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EN FUERA DE JUEGO
Película "Un buen partido"
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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Banda sonora |
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Las películas románticas, apestosamente románticas, que basan su éxito en el estereotipo familiar, suelen triunfar en taquilla. ¿Está enfermo el público o el director? La cara sucia del cine reside en la actitud de directores que se venden al mercado del dinero fácil. Se prostituyen creando productos simplones, destinados al entretenimiento zafio. Gabriele Muccino es una muestra de este buen hacer en “Un buen partido”. El aliciente de contratar a Gerard Butler azuza más la hoguera de su inquisición particular al presentarle como un santo bipolar: desde yogurín por el que suspiran jóvenes madres aburridas hasta un tipo con ideales nobles sobre el deporte. Entre ambas situaciones campa el deseo de recomponer su vida junto a una familia rota que no da por perdida. El fútbol ha sido todo para él y ahora, abandonado por este amor, siente que ha descuidado otros aspectos más espirituales. Ama este deporte, ¿le aman igual a él? En el fondo, es alguien venido a menos, que ha saboreado el gusto del triunfo, y ha conocido lo que comporta ser estrella, para formar parte del anonimato de un padre sin hogar y con una vida que arreglar por delante. Todo bañado por comicidad disléxica.
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El fútbol, en otra escala, sigue ocupando su vida; vuelve a captar su vida interior por casualidad. Continúa siendo un objeto deseado por grandes y admirado por pequeños. Las patadas que con tanto acierto pega la balón se trasforman en amargos golpes sentimentales. El espectador pronostica lo previsible desde el principio mientras el personaje que encarna Butler espera meter el gol de la reconciliación. Agobio para ambos. En su lucha por volver a la normalidad, se siente trofeo codiciado de mamás que no dudan en competir, improvisando histerias teatrales, para echarle la zarpa. George (Gerard Butler) aburre con tanta normalidad embotellada en comedia situacional, lo cual no justifica que su actuación desentone. Sobrevive en una jaula llena de féminas hambrientas, donde Catherine Zeta-Jones, Uma Thurman y Judy Greer presumen de tener más carne que cerebro, hambrientas de testosterona cincelada en el gimnasio frente a la madurez de poco juvenil de Jessica Biel. Gerard Butler es un anuncio de desodorante, chico Lacoste, pajarillo sin nido; Dennis Quaid, dentro de una arrogancia jovial, lanza ráfagas de frescura pedante en una película de trama pastelosa. |
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