La ironía campa con libertad durante un metraje entretenido. El chiste fácil conecta gracias a la personificación de situaciones conocidas. La forma es el punto fuerte de un contenido tratado con liviandad que pretende hacer reír donde lo más fácil es sacar lágrimas dolorosas. La sátira corporativa y el despido laboral se juntan con la picardía que planta cara a la guerra de sexos en una lucha particular entre David y un Goliat vulnerable en su prepotencia más íntima.
El buen patrón no se inspira en la denuncia de
Ken Loach o
Robert Guédiguian. El conflicto moral tampoco profundiza en el arreglo que reconstruya desencuentros o solucione males mayores. Este alejamiento del compromiso facilita la aproximación a un público que busca humor en la crítica de los atropellos empresariales sin necesidad de ponerse serio. Detrás de este engranaje existe un guion bien movido por protagonistas convertidos en marionetas del sistema económico. Las piezas que están por llegar tienen su espacio reservado en esta representación cosanguínea de la ética capitalista. Todo tiene que ir como la seda para alcanzar el reconocimiento del gremio y, de paso, llevarse las subvenciones que vendrán luego. Los personajes nadan entre la falsedad y la preocupación. El artificio de Blanco es suave y directa,
Javier Bardem lo interpreta ligero de equipaje y solvente, rodeado de hormigas obreras y alguna avispa amante de mieles reservadas a una minoría. Los tópicos sobre la utilización del dinero público, la absorción que el cine hace de las ayudas estatales o el socialismo cuyo delito es amparar a los pobres tocan la realidad desde el sarcasmo. El lado guerrillero contraataca para defender la injusticia ejercida sobre el asalariado expulsado de la tribu laboral. El hijo nuevo del
ERE entabla una lucha extramuros que encuentra amigos en un vigilante jurado solidario que representa a la sumisión jerárquica con candidez. Esta contribución actoral crea una película de factura correcta e insuficiente en una trama que enfrenta problemas personales con conflictos profesionales.