Con
ella Felipe III añadió prestigio a su reinado. Esta plaza
porticada debe su configuración a la época renacentista;
se construyó entre 1617 y 1619 por Juan Gómez de Mora
sobre la "Plaza del Arrabal". En el s. XVII fue gran escenario
de acontecimientos públicos; fiestas, recibimientos solemnes,
juegos de cañas (espectáculo considerado padre del rejoneo)
y toros.
En sus portales se reunieron los más famosos gremios (agrupaciones
profesionales) de la época. Su huella se puede apreciar aún
hoy en las casas que rodean la plaza. En 1790 sufrió un incendio
por lo que fue restaurada por Juan de Villanueva. El centro de la plaza
alberga la Estatua de Felipe III, obra de Juan de Bolonia y Pietro Tacca.
En ella se representan obras teatrales, fiestas y es zona fundamental
en las Navidades madrileñas.
Bajo sus arcos, se pueden encontrar innumerables tiendas ornamentadas
al estilo del viejo Madrid, y los domingos se puede ver a una multitud
de personas que se dedican a la filatelia, siendo un emplazamiento inigualable
para la compra-venta de monedas, sellos, etc.