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ROCK SÓLIDO PARA EL GUITARRISTA QUE VINO DE LA GUERRA
(James Blunt. Presentación de "All The Lost Souls".
Sala La Riviera. 07 de julio de 2008)

J. G.
(Madrid, España)

James Blunt

Al hablar de James Blunt siempre viene a la mente el recuerdo de su carrera en la milicia. ¿Una pesadilla para él, su fuente de inspiración?... De familia militar, siendo oficial de reconocimiento en el ejército británico, fue destinado a Kosovo. Las patrullas de día sólo le dejaban tiempo para componer durante la noche. Cuando la vida te susurra con más intensidad, y el campo de batalla no tiene dueño. Cuando todos son acosados por la oscuridad. “No Bravery”, la canción que cierra su primer trabajo es el único tema completo que escribió en tierras balcánicas. Pasó el tiempo y James Hillier Blountt cambió el fusil por la guitarra. Sus balas son la crítica y la armonía. La crítica ante lo inmoral y la armonía de su voz.

En 2008 llegó su segundo disco grande, “All The Lost Souls”, en el que mezcla las baladas con el rock más agresivo e intenso. Es la confirmación de un artista que se presentó tímido y que ahora esa candidez se ha convertido en huracán. En el aspecto técnico, Tom Rothrock es el único que queda del antiguo equipo que produjo “Back to Bedlam” mientras que se ha conservado al mismo ingeniero: Mike Tarantino. En lo que a las letras se refiere, han permanecido el propio Blunt y Jimmy Hogarth. Éste último también participó en las tareas de producción de “Back to Bedlam”, junto a Tom Rothrock y Linda Perry.

Los primeros acordes del nuevo disco que ha presentado en La Riviera comenzaron con el solo pianístico de Paul Beard. Un Paul Beard cuya puesta en escena recuerda al Bob Dylan de los últimos conciertos, a un músico de salón con bombín y mirada puesta en su teclado. La sala se encontraba medio llena, algo desangelada, excepto entre el sudor que se masticaba en las primeras filas. Nerviosismo 2.0. Su guitarra comenzó a sonar como un torbellino. Este instrumento es suficiente para acompañar a James Blunt en unas canciones furiosas. Su cara y su voz las endulzan un poco. Si además está acompañado por una banda perfeccionista, no hace falta definir el resultado. Según se van desgranando “All The Lost Souls”, sus canciones se disfrutan más.

Es el turno de “I Really Want You”, una canción que se presenta con el aval de haberse editado como cuarto single de su nuevo disco en iTtunes de Australia. Comienza tranquila, casi a capella, con la intención de dar un breve respiro a una actuación frenética. Rock de cantautor: curiosa mezcla. La guitarra de James Blunt llenaba el escenario. No es un guitarrista al uso. Es pop, es rock, balada, denuncia, romanticismo… sin olvidar su labor al teclado. Es una mezcla de niño con cara de pillo que escupe una voz entre falsete y rasgada, dulce y penetrante. Potente y versátil. Quién diría que se ha pateado las trincheras. Quizás allí es donde ha esculpido su alma de artista.

Sus dotes a la guitarra han quedado bien demostradas para meterse con el piano en canciones salpicadas de color. El telón que servía de fondo del escenario se llenó con la carátula del nuevo disco.  Miles de rostros anónimos en miniatura conformando un mosaico que dibujaba la imagen de su cara. Una forma de buscar su identidad y hacernos reflexionar de que todos somos un cosmos y de que muchos juntos podemos formar una estructura sino homogénea, compacta. Una comunidad global unida por la música de James Blunt.

Recordando al disco anterior, “Back to Bedlam”, llegó la parte intimista del concierto con su cuarto tema: “Goodbye My Lover”. El piano se fundía con el estribillo coreado por la sala. La unión era absoluta, ponía los pelos de punta y a muchos no recorrió un pequeño temblor por el cuerpo. Las notas saltaban entre los corazones. Tras la última nota del piano, James Blunt agradeció al público su entrega sabiendo que eran ellos quien le agradecían una melodía tan hermosa.

Su voz acompañada por la guitarra o el piano es capaz de acariciar las letras como el terciopelo, de rasgarlas con violencia.  Piano-guitarra / guitarra-piano: esa era la constante del concierto. Se lanzó al foso para sentir más de cerca la proximidad de la gente, cosa que puso patas arriba a la sala. James Blunt no es la imagen del chico de mirada fija, casi minimalista, con olor a Yves Sant Laurent, que aparece en el vídeo de la canción "You're Beautiful". Se ha convertido en fuego. Volvió a aporrear el piano de pie con furia. Casi parecía mala leche.

La crítica que desprenden las canciones de James Blunt se convierten en un gabinete psicológico adornado por las proyecciones de fondo. Comienzan a surgir silueteados de monos trepando árboles invisibles. Sus cabezas portan una corona real: ¿la realeza británica? ¿Una nueva visión del test de Rochard?
Se transforman en figuras caleidoscópicas. Parecen bacterias. La guitarra de Ben Castle se luce en “Wisemen”. El ambiente hecha chispas y con “So Long, Jimmy” corre por el escenario, se sube a los enormes bafles que han escoltado su presencia durante todo el concierto, los hace temblar. Un enorme gong aparece en el escenario y James Blunt descarga su adrenalina golpeándolo en un movimiento sinfónico. Todo quedó inmortalizado en los móviles de la audiencia. Como un caballo desbocado, durante los bises se atrevió a surfear subido sobre el piano. James Blunt ha triunfado en Madrid.
Paseará su nuevo trabajo por los Estados Unidos hasta China, pasando por Indonesia o Sudamérica. Afortunados los que le escuchen en directo.

 

J. G.

La revista Photomusik no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores expuestas en esta sección.
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