ENTREVISTA A LAMBERT WILSON
Actor de la película "Jacques".


Pregunta: ¿Antes de aproximarte al Capitán Cousteau para este proyecto, qué sabías de aquél hombre y su vida?
Lambert Wilson: Su historia me hizo volver a mi infancia. ¡Todo me era familiar: de la misma forma que lo era De Gaulle, Catherine Langeais o Léon Zitrone! Iconos de la televisión francesa que yo y mi familia mirábamos religiosamente. No con mis padres, sino con mis abuelos, ya que mi padre se iba mucho a actuar en los escenarios así que no mirábamos mucho la tele juntos... Cousteau estuvo muy presente, así como sus compañeros de tripulación, como Philippe o Bébert. Había muy pocos canales de televisión en esos tiempos, así que cualquiera que apareciera en pantalla se convertía en un tema de conversación obvio para todo el mundo. Y también fue por la música heroica y las imágenes increíbles que mostraba, que las aventuras del Capitán Cousteau eran un sueño para los niños de mi edad. Incluso cuando habían tiburones, por ejemplo, nunca parecían del todo peligrosos, sino algo divertido, excitante, ¡casi como estar de vacaciones! Es una cosa realmente generacional: recientemente, en Italia, conocí a unos pescadores que me dijeron que ellos jugaban mucho a ser Cousteau o Falco, justo igual que yo, aunque ellos eran niños de Portofino, cerca de Génova... Cuando les dije que estaba haciendo JACQUES, resulto algo muy importante para ellos...
P.: ¿Fue este vínculo casi sentimental que tenías hacia el personaje lo que te hizo aceptar tan rápido el papel al leer el guión de Jérôme Salle?
L. W.:
Recuerdo el momento en que mi agente me llamó para hablar de la película. Estaba en Londres, fuera de un teatro, ¡y no dudé ni un segundo! Jérôme y yo nos conocimos muy poco después de aquello, él me dio el guión y por mi parte, no hubo nunca un momento de duda para hacerlo. La perspectiva de la película no era para nada lo que esperaba. Había oído que sería una especie de biopic sobre Cousteau, desde su juventud hasta su muerte. Jérôme ya había empezado a trabajar en la historia y se había dado cuenta de que encontrar un actor físicamente capaz de interpretar un personaje a lo largo de un periodo de 60 años sería complicado y mucho más caro. También pienso que habría sido un poco tedioso. La idea de concentrar la historia en la relación entre Cousteau y sus dos hijos, Philippe y Jean Michel, fue la decisión correcta. Obviamente, eso significó saltarse algunos temas fundamentales, como la invención del Aqua Lung en los cuarenta, que permitió a los submarinistas respirar bajo el agua, o la realización de sus primeras películas, que lo llevaron al triunfo de `El mundo silencioso' en el Festival de Cannes de 1956, o la última fase de su vida tras la muerte de Philippe, que fue muy importante en temas ecologistas...

Aunque estaba frustrado al empezar, pensando egoístamente que aquello me quitaba posibilidades interpretativas, no pensé lo mismo cuando vi la película. La esencia más verdadera de Jacques-Yves Cousteau se puede encontrar en JACQUES, con todos sus errores, sus cualidades, sus contradicciones y su relación con la familia.

