ENTREVISTA A STELLAN SKARSGÅRD
Actor de la película "Regreso a Montauk".


Pregunta: ¿Qué fue lo primero que le vino a la mente cuando oyó hablar de Montauk?
Stellan Skarsgård: Antes de leer a Max Frisch y el guion, el famoso faro del siglo XVIII que vemos en tantas fotos. Sabía que un gran número de artistas como Andy Warhol habían estado allí. Personalmente nunca había ido a Montauk, pero ahora ya he podido formarme una imagen. Es un poco como si hubiera ido a rodar a la punta más septentrional de Dinamarca, donde pintaron todos los impresionistas escandinavos porque la luz es incomparable. La luz de Montauk es muy similar. Además, se refleja en el océano de una forma incomparable. Y el ruido de las olas es fabuloso.

P.: ¿Qué le convenció para participar en el proyecto?
S. S.: Tenía muchas ganas de trabajar con Volker Schlöndorff porque admiro profundamente toda su obra. Para mí está entre los grandes realizadores, por su inteligencia y sensibilidad. Pero lo que realmente me convenció fue el guion. Las palabras... Era pura literatura, muy diferente de los guiones que suelen mandarme. El inglés de Colm Tóibín es preciso, maravilloso. REGRESO A MONTAUK va contra mis principios. Suelo decir que el cine debe alejarse al máximo de la literatura. El texto no es lo más importante, sino lo que ocurre entre líneas. Pero no podía negarme solo porque iba contra mis principios. La película empieza con un monólogo de Max Zorn que dura casi cinco minutos. Esto ya me pareció muy estimulante.

P.: ¿Cómo describiría a Max Zorn? ¿Qué clase de hombre es?
S. S.: Prefiero no describir a mis personajes porque acaba siendo reductor. Me esfuerzo en encarnar a una persona de verdad y de estar lo más cerca posible de la realidad. Todo esto es contradictorio e irracional. Sin embargo, le diré que más que la intriga o la historia, Max es el primer plano de la película: un hombre que fantasea excesivamente con una antigua historia de amor. Y descubrir la realidad es traumático. Pero la película también habla de dos mujeres y de cómo ven a Max esas dos mujeres.

P.: ¿Qué hace diferente a Volker Schlöndorff como realizador?
S. S.: Trabaja muy deprisa y se adapta fácilmente. Solo le preocupa el resultado, le da igual el método escogido para conseguirlo. Por lo tanto, el actor es libre de probar cosas y abordar cada escena desde una perspectiva diferente. Eso no significa que perdamos tiempo. Rodamos mucho, muy deprisa, sin esperas interminables y, a menudo, sin cortes. Es un método que me gusta mucho porque la espontaneidad logra momentos imprevisibles. Pero esto solo puede funcionar si el realizador confía plenamente en el actor. Volker lo oye todo, lo ve todo, se fija en cada matiz. Y le gusta que nazcan momentos especiales.

P.: ¿Cómo fue el rodaje en Nueva York?
S. S.:
Cada vez que aterrizo en el aeropuerto JFK, tengo palpitaciones y mi ritmo cardíaco se acelera. Este subidón de adrenalina no se calma hasta que me voy. La energía de la ciudad es contagiosa, muy poca gente permanece inmune. Nueva York como telón de fondo es algo particular porque la vemos en muchas películas. Cualquiera tiene una imagen de la ciudad antes de conocerla realmente. El Empire State, los taxis amarillos... Pero en REGRESO A MONTAUK no se enseña Nueva York como una postal. Rodar en medio de la ciudad fue bastante caótico. Para empezar, dado el presupuesto, no podíamos cortar las calles, y había que estar al tanto para que no nos derribara un coche. Pero fue perfecto para mostrar la realidad tal como queríamos. Y fue genial hacerlo con un realizador con la enorme experiencia de Volker Schlöndorff.

P.: ¿Porque lo explica todo?
S. S.:
Es una forma de decirlo. Volker tiene grandes conocimientos literarios y artísticos, es una enciclopedia viviente. Entiende inmediatamente lo que el otro quiere, en qué se basa y de qué habla cuando reflexiona sobre escenas individuales. Acepta ideas y sugerencias, pero lógicamente sabe mejor que nadie por qué rueda una escena de tal o cual forma. Puede rechazar una sugerencia con más firmeza que un realizador menos experimentado, incluso la de un actor con tantas tablas como yo.

P.: ¿Cómo fue trabajar con "sus" mujeres, Nina Hoss y Susanne Wolff?
S. S.:
No nos conocíamos. Son dos actrices geniales y fue un privilegio estar con ellas. También digo lo mismo de Isi Laborde-Edozien. Las tres son actrices muy diferentes, pero tienen algo en común: una gran presencia ante la cámara, pero sin ideas preconcebidas. Se dejan llevar por el momento, son abiertas y espontáneas. Es maravilloso. Fue un auténtico privilegio, a mi edad, estar rodeado por tres mujeres jóvenes tan maravillosas.



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