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EL PODER DE LO DESCONOCIDO
Película "El bosc"


J. G.
(Madrid, España)

El bosc
  Ficha Técnica Video Banda sonora
El cuento de Albert Sánchez Piñol enciende su luminosidad en esta película homónima donde la ilusión se mezcla con el miedo del hombre a revelar su identidad. Enmarcado dentro de su primer libro de ficción (“Les edats d'or”), la fábula baila con el surrealismo de unas imágenes para adentrarse en otro mundo, a caballo entre la guerra y la paz. La fantasía latente, e invisible, convive con el realismo de una Guerra Civil. Actúa como una peste que se propaga aprendiendo a caminar, sin aires monstruosos, entre espinos de injusticia. Este episodio de nuestra historia reciente es un elemento casual, orientado con inteligencia hacia el espectador para evitar que se ahogue en algo mil veces repetido: ¡qué irónico y lúcido! La guerra es un germen que se acumula en el subconsciente del pasado hasta que un detonante oportunista hace estallar la ampolla de la paciencia humana. El temor a lo tangible y el desconocimiento de lo etéreo son elementos a los que debemos entregarnos para saborear la apuesta de un cuento fantástico.
 
Matarranya (Bajo Aragón)  
España, 1936
Ese desasosiego que nos causa lo oculto, junto con la fuerza de una Naturaleza caótica, nos asusta. La masía que vigila “El bosc” ocupa un trozo de tierra rebelde y boscosa: la misma piel removida que ha sido curtida durante años de laborioso trabajo. Este cuento es silencio y soledad: el silencio de la vida apartada y la soledad que implica guardar un secreto sin que te tachen de loco. Temor. El estallido de la Guerra Civil levanta divergencias hasta ahora silenciadas; los ideales políticos superan a la cordura, el levantamiento popular se deja arrastrar por un cabecilla que guarda puñales en su corazón.
La mano del director pone imágenes a una historia arriesgada que puede caer en el fracaso de la incomprensión racional. Para disfrutarla hay que convertirse en parte dialogante con el mundo onírico y hermoso del más allá.
El sudor de Ramon huele a su terruño. Es un espejo de parquedad verbal y mirada pedregosa, árida. Su voz plana cambia cuando entra en el universo de las luces, suavizando esa tiesura propagadora de nerviosismo en el espectador, mientras que su esposa Dora, aunque curtida por obligación, rezuma delicadeza. Se trata de una mujer adaptable que le acompaña en la soledad de este secreto lumínico. Su marido cruza el umbral entre la realidad y la fantasía, la seguridad de lo rutinario y la incertidumbre ante lo desconocido. Un reto. El bosque es el secreto entre ambos.
Ramón en sus tierras  
Ramón (Àlex Brendemühl) junto a Dora (Maria Molins)
La soledad de Dora se encuentra acompañada por ayudas puntuales como Pickett, un oficial de la Brigada Lincoln, o Fusteret, envuelto entre sabiduría y licores espiritosos que endulzan esta fábula visual: un sabio tomado a broma. Ella soporta el peso de la película en silencio, como esposa, como madre, como compañera que queda desprotegida, como encubridora, como afectada y como mujer codiciada por Lo Coixo, un hombre deseoso de recuperarla. Su frialdad choca con sus miedos hacia el rechazo de Dora. Este anarquista convencido es el retrato de Trotsky, una caracterización realista en un cuento fabulador. Su pasado busca, a toda costa, actualizar el presente.
Se esconde el temor hacia la guerra que se avecina. Los soldados, todavía sin separar los buenos de los malos, semejan piezas de juguete sobre un tablero desdibujado, inhóspito, con intención batalladora.
Pere Ponce como Lo Coixo  
Dora despidiéndose de los Brigadistas

El calor de esta película se arropa entre corazones de niño donde el monstruo es lo deconocido. La realidad confraterniza con la imaginación y el agradecimiento con el amor frustrado. Es tranquila e imaginativa. La distancia une a los corazones a pesar de que, para salvaguardar el secreto, alguien se vea obligado a hacer sacrificios.
La aparición de un personaje inusual da un punto de fábula extraterrestre a una película literaria y cinematográfica. La fantasía nos obliga a hacernos pequeños y a dejarnos llevar por aquello que sólo vemos durante los sueños.
“El bosc” descansa sobre sus personajes. Es un cuento en el que la alegoría se mezcla con el surrealismo, la imaginación y el trasfondo histórico.

J. G.


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