P.: Así que tuviste un deseo inmediato de interpretar a Cousteau, pero, después de ello, ¿sentiste algún tipo de presión o responsabilidad encarnando a un hombre que, durante un largo tiempo, fue el favorito del público francés, así como el clérigo Abbé Pierre, otro de tus grandes papeles?
L. W.: Sí, eso es exactamente lo que sentí: ¡Cousteau y Abbé fueron sucesivamente el número 1 y el número 2 en la lista de celebridades favoritas del Journal du Dimanche durante años! Mirándolo en perspectiva, creo que fue bastante más arriesgado interpretar a Abbé Pierre que a Cousteau: era demasiado joven en ese momento, demasiado alto... Con Cousteau compartía algunos rasgos físicos con él, alto, desgarbado, la misma nariz... Por supuesto que tuve que trabajar en ello, pero había una cantidad de información mucho mayor sobre Cousteau, no como de Abbé Pierre. Ante un ejercicio como éste, los actores y directores tienen que entender que lo que están dando al público es una sensación, la impresión de un personaje, no una imitación. Hacia el final de `Winter 54', aún no me parecía a Abbé Pierre, pero el mejor cumplido vino de los miembros de su comunidad, que dijeron que lo habían sentido a él en mi interpretación... En JACQUES, puede que me parezca un poco a Cousteau, pero espero transmita cierta verdad y sinceridad y, en particular, espero que a aquéllos que le conocieron, les convenza...
P.: Además de la preparación física, a la que luego volveremos, gran parte de tu preparación se basó en estudiar la masa de documentación existente sobre Cousteau, incluyendo sus libros...
L. W.: Soy uno de aquellos actores que necesitan un modelo para focalizar mi interpretación. Si alguien está tratando de transformarse, el modelo debe ser concreto... Pero con Cousteau, ¡el volumen de todo el material que había era abrumador! Primero hay sus documentales, en los que él aparece. Después hay muchos libros, especialmente el de Franck Machu, un tomo enorme llamado `Un cineasta llamado Cousteau' que tiene la cualidad de ser una biografía vista a través de sus películas. La historia empieza con sus primeras películas en blanco y negro, hechas por los Mousquemers, luego se acerca a `El mundo silencioso' así como a todos los episodios del programa: todo lo que Cousteau grabó está listado y mezclado con elementos de su vida. Es fascinante... También leí el propio libro que Cousteau escribió: `Cousteau, mi testamento: hombre, pulpo y orquídea', una especie de manifiesto ecologista que no dice mucho de su vida pero que es interesante. Y también hay un libro inglés muy bueno llamado `The Sea King' por Brad Matsen, que es extremamente objetivo. En definitiva, durante todo un año antes del rodaje, devoré literalmente cualquier cosa sobre Cousteau para alimentar mi inspiración. Otro elemento importante: el trabajo en el vestuario y en el maquillaje, que se consiguió mirando esas imágenes una y otra vez. Y Jérôme Salle me hizo escuchar las grabaciones con la voz de Cousteau, especialmente de los programas de Jacques Chancel `Radiotelescopie'. Sinceramente, cuando las escuché, casi sentí como si hubiera puesto los dedos en un enchufe. Quiero decir que a veces tenía la impresión de tener a Cousteau justo allí, a mi lado... Aún así, me rendí con la idea de tratar de imitar su voz, y me concentré más en el ritmo de su discurso. Hablé con Laurent Gerra, el imitador, que es uno de aquellos talentos, capaces de capturar y reproducir muchos registros vocales. Pero habría tomado demasiado tiempo y trabajo, con el riesgo de perderme algunos de los aspectos más importantes de Cousteau: su mezcla de carisma, de egolatría feroz pero también de una increíble habilidad para transmitir energía y una idea de libertad hacia los demás. Tenía un carácter débil, en el sentido que rehuía de los conflictos, como lo hizo con las tensiones familiares o profesionales, pero a la vez podía convencerte de seguirle hasta el fin del mundo o de sacar tu talonario para financiar sus proyectos.

P.:También era un hombre que construyó su sueño junto a Simone, su primera mujer...
L. W.:
Sí, con y sin ella a la vez, y ésa es una de las paradojas que lo hacen un personaje interesante. Esa decisión egoísta de libertad fue tomada por los dos. Sepamos lo que sepamos de Simone y Jacques, fueron una pareja y decidieron llevar esa increíble vida siempre de viaje por el mundo. Esto revela muchas cosas acerca de ellos... Para empezar, ellos imponen este modo de vida a unos hijos que los tienen que seguir lo mejor que pueden, aprendiendo a leer a los ocho años, viviendo como pequeños salvajes. Cuando los padres quisieron viajar más lejos, los chicos fueron enviados a un internado... Simone escogió esa vida excéntrica y luego, se quedó sola a bordo en el Calypso con su tripulación.
Yo nunca había viajado a mar abierto; sólo había navegado por la costa. Para la película, nos fuimos a la Antártida y cruzamos el pasaje de Drake, uno de los mares más peligrosos del mundo. ¡Lo entendí justo allí! La excitación de estar a solas con el mar, sin el más mínimo atisbo de tierra a la vista, la libertad total, la sentía por todo el cuerpo... La tripulación de Cousteau, por ejemplo François Sarano, nos contó que al final de una expedición, pararon en el puerto en medio de una tormenta más allá de la costa de Nueva Zelanda. Sólo se tomaron el tiempo justo para rellenar el combustible, cargar comida de reserva y pronto el Calypso ya estaba de nuevo en marcha, ¡en medio de la niebla y la tormenta! Ni Jacques ni Simone querían quedarse en el puerto. Creo que, en el fondo, los dos huían del resto de la humanidad, aunque él pasó una parte de su vida yendo a los Estados Unidos para recaudar dinero y financiar su proyecto...

