ENTREVISTA A GÉRALDINE PAILHAS
Actriz de la película "Joven y bonita ".


Pregunta: Después de 5x2/Cinco veces dos, ¿cómo ha sido el reencuentro con François Ozon?
Géraldine Pailhas: Antes de ofrecerme el papel, François quería estar seguro de que había un cierto parecido entre Marine Vacth y yo, pero me mandó el guión enseguida. Es muy respetuoso. Me alegró mucho que volviese a llamarme después de nueve años. Trabajar con él es sencillo, fácil.

P.: ¿Cuál fue su reacción al leer el guión?
G. P.: François me había dicho el título y contado la historia a grandes rasgos. Me apetecía saber cómo había abordado un tema tan sensible, pero no esperaba que me conmoviera tanto. Me gustó zambullirme en el vértigo que produce la intimidad de la muchacha protagonista. Entendí el dolor de la madre. Mientras lo leía, oía la voz de François a través de la adolescente de 17 años. Tenía muchas ganas de que Marine y yo pudiéramos encarnar a la pareja madre-hija.

P.: ¿François Ozon no se inspiró en su experiencia como madre para alimentar el personaje?
G. P.: No, el guión ya estaba casi finalizado. Pero François siempre escucha los comentarios, los cumplidos, las críticas, incluso nos pide nuestra opinión. Aunque siempre la última palabra, crea un ambiente abierto. Me gusta su aparente distensión ante el proyecto. Está totalmente metido en la película, pero prefiere ser ligero y rápido. Quizá por eso rueda con tanta velocidad y tiene la facultad de aparentar que todo es fácil. Durante todo el rodaje quitó detalles superfluos para dejar solo lo esencial. El amor que siente por los personajes se nota inmediatamente porque entra en el tema sin malicia, siempre de cerca.

P.: ¿Cómo fue el encuentro con Marine Vacth?
G. P.: Entré en el despacho de François y vi a una joven silenciosa, sin maquillaje, los cabellos recogidos, una silueta de adolescente moldeada en un cuello de cisne y un vaquero. Me pareció reservada, arisca incluso, pero con un encanto increíble. Me sentí muy halagada de que François creyese que nos parecíamos.

P.: El parecido físico creíble refuerza la emoción que desprende la relación madre-hija en la película.
G. P.: Asistimos a la entrada en la sexualidad de una joven. ¿Qué lugar ocupa la madre en esta nueva vida? Y lo más importante, ¿qué lugar no debe ocupar? Isabelle desea tener un modelo y, a la vez, de alejarse del modelo. Me parece interesante que François se sirviera de nuestro parecido físico para plantear estas preguntas.

P.: ¿Cómo fue trabajar con Marine Vacth?

G. P.: Tardamos muy poco en acoplar nuestros ritmos. Debió darse cuenta de que me caía bien, y el sentimiento era recíproco. No me van las rivalidades femeninas, y a ella tampoco. No nos costó derribar los habituales escollos entre actrices.
Me gustó tener su cara entre mis manos, mirar esos grandes ojos verdes llenos de lágrimas. A pesar de una timidez innata, me dejó entrar en su intimidad. Me parece conmovedora.
Para una actriz tan joven, interpretar un papel así no es sencillo. Hay que dejarse ir, fiarse totalmente del director. Marine nunca dudó, nunca demostró tener miedo. Es muy disciplinada, una luchadora.

P.: ¿Y el reencuentro con Frédéric Pierrot?
G. P.:
Es la quinta vez que trabajamos juntos. Tenía 17 años cuando rodé mi primer telefilm con él, La neige et le feu, de Claude Pinoteau. Es un actor maravilloso, le adoro. Y Nathalie Richard? François se rodeó de actores simpáticos y capaces de desaparecer detrás de los personajes.

P.: La escena en que la madre abofetea a su hija es a la vez violenta y conmovedora, sobre todo cuando la madre vuelve para disculparse.
G. P.: En el guión, la escena acababa con la bofetada. Pero durante el rodaje volví hacia Marine, y François le pidió que siguiéramos. A medida que avanzaba la película, François nos permitía hacernos más con los personajes. Se nutría con nuestra encarnación, sentíamos su aprobación.
P.: La madre se siente desestabilizada por su hija, pero no atacada en su feminidad. Sin embargo, hay momentos de ambigüedad, sobre todo cuando Isabelle vuelve tarde de hacer de canguro y discute con su padrastro.
G. P.: Me parece interesante que la rivalidad aparezca de golpe por una mirada, por momentos fugaces que existen en las relaciones madre-hija, sobre todo porque la diferencia de edad no es enorme. Pero siempre pensé que no podía abandonar la dimensión tranquilizadora que una madre debe representar para su hija, a pesar de las intrusiones, las meteduras de pata. Sabes que no debes decirlo, pero es demasiado tarde, ya lo has dicho. Me gustó mucho que esta historia transcurriera en el seno de una familia acomodada, donde se habla abiertamente, que recurre fácilmente al psicólogo.

P.: Y en una familia obviamente feliz.
G. P.: Sí, a pesar del divorcio. Y aunque el padre quizá no se portara bien, nada parece perturbar ese mundillo. La madre cree controlarlo todo con "su niño", "su niña", pero el comportamiento de Isabelle equivale a un tsunami para esta familia. Es un despertar más que violento.


P.: Su personaje no deja de preguntarse por qué su hija se comporta de esta manera. ¿Tiene usted una respuesta?
G. P.: No, y me he esforzado en no buscarla, en no preguntárselo al psicólogo. Era mejor para interpretar mi personaje. Además, ¿hay una sola respuesta? Los padres se divorciaron y la madre no duda en hablar mal del padre, pero de ahí a que esto lleve a la hija a la prostitución...
En cualquier caso, puede deberse a que la madre no quiere que Isabelle se vaya, y a que esta deba "arrancar" el cordón umbilical convirtiéndose en algo que no es. En realidad, Isabelle se autocrea, incluso adopta el nombre de su abuela.

P.: La prostitución quizá sea un acto extremo para superar su incapacidad de sentir, sobre todo cuando hace el amor por primera vez
G. P.: Es increíble el daño que ha hecho la sacralización de esta primera vez. Hoy en día, casi es lo contrario: las jóvenes quieren deshacerse de su virginidad cuanto antes. Sin embargo, será determinante para una parte de la futura sexualidad. El comportamiento de Isabelle deja entrever que controla sus sentimientos, sus emociones, su cuerpo. Intenta recuperar esa sensación de dominio prostituyéndose, organizando su sexualidad.
P.: Pero no contaba con conocer a Georges.
G. P.:
Sí, el encuentro con Georges la desestabiliza, y no solo porque él muere. Siente algo por él, y François lo filma maravillosamente bien, con suma delicadeza. Casi estamos en el cuerpo de Isabelle, nos alegramos de que por fin acceda al placer físico e intelectual.

P.: ¿Cuál fue su reacción al ver la película?
G. P.:
Me quedé maravillada al descubrir hasta qué punto el lado eficaz del guión se había fundido en una humanización desgarradora de los personajes. Se palpa el cariño con el que François ha filmado a los personajes, y sobre todo a esa adolescente en sus momentos más íntimos, más suyos.


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Texto: Golem ©

 
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