Julia Roberts, preguntada sobre la complicidad existente con George Clooney en la película Viaje al paraíso, afirmó en la última edición del Festival de Cine de Cannes que
‹‹probablemente será terrible››. Y a las palabras de la actriz norteamericana no le faltan razón. Dicha afirmación se queda corta referida a este engendro de encontronazos, reencuentros y enamoramientos. La vida familiar norteamericana está marcada por dos momentos estelares en la vida tanto del padres como hijos: la graduación y la boda del vástago. Su auxilio se convierte en emergencia cuando ven peligrar el futuro de una descendencia marcada por el sexo femenil. Los estereotipos, desde el inicio, explotan con la estampa típica de la familia norteamericana sin el salero que
Steve Martin ponía en su humor absurdo y casero.
¿Por qué los progenitores están tan emperrados en desbaratar la vida sentimental de sus hijos? La respuesta es tan sencilla como vulgar: para que no comentan los mismos errores que hicieron ellos en el pasado. Un argumento troglodita que busca más protagonismo del necesario en una vida que no les pertenece. Siguiendo esta premisa, el enredo pretende reunir la carcajada y el disfrute con nombres estelares. Los coqueteos en la gran pantalla de Julia Roberts y George Clooney vienen de antaño, cuando chuparon cámara conjunta en
Ocean's Eleven: Hagan juego y
Ocean's Twelve: Uno más entra en juego. Regresan al estrellato, con sendos
Óscar bajo el brazo, en una comedia desmadrada por la simpleza de un guion tontorrón.