ENTREVISTA A PATRICK IMBERT
Co-director de "El malvado zorro feroz".


Pregunta: ¿Conocía el cómic de "El malvado zorro feroz" antes de trabajar en la película?
Patrick Imbert: Claro, porque soy amigo de Benjamin desde que nos conocimos durante la preproducción de Ernest y Célestine. Yo era animador, él era el director artístico y el director de animación. Desde entonces, estoy pendiente de todo cuanto hace.

P.: ¿Cómo se deslizó dentro del universo creado por Benjamin y contribuyó a darle vida con su propio estilo al tiempo que respetaba su historia y su obra?
P. I.: Desde que colaboramos, desde hace ya unos años, y se desarrolló su universo personal en el trabajo para Ernest y Célestine, hemos compartido esta experiencia artística. Para mí, es relativamente sencillo comprender lo que Benjamin quiere hacer y trabajar dentro de su sensibilidad, gracias a esa base común.

P.: ¿Podría explicar de qué modo un animador que nunca ha dibujado en el estilo de Benjamin logra dar vida a esos personajes con ayuda de fichas?
P. I.: Benjamin dibujó casi todas las posiciones principales de los personajes, escena por escena, en toda la película. No podríamos soñar con una herramienta mejor para guiar el trabajo de los animadores, dado que el mismísimo creador fue quien dibujó esas posiciones con miras a asegurar que el aspecto de las escenas fuera siempre consistente respecto de su estilo. Y Benjamin y yo organizamos todo un asesoramiento a los animadores, dirigiéndolos para que pensaran más bien en términos de interpretación cómica de actor de teatro en lugar de los clichés y el manierismo que a menudo se observa en los dibujos animados. Eso guía la dirección de nuestra animación: primero, pensamos bien lo que decimos, luego lo que queremos expresar más allá de las palabras, y finalmente acogemos el chiste. En ese momento, es él quien debe dirigir la animación, preferentemente con economía de movimientos, centrándose en dónde es más necesario el chiste para ser efectivos y contundentes.

P.: Usted ha dirigido Un bebé que entregar y Las Navidades perfectas. ¿Qué consejo le dio Benjamin cuando estaba preparando la realización de esas historias? ¿Cuánta flexibilidad tuvo para crear nuevos gags, nuevas situaciones que divergieran del guión que Benjamin y Jean Regnaud habían escrito?
P. I.: Gocé de una libertad considerable porque el objetivo final estaba en lograr un buen resultado, incluso si ello significaba cambiar muchas cosas. Dado que Benjamin es tan director como yo, y que ha adaptado previamente Ernest y Célestine, con Daniel Pennac, conoce el proceso de trasponer trabajo a película, y todo lo que esa transformación implica con el montaje y la añadidura de escenas. Pude cambiar lo que quise siempre que permaneciera fiel al espíritu del cómic y que funcionara. De modo más concreto, Benjamin y yo nos sentábamos uno al lado del otro para poder discutir una idea y decidir rápidamente si funcionaba o no. Es más, Benjamín también aportó nuevas ideas a lo largo de la producción para ayudarnos en la realización. El principal consejo que me dio fue que me concentrara primero y por encima de todo en la narración, y después pensara en las maneras de abordar los problemas técnicos y las restricciones presupuestarias. Como animador y director de animación, soy responsable de la gestión logística y presupuestaria, pero es cierto que en ocasiones ello puede devenir mi principal preocupación un tanto excesivamente. Su consejo era, por tanto, sabio.

P.: ¿Cómo trabajó con Benjamin durante la producción de las dos historias que usted dirigió?
P. I.:
Preparaba con mucha concreción los storybords basados en el guión antes de realizar Un bebé que entregar y Las Navidades perfectas. Y coordinaba la dirección de animación de las tres historias de la película. Benjamin y yo trabajamos codo a codo en cada estadio del film: planeábamos los planos, el montaje, el registro de voces, la mezcla de sonido, y a través de todo el proceso fue sencillo pedirle consejo cuando quiera que tuviera una duda. En tal caso, me dirigía a alguien que no era tan sólo el autor del cómic original sino que también era un animador profesional que aprecio. Su punto de vista y su consejo eran siempre valiosos. Estamos acostumbrados a colaborar, así que también él me pedía mi opinión. Todo esto acontecía de un modo calmo y artístico, siempre avanzando juntos.

P.: En comparación con el cómic, cuáles son los elementos nuevos que usted ha añadido a las historias Un bebé que entregar y Las Navidades perfectas?
P. I.:
Principalmente, los chistes, los gags infantiles y adultos que se transmiten a través de la animación y también del diálogo por medio de la interpretación de actores. Los añadí porque sencillamente me hacían reír. Esa es quizá una pequeña diferencia entre Benjamin y yo en lo tocante a la narración: él quiere llegar a todo el mundo al mismo tiempo, a todas las generaciones a la vez, mientras que yo de tanto en tanto prefiero dirigirme un poco más a los jóvenes, con todo y que esos chistes también funcionen para niños. Por ejemplo, para resaltar la traición del pato tras haber contribuido a estrellar un árbol en la cabaña, me remití a una escena del film de Claude Lelouch, La aventura es la aventura, en la que Lino Ventura da una lección de política a sus colegas. Me inspiré por ciertos giros de frase que me parecen deliciosamente evocativos de la mala fe. Pero generalmente, nos asegurábamos de que el público pudiera divertirse resiguiendo las aventuras de la historia sin importar la edad. Habíamos de tener ese respeto al público que respondía a nuestra invitación y que venía a ver esta película en las salas de cine, su confianza en nosotros. Teníamos que divertirlos con gags cuidadosamente elaborados, y mantener su atención conservando buen ritmo de principio a fin. Estoy orgulloso del trabajo conseguido. Sé que puedo aconsejar la película con sinceridad a la gente, y decirles "Ve, ya verás, te lo pasarás bien de verdad."


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