al despiste con la introducción de Gabourey
Gabby Sidibe en un reparto donde las estrellas se mueven en el terrero resbaladizo del humor despendolado. La relación entre Eddy Murphy y Grazer comenzó en 1992 con el rodaje de
Boomerang, el príncipe de las mujeres, Murphy en calidad de actor, siendo producido por Grazer. Un idilio que continuó citándose en las taquillas con
The Nutty Professor (1996) y la posterior secuela
El profesor chiflado II: La familia Klump (2000). La producción que firma Brett Ratner surte efecto como enlatado destinado a pasar un día del espectador familiar, cuando el bolsillo se siente gastador y las palomitas se indigestan con menor facilidad. Todo el equipo se lleva un verdadero golpe de altura presentando este pseudo pasatiempo lleno de fallos técnicos cuya enumeración agobiaría al lector.
El polifacético Ben Stiller reprime su risa tontorrona de dentífrico publicitario y mirada absorta. Es hora de jugar a Robin Hood neoyorquino. El papel de villano despiadado con el dinero ajeno le sienta bien a su vejez aunque para mago de las finanzas sucias tiene que aprender de Michael Douglas, acostumbrado a batallar en el hambriento mundo especulador (
Wall Street y
Wall Street 2: El dinero nunca duerme). Alan Alda, con bastantes arrugas sobre sus espaldas, será recordado por su humanitaria causa ejercida en
M.A.S.H. (1972–1983), la serie televisiva que lo catapultó a la fama. La guerra ha cambiado de escenario: del barro coreano Alda salta al parqué de la Gran Manzana; Los tiempos pasados fueron mejores (
Misterioso asesinato en Manhattan;
Mad City, junto a John Travolta y Dustin Hoffman).
La fotografía urbana de Dante Spinotti (
quinta colaboración con Brett Ratner) valora los ángulos de cámara cenitales mostrando armazones de lujo acristalado; son molinos gigantes sobre una serpiente colorista.