P.: Hablemos también de tu transformación física para conseguir un cuerpo como el de Cousteau, un cuerpo de submarinista...
L. W.: Fue un fracaso para mí. Creo que un actor americano (Matthew McConauguey por ejemplo) habría llegado más lejos que yo! La dificultad con Cousteau es que yo tenía que ser muy delgado, pero al mismo tiempo, tenía que hacer esfuerzos muy físicos, como bucear. El problema es que, por debajo de cierto peso, te vuelves débil. Tuve que nadar bajo el agua cargando con esas bombonas de oxígeno tan pesadas, en rodajes de 14 horas al día, así que tenía que tener la energía suficiente. Perdí 10 kilos bastante rápido, sin coger más durante el rodaje. De hecho, Jérôme hizo una vigilancia continuada de mis dietas porque pensaba que estaba demasiado corpulento. Hago regularmente un entrenamiento de pesas y mi cuerpo tenía que ser más parecido al de un buzo: más flaco que muscular...
P.: Aprender a bucear también supuso mucha disciplina, supongo...
L. W.:
¡Fue como un regalo! Siempre, desde que era un niño y me tiraba en una piscina, un lago o en el mar, pasaba todo el tiempo bajo el agua. Incluso me había sumergido unos 3 o 4 metros, con un poco de descompresión... ¡Nadie me había dicho nunca que todo lo que había que hacer era ponerme unas bombonas de oxígeno para poder respirar y ser el hombre más feliz del mundo! Recuerdo que cuando mi hermano y yo éramos pequeños, hicimos ejercicios de buceo en la piscina de nuestros padres en Bandol (cerca de donde Cousteau había vivido) haciendo competiciones colocando objetos en el fondo de la piscina. Para JACQUES tuve que aprender de forma profesional, ¡por supuesto! La ley francesa obliga a tener un certificado de buzo recreativo, pero también un certificado de buzo comercial, porque estábamos buceando por trabajo... Eso significó muchos controles médicos, rayos-x pulmonares, electrocardiogramas, pruebas de vista y oídos, etc... Y también había un examen de buceo de cuatro días, que es el que los submarinistas de las plataformas petrolíferas tienen que hacer. Estoy muy orgulloso de haber conseguido esa certificación... El único problema ocurrió durante nuestra primera clase (con Pierre Niney, Jérôme Salle y Brieu Vanderswalm, el ayudante de dirección). Estábamos en el puerto industrial de Marsella en unas aguas extremamente sucias. No podíamos ver a nuestro instructor, que estaba justo a un metro de nosotros, y estábamos inmóviles entre barro, cieno y óleo... Tuvimos que hacer muchos ejercicios donde teníamos que quitarnos las mascarillas bajo el agua. En seguida cogí una infección en el ojo. ¡Horrible! Afortunadamente, los días siguientes nos fuimos a las islas más cercanas y pudimos disfrutarlo más. De hecho, querría mencionar a los fantásticos chicos que nos entrenaron, en particular a Philippe Le Meuner, todos ellos fueron increíblemente amables, eficientes y serenos. Bucear fue una verdadera revelación para mí. He hecho escalada para `Five Days One Summer' de Fred Zimmermann, he tenido que entrenarme como luchador para otras películas, y he hecho hípica regularmente desde que era un niño. Pero buceando, conocí a gente completamente diferente. Todos son pacíficos, amantes de la naturaleza, y pronto se prestan a ayudar a sus compañeros. Estos profesionales no estaban con nosotros durante todo el rodaje, pero su presencia en el inicio, en Croacia, con el sol, el agua caliente y ese magnífico escenario, ayudó a todo el equipo - actores y técnicos - a crear vínculos más cercanos.
P.: Croacia, que se usó para emular a la Riviera Francesa en los años cuarenta y cincuenta...
L. W.:
Sí, una especie de paraíso perdido antes de la llegada del hormigón... Una parte del Mediterráneo que ha sido preservada y que está ligeramente anticuada. Fueron unos días maravillosos: nos íbamos andando por unas rocas muy angostas que yo había visto de niño en La Ciotat o Cassis. Todo era una extraña y encantadora sensación de viajar atrás en el tiempo... Luego fuimos a Sudáfrica, pero aquello fue completamente diferente: Cape Town es como un enorme estudio. ¡Allí pudimos recrear escenas de París, Nueva York y Marsella!

