La música canadiense tiene la fama de ser una buena cantera para la industria del disco. Nos ha impresionado con figuras innovadoras dentro del rock, indie y pop. Ha parido a éxitos comerciales de la talla de Artic Monkeys o Feist y clásicos como Leonard Cohen, Brian Adams o Neil Young. El abanico musical de Canadá es tan amplio como su extensión: el rock de Vancouver, el rock de Toronto, la música de Montreal. El nuevo trabajo de Sam Roberts, “Love At The End Of The World”, va más allá del rock de estudio para convertirse en un trabajo de rock con raíces que hizo vibrar a la sala El Sol.
Su presentación coincidió con La Noche en Blanco: un evento cultural y gratuito de carácter anual que, de forma alborotada, intenta acercar la cultura, y la música, a la noche madrileña. Sam Roberts derrochó en su noche particular descargas de electricidad y simpatía, buen sonido y feeling. El escenario de la sala vestía el telón rojo de siempre, dejando un hueco cómplice entre público y backstage. En ese hueco sólo se veían unas manos colocando las cuerdas en el mástil de guitarras clase S.R. Vaughan y Gibson. La curiosidad del público se fijó en ellas mientras comentaban las virtudes de “Love At The End Of The World” y la posibilidad de bajárselo del Emule.
Este disco supone una salto del indie-rock ofrecido en “The Inhuman Condition” a ritmos más complejos. El aire resultón de Roberts dio enteros a las canciones, aunque en ningún momento fueran la base de las mismas. Sam Roberts, de cierta similitud física con James Blunt no se pierde en las poses de estrella. Su actitud es empática, improvisa y no para de moverse. Estuvo desenvuelto y de aire inocente. Un atractivo que le viene de la moda y utiliza en el escenario. Sonrisa bien colocada, mirada adolescente, de las que atrae a las chicas pero no molesta a los hombres, más preocupados por los sonidos de la Gibson que el ligue visual de su chica con Roberts. Dave Nugent (guitarra solista), Eric Fares (teclado, guitarra), James Hall (bajo), Josh Trager (batería) y Sam Roberts a la guitarra y voz trabajan los instrumentos a conciencia y se coordinan con maestría. La música resultante fue agradable y vistosa. Pop/rock de un artista maduro y con las ideas claras.
La fiesta estaba encarrilada con una transición de temas que no dejaba tiempo al respiro. Las canciones del nuevo disco fueron el argumento del concierto. El punteo de la Gibson con el que comenzó “Them Kids” consolidó la fuerza musical de "Love At The End Of The World”. El rock penetrante de esta canción consiguió ser premiado en la edición de 2008 de los MuchMusic Video Awards dentro de la categoría Best Post-Production, siendo nominado en Best Director. Se trata de un video que arranca en blanco y negro narrado en el formato del videojuego Sims 2. Dirigido por Dave Pawsey de Spy Films, el formato Sims hace un recordatorio de los bailes de colegio norteamericanos y el standard establishment de esa nación con TheBurbs Family como protagonista. Su rock fue como el del mejor Bruce Springsteen de los comienzos, fresco y veloz. Sonido del oeste. Es un rock sólido de los que se escuchan y no se olvidan.
Los coros vocales del grupo enriquecieron las notas de esta canción, convirtiéndola en una bomba de rock and roll. Su música es como la sala donde estaban tocando, amable y juguetona. Siempre vanguardista. Cuerdas muy marcadas, roqueras. Baterías afiladas, guitarras gordas. Casi noventa minutos de rock intenso. La guitarra de Sam Roberts acabó vomitando fuego en un final seco y brutal.
¡Que aburrida sería la vida sin su música!