|
|
|
|
|
|
|
|
LA CULTURA DEL DIABLO
J.G.
(Madrid, España)
|
|
|
|
|
|
|
Por
fin es viernes, suena el despertador:
ruido. Siete treinta de la mañana,
la cafetera en ebullición: ruido.
Ocho de la mañana, atasco en
la carretera, claxons, motores en marcha:
ruido. Ocho treinta de la mañana,
la fotocopiadora de la oficina se pone
a trabajar: ruido. Estamos rodeados
de ruido y lo tenemos tan asimilado
que sin él no podríamos
vivir, es como si se nos acabara el
oxígeno que nos permite respirar
y continuar viviendo. Es el destino
de una sociedad abocada a la incomunicación.
|
|
Son
las diez de la noche, la gran
noche. Las tribus del metal invaden
la ciudad desde la boca de metro
hasta el pabellón de deportes.
La cola avanza lentamente, a su
paso se encuentra chiringuitos,
revendedores, curiosos despistados
("¿y esto qué
es?" pregunta uno, "la
tele que está por ahí..."
responde otro sin saber lo que
ocurre). Cazadoras de cuero, símbolos
de paz en su espalda, brazaletes
con púas, pelo largo, botas
de punta, chicas con gesto de
pantera... La legión del
heavy metal está de fiesta.
|
Cuando
la cola ya no existe y todo el
mundo se agolpa dentro del pabellón,
se oscurece el escenario, música
tétrica, se ve una figura
entre la penumbra de los focos,
la gente grita de éxtasis
y las primeras guitarras comienzan
a rugir. Música para unos,
ruido para otros.
|
|
|
El
heavy metal, al igual que cualquier
tipo de música, tiene una
estética y un comportamiento
que define a sus seguidores. La
utilización de colores
oscuros, una siniestra simbología
y el ser asociada con el desorden
le han convertido en una bestia
negra de la juventud. Hay quienes
no dejan de reafirmar su carácter
exclusivista y rebelde, destructor
de los buenos modales.
|
|
|
Para
muchos, la situación social tan
desastrosa que vive la juventud (paro,
pocas expectativas de futuro...) es
alimentada en gran parte por esta música
chillona. Sirve de isla para
no querer enfrentarse a los problemas
cotidianos.
-"Mi hijo no sale de la habitación.
Siempre está escuchando esos
ruidos ensordecedores".
|
|
|
|
|
También
hay jóvenes que tienen su curro,
trabajan sus ocho horas, cumplen con
la sociedad y cuando llega la hora de
divertirse se desmelenan con un concierto
de "Iron Maiden" o
"Judas Priest" (aunque
al precio que se están poniendo
los conciertos, resulta un lujo seguir
el circuito musical).
Esta música se ha convertido
en un elemento perseguido social y culturalmente.
Si das signos externos de tu inclinación
heavy (no olvidemos que no sólo
estamos hablando de música, sino
que también de una forma de entender
la vida) lo tienes crudo a la hora de
conseguir trabajo. Los motivos siempre
se remiten a un aspecto "sucio
y desaliñado": cazadora
negra y pelo largo. Somos una sociedad
en la que prima la apariencia externa
sobre la personalidad; intolerante,
miedosa y aburrida. Visto lo que hay,
es normal que la juventud forme sus
ghettos y se refugie en ellos para salir
de la presión a la que se ven
sometidos.
La
música heavy ha sido tachada
de satánica, invocando a las
letras de sus canciones. "KISS",
"AC/DC", "Judas Priest"...
incluso a los "Rolling Stones"
se les ha clasificado como "mensajeros
del diablo" por las consignas de
sus estrofas, unas más explícitas
que otras. Si en algo ha destacado el
heavy metal desde el principio es en
su carácter anti comercial.
El conseguir números uno
o batir records de ventas no ha
sido un fin primordial, aunque muchos
grupos lo han conseguido. Quizás
no estén tan preocupados en este
aspecto porque cuentan con la lealtad
de sus seguidores, quienes no se dejan
llevar por las modas. El espíritu
del heavy metal no entiende de modas,
es más, las odia. Si se recrimina
su comportamiento obsceno y excesivo,
hay grupos "rompelistas" que
han tenido más problemas con
el alcohol y las drogas que los heavy.
A esos no se les sataniza, al revés,
el marketing se encarga de encubrirles
para que no bajen las ventas. Sexo,
drogas y alcohol es el trío inseparable
del heavy metal. Ian Durin no
perteneció a esta música,
y compuso una canción con ese
título.
Los seguidores actuales
del metal duro son chavales entre quince
y veintiocho años que viven para
esta música. La vieja guardia
está formada por nostálgicos
de los 70, donde la lucha por las reivindicaciones
sociales era su vida. Ahora están
situados en la sociedad, tienen responsabilidades
y una familia a la que dar ejemplo,
pero su fidelidad hacia el heavy metal
no ha cambiado. La idea de "heavy
camorrista y alcoholero" ha desaparecido
de sus mentes, es de mal gusto.
-"¡Locuras de juventud!"
(suspiran algunos).
La música nunca cambiará
y, aunque los estilos evolucionen, los
grupos desaparezcan, el heavy metal
siempre será una válvula
de escape con la que poder combatir
aquello que no nos gusta e intentar
cambiarlo.
|
|
La
revista Photomusik no se hace responsable
de las opiniones de sus colaboradores
expuestas en esta sección.
Texto y fotografías:
www.photomusik.com ©
|
|
|
|
|
| | |