P.: ¿Cómo definirías la película?
L. W.:
Uno de los puntos más interesantes de la película es que JACQUES no es una hagiografía del Capitán Cousteau. La película muestra que la industria del petróleo financió sus primeros proyectos, que llegó a acuerdos con la televisión americana para que financiaran sus películas, que su relación con la fauna fluctuó y que su consciencia ecologista no se despertó hasta muchos años después. Esto puede sorprender a la audiencia, que tiene una imagen muy diferente de Cousteau...
Hay dos opiniones generalizadas sobre el hombre, sobre Jacques. La primera es en forma de admiración, pero básica, como con el Abbé Pierre, ya que ambos fueron personalidades muy queridas pero no conocidas realmente. ¡La segunda forma me sorprende y me cabrea! Entre cierto tipo de intelectuales parisinos, supuestamente más entendidos, hay un deseo de destruir al icono. Por ejemplo, mucha gente insiste en asociar a Cousteau con el antisemitismo de su hermano, Pierre-Antoine, quién escribió cosas totalmente abominables. ¡Esa gente está totalmente mal informada! Mencionan la ecología pero él acabó reconociendo sus errores y fue hacia la dirección opuesta, consiguió que se firmara una moratoria para proteger la Antártida para los próximos 50 años. Fue una de las primeras personas en hacer sonar la alarma, la que oye hoy en día toda la gente bien informada. Cuando hizo `El Mundo Silencioso', no tenía ni idea de hasta qué punto el océano estaba en peligro. La amenaza puede remontarse desde el inicio de la revolución industrial... Pero en los inicios de los sesenta, Cousteau fue el único que llamó a los científicos en el Instituto Oceanográfico de Mónaco para firmar un acuerdo de no lanzar residuos nucleares en el fondo del mar. Él es un verdadero héroe cuyo mensaje se ha ido sin ser prácticamente oído. Todas las cosas que están diciendo las organizaciones internacionales sobre la industrialización, la sobrepesca, el calentamiento global: Cousteau fue la primera persona en denunciar esas cosas. Así que juzgarlo de falta de conciencia ambiental es algo estúpido e infundado, y hablar de él en JACQUES fue para mí una manera de volver a poner su mensaje en el centro del debate. Pero eso no impide que la película muestre a Cousteau desde otras perspectivas...

