ENTREVISTA A SAM GARBARSKI Y MICHEL BERGMANN
Director de la película "Bye Bye Germany".


Pregunta: Bye Bye Germany está basada en la primera novela de Michel Bergmann, Die teilacher (The Travelling Salesmen). ¿De dónde vino la idea para escribir esta novela en el 2010 y cómo acabó siendo una película?
Michel Bergmann: La idea me estuvo rondando en la cabeza durante años, porque vengo de un largo linaje de vendedores. Mi padre se parece al personaje de Holzmann. Poco después de la guerra, volvió a Fráncfort desde París y estableció un negocio de venta al por mayor de ropa interior con su hermano, David. Contrató a vendedores para que viajaran por todo el país, igual que en la película, y endosaran paquetes de lencería a todo el mundo. Quise convertirlo en una película por dos motivos. El primero es conmemorar a mi tío David, fue el «rey» de los teilacher (vendedor ambulante) y un cómico fabuloso. La otra razón es que no existen libros ni películas que expliquen en profundidad la inmigración a Alemania de los supervivientes del holocausto judío. Es una historia olvidada para los alemanes. Empecé a plasmar el material que tenía en una novela que se publicó en el 2010 bajo el nombre Die teilacher. Pero, debido a la riqueza del material, pronto supe que se convertiría en una trilogía. Por supuesto, el hecho de que se haya realizado una película basada en mi libro y, lo que es mejor, que muchas cadenas de televisión se hayan involucrado, me produce una gran satisfacción.
Sam Garbarski: Primero, me honró que Michel Bergmann quisiera enviarme el libro con la intención de convertirlo en una película. Mientras lo leía me pasó algo que solo me ha ocurrido dos o tres veces en la vida: no podía parar.
Me leí el libro entero en una noche. Me sentí como si estuviera nadando entre albóndigas y fideos en la olla de sopa de mi madre. Este mundo y sus protagonistas me hicieron sentir como en casa de inmediato. Aunque en mi familia no había ningún teilacher, me sentí completamente identificado. ¡Fue un sentimiento increíble! No me lo pensé dos veces, llamé a Michel al instante y le dije: «¡Lo hare!».


P.: Entonces, ¿la película no está basada en la vida de vuestras familias?
S. G.: Ese fue otro motivo para hacerla, sabía muy poco del tema. Yo nací en 1948, cerca de Múnich, y la gente no hablaba sobre la época nazi. Era un tema tabú para los judíos que se quedaron o volvieron tras la guerra. Ellos ni querían ni podían explicarlo. La película no da una respuesta sino, más bien, una explicación.

P.: ¿Qué dificultades encontrasteis al adaptar una novela a un guion?
M. B.: La novela básicamente es un flashback enorme. La historia comienza tras la muerte del viejo David Bermann y muestra cómo ha sido su vida. En la película tuvimos que mostrarlo en menos tiempo, pero intentando no perder el espíritu ni el alma de la historia. Trabajamos en ello intensa y eficazmente. Le estoy muy agradecido a Sam porque fue muy realista y pragmático, evaluó la viabilidad de todas las ideas que se le ocurrían. No tardó en encontrar una idea válida: centrar la historia en los años 1946 y 1947. Al principio no me pareció muy buena idea porque, como autor, debía prescindir de varios acontecimientos y personajes a los que tenía cariño. Lo llaman «matar a tus queridos», y puede resultar muy doloroso.
S. G:: Me resultó muy fácil ponerme en la piel de los personajes -después dtodo, ya me había enamorado de ellos al leer la novela-. Como no conocía personalmente a la familia de Michel y no tenía ningún vínculo emocional con sus experiencias, fue mucho más fácil para mí eliminar algunas partes de la historia o crear nuevos argumentos. El momento más conflictivo fue cuando introdujimos elementos de la segunda novela de Michel, Machloikes, como el interrogatorio. Pero hacerlo le dio sustancia a la historia de David.
M. B.: Me sorprendió muchísimo lo bien que funcionó hacerlo. Por ejemplo, no podía imaginar la escena donde Verständig cuenta como perdió su ojo en Shanghái sin utilizar un flashback para narrar la historia. Pero gracias a la emotiva interpretación de Hans Löw, sin usar casi palabras, uno puede imaginar lo que pasó. Ese fue el mérito de Sam: condensarlo de esa forma para darle profundidad a los personajes.

P .: Un personaje que aparece en la película, pero que no se representa de la misma forma en el libro, es la agente especial Sara Simon, una judía alemana emigrada que persigue nazis y se centra en interrogar a David Bermann como posible colaborador. ¿Existían agentes especiales como ella?
S. G.: Sí, existían estos agentes, los seleccionaban en base a su experiencia individual y sus cualidades. Ella es una judía alemana que escapó justo a tiempo, pero, además, también es abogada. Es la candidata perfecta. Y el hecho de querer usar esta misión para librarse de su culpabilidad genera una tensión adicional entre ella y David.

