A más de un escritor no le importaría lo que le ocurre a Henry con su libro si la acción repercute en una expansión de su obra. No siempre resulta atractivo ser súper ventas que arrasa las vitrinas literarias y rompe los corazones de mujeres que se mueren por un argumento cuajado de pasión barata. El objetivo inicial de confortar el espíritu metafísico enciende imaginaciones calenturientas mientras ignora, altera el significado del autor. La sensualidad ataca como sexo puro y duro, dulcificado por el drama ardiente. El erotismo despechado gana la partida gracias a los retoques de una traductora a quien no le importa apropiarse de un libro con intenciones oportunistas. Más que una frustrada es la guerrillera del corazón femenino, conocedora de los culebrones mejicanos (y su público). La imaginación cursi reescribe un fracaso literario (británico) que apunta alto en una metafísica de la que apenas ofrece pistas. Sólo se conocen las intenciones de un escritor metido en su capullo narrativo como monje de clausura a quien el restregón de alcoba infiel le parece algo inútil y banal. La traductora de la versión mejicana despierta la llama el deseo entre lectoras deseosas de participar en la promoción por tierras mejicanas de un libro adulterado. |
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El amor aparece sin chispa, forzado por la necesidad de acabar un argumento tonto. El novelón rosa no sería nada sin la presencia del villano, dispuesto a facilitar la ruptura de una relación muerta. El libro del amor trata de concepciones literarias distintas a la hora de presentar un libro. El choque entre quienes piensan las letras con el alma y quienes encuentran en la demanda popular el camino propicio para aumentar la basura literaria está abierto. ¿Alguien se imagina un duelo entre Corín Tellado y Jane Austen?
La adaptación superficial de un libro serio es acoplada al folletín amoroso descamisado que sabe enganchar a la mujer necesitada de dramones sentimentales. El proceso creativo destruye la inspiración original para edificar una estructura propia, cercana al deseo del final trágico que espera una continuidad con la que identificarse. Las intenciones de comedia romántica se rinden a los brazos del enamoramiento vulgar. Este recorrido resulta tan simple como predecible. Los chistes sobre la inexistencia del amor cuando se termina cayendo en sus garras resulta patética. Ni el guiño adulto ni el fuego erótico tienen cabida en una película insoportable. El mensaje peligroso de que un libro es bueno siempre que resulte rentable para su editorial corre con libertad. La es un pretexto para un movilizar interés decepcionado entre muñecos de feria y sujetos dispuestos a vaciamo de la testosterona militar se impone a la materia gris. Su locura entretiene menos que un payaso en la cola del paro. |