P.: ¿Sólo era un ser humano, entonces?
L. W.:
Sí, por supuesto. Tenía sus fallos, obviamente... en su vida privada (¿pero quiénes somos nosotros para actuar como censores morales?) él era un mujeriego, que tuvo relaciones con muchas mujeres durante sus viajes. La parte que veo menos fácil de excusar es la relación con sus hijos... Encontré similitudes en cómo era mi padre conmigo. Ambos eran hombres capaces de compartir toda la pasión y el valor de su trabajo contigo, pero al mismo tiempo, te abandonaban, estando apenas contigo y, en particular, odiaban el hecho de que invadieras su territorio convirtiéndote en su rival... Cousteau tenía una especie de amor paternal apasionado por Philippe, pero lo expresaba mostrando una gran severidad. Lo quería pero también lo quería castigar por su talento. Algunas escenas eran un poco perturbadoras para mí. Estoy pensando en aquélla en qué padre e hijo se encuentran en un restaurante de Los Ángeles. En la voz de Philippe, oía muchas de las recriminaciones que podría haberle hecho a mi padre. Y aún así, ¡yo mismo estaba encarnando muchas de las cosas que odiaba de él! Como el oportunismo financiero de Cousteau. Debo admitir que lo entiendo. Él necesitaba mucho dinero para hacer realidad su sueño, que acabó beneficiando a mucha gente. Entendió muy rápidamente que él era el eslabón más visible en la maquinaria de los medios de comunicación. Esa saga necesitaba un héroe y él se puso en el centro, probablemente por narcisismo, es cierto, pero también porque sabía que la gente necesitaba un punto de referencia para todo, para ser viable. Cuando se fue a América a negociar millones con las compañías de televisión, fue porque la industria del petróleo le había retirado su apoyo. Creo que es una gran historia porque es ahí donde una nueva aventura empezó, la que lo puso en el centro de su verdadero oficio: Cousteau era más que un explorador submarino, era un cineasta. A partir de ese momento, se concentró en la fotografía, construyó sus propias cámaras, hacía inventos. El mismo Louis Malle dijo que había aprendido mucho trabajando con Cousteau...

P.: Hablando de cineastas, ¿qué hay de Jérôme Salle? Cómo lo describirías como hombre y como director?
L. W.:
Jérôme es un auténtico camaleón, ¡gracias a su inteligencia! Es un hombre con ideas, un intelectual, con el que puedes hablar de filosofía durante horas o discutir teorías sobre un personaje. Pero también es un hombre de acción, que toma decisiones, el líder del grupo. ¡Es impresionante! El Jérôme que conocí al principio, tomando una taza de té para discutir el proyecto, era la pura esencia de la sutileza. Pero cuando nos marchamos para entrenarnos como submarinistas, es cuando conocí su competitividad, ¡sus ganas de superar nuevos retos! Durante el rodaje, Jérôme era el primero en ponerse su traje, incluso cuando no era necesario para él. También es un cineasta y no hay mucha gente que sea capaz de rodar escenas muy íntimas psicológicamente entre dos personajes, y por otro lado, de embarcarse en proyectos a gran escala con aviones u hombres bajo el agua rodeados de tiburones. Siempre permanece completamente imperturbable, de hecho le encanta. Cuando Pierre Niney y yo estábamos sobre el témpano de hielo, se suponía que teníamos que compartir un momento de sutil emoción entre padre e hijo, en un trozo de hielo donde no nos podíamos mover para no dejar marcas atrás. Jérôme lo grabó todo con un drone, y fue un verdadero líder. ¡Cuando le mando mensajes aún le llamo `Boss'! Es el único director al que lo llamo así...

P.: Así que Pierre Niney interpreta a Philippe Cousteau, uno de tus dos hijos en la película...
L. W.:
Lo bonito de un rodaje es cuando te das cuenta de que el actor con el que estás, tiene las mismas ideas que tu. Como yo, Piere estaba interpretando a un personaje que quería desarollar y defender a la larga. Lo admiro mucho como actor: tiene una finura y una inteligencia increíbles. Es un aventurero rápido, divertido y sensible.

En particular, admiro sus principios en lo que respecta a su relación con las otras personas. Pierre es una persona elegante... También es muy ambicioso, en el buen sentido de la palabra: quiere hacer las cosas bien hechas. En realidad, fue muy emotivo encontrarme casi en una relación paternal con un actor que era muy similar a mí en su misma edad... A los 25 años, un actor es muy decidido. Quiere actuar, quiere aprender... Pierre es muy exigente consigo mismo, quiere dejar huella y, en este caso, quería crear una persona real, hacer de Philippe un héroe. También trabajó en su físico y fue un buzo muy intrépido. ¡Yo casi estaba celoso de él! Era una película de Cousteau después de todo, ¡pero él era el único que consiguió nadar con leones marinos y tiburones! Pero, bromas aparte, diría que el hecho de que rodáramos en muchas partes del mundo, creó un estrecho vínculo entre todos nosotros... De hecho, la principal diferencia entre Pierre y yo, es que no empezamos en el mismo mundo: él es totalmente parte de la generación de los smartphones, las tablets y Twitter.

