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ADN VAMPÍRICO
Película La invitación
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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La moda más reciente para encontrar restos de una parentela perdida es confiar en los resultados de una prueba genética a través de internet. Al menos, así lo ve Evie, una joven a caballo entre la soledad reciente y la necesidad por localizar la continuidad del eslabón familiar roto. Otro ejemplo de lo solo que el ser humano se encuentra en la era de las comunicaciones cibernéticas. Sabedoras de la necesidad que el ser vivo tiene por encontrar espíritus afines, no faltan mentes lúcidas que explotan este sentimiento de familiaridad con intenciones mercantiles más que morales. El árbol genealógico se recompone para una mujer que, sin estar desesperada, quiere encontrar una prolongación de su brazo cosanguíneo y calmar una tristeza convertida en rutina. Como toda película que necesita de un gancho para que un argumento sin futuro progrese, la aparición de ese primo segundo adinerado crea desconfianza y expectativa en una mujer que no quiere prescindir del consejo proporcionado por su mejor amiga. Una sentido de la relación macho-hembra, guiado por el corazón y la oportunidad irrepetible, entra en juego entre las dos. Aunque Evie sea más materialista que Grace, ambas ponen su intención final en pillar cacho y no vestir santos en soledad. Una premisa demasiado vulgar que destapa un aroma cercano al largometraje matrimonial en la que el amor y la felicidad se hinchan a pastelitos de crema. Si el linaje encontrado no contara con ganado joven y bien dotado económicamente, la curiosidad no se hubiera molestado en cruzar el océano Atlántico para encontrarse con un secreto inesperado. |
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La primera parte es convencional en cuanto al planteamiento de una historia amorosa posible. La chica que no ha salido de sus cuatro paredes neoyorquinas es deslumbrada fácilmente por la solemnidad del tradicionalismo y abolengo británicos. Los rascacielos se sustituyen por el castillo familiar convertido en mazmorra de misterios para la visitante. Su exclusividad no prescinde del mayordomo flemático ni del amo apuesto y galán. Tampoco puede faltar el ama de llaves responsable de todas las empleadas de la hacienda. Su silencio esconde el conocimiento de la verdadera historia que persigue la desgracia del lugar. La mirada demasiado limpia, los colmillos afilados se dejan ver con sonrisa cautivadora. Las orejas puntiagudas avisan de una fisonomía geométrica cuidada. El lenguaje de bienvenida afila una sensualidad conquistadora en el aristócrata anfitrión. La mansión es un escenario lujoso donde invitados exclusivos disfrutan con una gula carnavalesca, cercana a Veneciafrenia, de Álex de la Iglesia, que no repara en decapitaciones y caldos sangrientos. |
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El conde Drácula disfruta de sus primas como concubinas incestuosas en un club restringido que no pretende ampliar un harén nobiliario.El hospedador amable y seductor es la reencarnación del conde. La historia alcanza un giro inesperado que, a pesar de su locura, ha mantenido bien atado. Jessica M. Thompson consigue momentos de alcance vampírico sin abusar de la sangre. El líquido lubrica las intenciones de una reunión destinada a perpetuar su especie con un miembro nuevo. El vestuario e iluminación adoptan el cuidado británico junto a una dirección de actores equilibrada. Nathalie Emmanuel, presente en las tres entregas últimas de Fast & Furious, Juego de Tronos o la miniserie televisiva Cuatro bodas y un funeral, se sumerge en ambientes de turbación gótica.
La figura de este drácula contemporáneo se aleja del clásico Vlad el Empalador como un hombre corpulento, musculoso, con apariencia fría, bigote y pómulos sobresalientes. El alegato feminista final despierta más Van Helsing con hormonas de Clint Eastwood que sentimiento draculino. |
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