P.: ¿Cómo elegisteis a los personajes?
S. G.:
Es una película coral, son como una familia. La primera vez que los actores se conocieron aquí en Berlín fue muy evidente -si hubieran podido, se habrían ido a vender al instante-. Ya había hecho una película con Moritz Bleibtreu, es muy buen actor y aporta profundidad a sus personajes, muy pocas personas son capaces de hacerlo. También le encanta contar historias y es el auténtico «líder de la manada». Eso hizo que fuese el mejor candidato para este papel. El resto de los teilacher fueron sugerencia de nuestra directora de reparto, Heta Mantscheff, que hizo un excelente trabajo. La combinación de actores alemanes, eslavos, judíos y musulmanes funciona a la perfección.

P.: Entre muchos momentos emotivos, aún queda tiempo para el humor; de hecho, es un elemento muy importante en la película. ¿Cómo conseguisteis este balance?
M. B.:
Cuando Isabelle Huppert vio la película fue una de las cosas que me dijo: "Lo más interesante es la constante ambigüedad". Tiene razón, siempre es ambigua. Esta disyuntiva también fue una parte importante de la novela. En ningún momento se disculpa el comportamiento nazi, pero a veces se les hace un guiño para que el lector no sienta culpabilidad a lo largo de la novela. No digo que haya ningún tipo de camaradería. Lo que pasó fue terrible, pero ellos se han recuperado
S. G.: Ellos tienen habilidad para seguir con vida o, mejor dicho, para sobrevivir. Tiene mucho que ver con el humor judío, no es gracioso, es más filosófico. Te acaricia en vez de abofetearte. Es medicinal. Como se puede observar, lo más absurdo de la historia de David es que sobrevivió porque sabía contar chistes. Eso es lo que le salvó la vida, pero, a la vez, lo que lo atormenta, ya que ha sido el bufón de quienes asesinaron a su familia.
M. B.: En 1920, Vilna tenía el teatro judío más importante de toda Europa. Una de las obras que se representaban allí era A Yiddish Life, a Tragedy featuring Music and Dance. Y eso era precisamente lo que queríamos conseguir: esa autoburla.
S. G.: Reaccionar a un suceso terrible riendo en vez de llorando es terapéutico. Hay algunas frases que parecen graciosas, pero en realidad son sinceras. Un buen ejemplo sería cuando en la película Fajnbrot dice: «Tu amigo está arruinando nuestra buena reputación». A lo que David contesta: «¿Desde cuándo tienen una buena reputación los judíos?». O cuando Joann Sfar escribe en su novela: «Un judío asquenazí es alguien que arruina un precioso presente preocupándose por el futuro». Un viejo amigo me mandó hace poco una tarjeta en la que ponía: «Espero que este año vivas muchas experiencias preciosas de las que puedas quejarte». Es muy acertado.

P.: Muchos de los personajes hablan en hebreo o en un alemán con inflexiones hebreas. En el libro, el hebreo tiene un papel muy importante...
M. B.:
La gente lo hablaba en casa. Hicimos los diálogos a medida para cada actor, así conseguimos que sonase natural. Un judío alemán habla de manera diferente a uno checo o a uno húngaro. En la película se aprecia a la perfección.

P.: ¿Por qué es tan importante que la historia de Die teilacher llegue a un público tan grande?
S. G.:
Prácticamente lo ha explicado Michel. No hay libros ni películas que exploren la historia de los judíos que volvieron a Alemania tras la caída del Tercer Reich. Así que indagamos para encontrar respuestas, pero no las encontramos -todo el mundo debe tener un motivo personal para no hablar de ello-. La película va en busca de una respuesta. Es una diminuta historia que forma parte de una historia más grande, que a su vez es parte de otra historia aún mayor. Es una historia personal que también es universal. Eso es lo que la hace bonita.

P.: Al final, cuando Michèle y Anna se alejan juntas, no estamos seguros de lo lejos que van a llegar.
M. B.:
Es algo que ya he vivido en varias lecturas públicas del libro. Al principio, me preguntaba por qué 200 personas se sentarían a escucharlo en lugares como Weinheim, Gütersloh y Wurzburgo, o 1400 en un sitio como Erlangen. Entonces me di cuenta de que les estaba contando una historia muy exótica, la mayoría de ellos estaban familiarizados con la guerra y las luchas debido al sino de sus propias familias. A día de hoy, estos temas vuelven a ser muy importantes. Mucha gente ha emigrado para intentar sobrevivir en otro lugar. Las personas que había en mis lecturas entendían esto, sin importar donde estuvieran.



La revista Photomusik no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores expuestas en esta sección
.

 
Recomienda esta entrevista