P.: Otro personaje importante de la película que el público va a descubrir por primera vez es Simone Cousteau, perfectamente interpretada por Audrey Tautou...
L. W.:
Cuando vimos la película y las luces se encendieron en el auditorio, me giré hacia Audrey directamente y le dije `Me quito el sombrero'. Está extraordinaria en ese papel, consigue crear el personaje de Simone de una forma sutil y única. Audrey supo como coger inspiración de la Simone real pese a encontrar muy pocos libros y documentos sobre su existencia. Era hija de un almirante, así que era una chica marinera, de clase media, que decidió alejarse de la sociedad. Pero Simone también sufrió en su matrimonio y, para molestar a Cousteau, decidió quedarse a bordo en el Calypso, liderando el barco, como jefa de tripulación. Todos aquellos hombres le tenían mucho respeto: para los que aún viven: `¡Ella es intocable!' Audrey supo como retratar la evolución psicológica de Simone: a lo largo del film se va amargando, pero sigue cariñosa, amable... ¡Me encantó su interpretación! Y es una de esas actrices, como Signoret, que es capaz de mostrar una verdadera belleza, pero también a alguien totalmente autodestructivo... Simone Cousteau era una mujer altamente inteligente, que estaba siempre muy atenta a todo lo que sucedía a su alrededor, pero también tenía una gran resistencia. Creo que Audrey se sentía muy cerca de ella. Es alguien a quien le encanta el mar, que se siente a gusto en compañía de hombres. Se sentía muy cómoda a bordo en el barco... durante el viaje a la Antártida, ambos estábamos eufóricos, de un lado para otro, ¡grabándolo todo! Ella ha creado un papel muy poco convencional que creo que le dará un amplio abanico de posibilidades...


P.: Antes destacabas que el barco en el que rodasteis es un elemento esencial de JACQUES. Cuando estabas a bordo de esta réplica del Calypso y te convertiste en Cousteau para la película, ¿no se te puso la carne de gallina?
L. W.:
¡Sí, absolutamente: la primera vez que pisé la cubierta fue una locura! Había soñado muchísimo con aquél barco, había leído mucho sobre él y visto mucho metraje, así que fue una sensación muy rara. Recuerdo que cuando llegué al puerto de Cape Town y ví el barco, ¡no podía creer lo que veían mis ojos! Todo era único, por ejemplo cuando entras en la sala de control... ya sabes, JACQUES era más que una película: todos nos acercamos mucho a la historia, a su familia, a su aventura. Por supuesto que estábamos interpretando a personajes, pero eran personajes que conocimos o que conoció la gente con la que hablamos. Para mí eso fue un factor culminante en todo esto. Al final de la película, lloré la muerte de mi hijo, Philippe, con mi otro hijo Jean-Michel, sentado en un banco mirando al océano. Francamente, en aquél momento, estaba llorando por Philippe, no necesité pensar en mis familiares, una técnica habitual para los actores para llorar en pantalla... Esa historia se había convertido en la mía. Mi pena era la de Cousteau para su hijo. Aquello no me había pasado nunca antes...
P.: ¿Quieres decir que recordarás la película como algo especial después de cuarenta años trabajando con algunos de los mejores directores?
L. W.:
Sí, aunque sólo sea porque es muy difícil tener la oportunidad de interpretar un personaje durante un periodo tan largo de su vida, entre los 37 y los 70 años. Todo el trabajo de maquillaje por parte de Rick Findlater para conseguirlo fue excepcional. Para mí, JACQUES fue un gran logro. Es el tipo de película que soñaba hacer cuando descubrí el cine por primera vez: a gran escala, épico... Me encantaba ver películas de David Lean, o `Memorias de África', donde hay desde dramas íntimos hasta imágenes espectaculares. Así que, por supuesto, he disfrutado mucho haciendo las películas de autor que he hecho, pero lo que Jérôme me ofrecía era imposible de rechazar, ya que es un tipo de película como las que hay pocas en Francia. Estoy convencido que una de las cosas más bonitas en la vida, más que los logros personales, son los viajes y los encuentros. ¡Y me mimaron completamente en lo que respecta a eso!


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