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EL CAJÓN DE LOS RECUERDOS
(Muchas ediciones veraniegas sólo recopilan en vez de innovar).
Agosto de 2008

J. G.
(Madrid, España)

Bootlegs y recuerdos

En la época estival, el estrés laboral es reemplazado por el estrés ocioso. Ese que surge cuando el engranaje de la rutina se para. Se viaja más: unos con la imaginación, otros con la intención. Hay más tiempo para aburrirse. También se escucha más música. Los nostálgicos, ya maduritos, pasan las tardes desempolvando vinilos de importación comprados en el Soho londinense. A sus hijos les basta un simple clic para acceder a las últimas novedades en eBay o MediaMaster.

Las radio fórmulas compiten en monotonía con el calor. La canción del verano no deja de molestarnos. La canción del verano es un fenómeno impuesto más que demandado. Ocupa los primeros puestos en los charts más escuchados. Ya es una tradición. La industria del disco no cierra por vacaciones.
¿Por que tiene que haber una canción del verano? ¿Y por qué no otro del otoño, del invierno, de la primavera, de los sueños…?.

Si escuchamos más música durante el verano no es porque la oferta creativa haya crecido, sino los soportes a través de los cuales podemos escucharla. Incluso interactuar. El iPod y mp3 en la playa; Youtube, Myspace, Second Life, Elhood, Pandora o Lastfm en Internet. La música acompaña. Una compañía bien avenida siempre que no dirija nuestro ocio, ni nuestra forma de consumir. Ni el dónde, cuándo ni el cómo. Hoy, con el burrito del eDonkey, o cualquier otro fenómeno P2P, siempre la tenemos accesible.

A parte de esta música playera, y sus compilaciones festivaleras, no abundan las novedades que salen al mercado durante los meses de calor. Abundan las etiquetas de recopilatorio, remasterización o reedición. Re-fritos de los que ya han aparecido discográficas especializadas en explotar el fenómeno. Arguiñanos de la producción musical. Los nuevos lanzamientos que salen en agosto se convertirán  en la antesala de la campaña navideña. Los que consumimos música somos drogadictos en cierto sentido. Una vez que se ha pasado el subidón de la novedad, caemos en un vacío que nos incita a esperar el nuevo disco de El Boss, U2, Maroon5 o Coldplay. La música pop se usa como un clínex. Su caducidad cada vez es más reducida.

En verano, a la industria del disco se le reblandece el cerebro. Es el turno de rescatar las viejas grabaciones de los dinosaurios musicales para aprovechar la rentabilidad que el tiempo les ha otorgado. Trabajos pertenecientes al cajón de los recuerdos de las grandes estrellas. Aquel material que jamás vio la luz porque formaba parte de un pequeño desahogo dentro de la grabación alcalina del disco final. Las canciones que sólo se encuentran en formato LP y los conciertos disponibles en VHS se actualizan a DVD realizados en alta definición, como cualquier Sistema Operativo de nuestro PC.
Diferente o novedoso no es sinónimo de mejor.
A veces es más atractivo el envoltorio que su contenido. Paradojas de esta cultura de la imagen que hemos construido.

Un cajón de los recuerdos acompañado de libretos a todo color con fotografías y partituras inéditas. La recolección de este material, labor documentalista más que musical, incorpora uno o dos temas inéditos, con gancho, para no apartar el halo fresco del nuevo disco. La industria musical siempre nos sorprende. No hay que negarles imaginación. Recuerdo de los comienzos en los que las megaestrellas actuales, muchos ya se han ganado la condición de abuelo, vendían su alma al diablo por tocar unos minutos en el CBGB (Country Bluegrass Blues), The Bowery, The Cavern, en Rockola, la sala Canciller o en cualquier garito de barrio que les contratase. No existían las lanzaderas promocionales tipo “O.T.” o “Tú síque vales”. Myspace ni tan siquiera era una ilusión julioverniana.

En 1957, a los quince años de edad, Lou Reed, rey de los excesos y la genialidad ganada al tiempo, consiguió grabar y editar un single suyo, "Leave Her For Me". Este trabajo fue atribuido a su grupo, The Jades. Su primer cheque por derechos de autor fue de, aproximadamente, setenta centavos.
La jazzista Vonda Shepard pidió prestados cien mil dólares a amigos y a su familia para producir su tercer trabajo, "It´s Good Eve". La inversión se vio recompensada con la música que Shepard proporcionó a la banda sonora de "Ally McBeal" reportando derechos superiores a los tres millones de dólares.

El verano es de los festivales. El estudio de grabación es para el otoño, cuando apetece estar al calor de los micrófonos y los unplugged que luego se convertirán en disco recliclado. Las sesiones que no se retocan, las fotos en horas de descanso, las canciones escondidas entre pitillo y pitillo. Luego vendrán las ediciones limitadas, las ediciones aniversario, las ediciones bootleg en soportes físico y digital.

Los únicos que no descansan son los tonos, que siguen dando la lata todo el año “marca xxx, seguido de espacio y tu artista”. La música en verano no para, una música remember.

 

J. G.

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