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CUERPO DE GUITARRA, COLOR DE BLUES
(Ry Cooder (con Nick Lowe) + Juliette Commagére.
Presentación de "Anthology: The Ufo Has Landed".
Palacio Municipal de Congresos. 01 de julio de 2009)

J. G.
(Madrid, España)

Ry Cooder

La buena música no necesita de aderezos escénicos para resultar efectista. La presencia de Ry Cooder en Madrid lo demostró. Rizando el rizo, el californiano estuvo acompañado por Nick Lowe en la gira que sirve de presentación al nuevo trabajo discográfico de Cooder, "Anthology: The UFO has landed", su primera antología. Antes de que Cooder y Lowe se pegaran en el escenario, Juliette Commagère tomó las riendas del concierto. Toda una sorpresa para quien no la conocieran. Hace un indie-rock, con tintes folk, que ha compartido escenario con Foo Fighters y Kings of Leon.

El ambiente no rezumaba la euforia que levanta el grupo de Dave Grohl, se respiraba una tranquilidad placentera y elitista. La voz de Juliette Commagère se desplegó con una suavidad hipnótica. Su voz fue sorprendentemente cálida. La artista norteamericana es cadencia en el teclado electrónico a modo de nana y elegancia percusiva.

Luces oscuras y canciones intimistas acompañándose al teclado. Un cortejo que se reforzó con la batería de Joachim Cooder, el apellido suena, al mejor aire folk irlandés. Música de leyenda. Las guitarras sueltas de Eamon Ryland respiraron armonía entre aire y cuerda. Su música se desarrolló en un gran salón de ensayo, con decoración mínima. El bajo se proyectó sobre su voz, acompañada de una luminotecnia intimista. Sus sonidos fueron describiendo la Naturaleza con suavidad electrónica gracias al teclado. Juliette Commagère es una joya musical en forma de estrella fugaz difícil de encontrar, exquisita y cósmica.

Las leyendas de décadas pasadas se expandieron por este escenario en maridaje particular. La única alianza fue su música, a caballo entre lo gentleman de Lowe y el hippismo que despertó un Cooder colorido. Un contraste visual que se fusionó en música con savoire-faire. El dueto apareció envuelto en el aura del silencio que pronto se hizo aplauso de masas. Un grupo de privilegiados vieron a las dos joyas alternar sus sonidos en un dialogo regalo de los dioses. Nick Lowe fue un gentleman vistiendo vaqueros y canas guerrilleras que abrió fuego con “Fool who knows”.
Cooder, el aprendiz que sentado sigue a su maestro. Le arrebató el protagonismo con un Blues rasgado y emotivo. A más de uno le hizo arrancar una palabra que en otras ocasiones es sinónimo de malsonancia. Es una de esas frases ambiguas, piropeadoras e insultantes: “..., que bien toca el...”. Una galantería casera para un dios de carne y hueso.

La música que se escuchó fue un recorrido por la América profunda. La que no aparece en las guía turísticas, la de la marginalidad, La América negra, el bar de carretera, la del silencio que es cortado por el cascabel de una Crotalus durissus. “Paris-Texas”, de Wim Wenders (1984), para la cual Ry Cooder creó su banda sonora, sale a la palestra. La curiosidad de Ry es una lengua bífida que se ha bifurcado desde Mali hasta Cuba, donde colaboró como productor en “Buenavista Social Club” de 1997, sin olvidar su preferencia a coger los caminos de tierra en vez de las autopistas. “Feeling Good”, “Tears On My Pillow” o “Little Sister” entronizaron su éxito ante el público madrileño. Cooder fue la Garganta Profunda del Soul en un concierto mágico.
Nunca ha amado el espíritu comercial de la competición en la música; es una de las últimas almas libres que empuñan la guitarra. Su mano izquierda se movió por el mástil con una maestría que escapa a cualquier analítica. La derecha pellizcaba la cuerdas con el erotismo de la caricia inacabada. Una legión de guitaras eran compañeras de viaje: clónicas en la forma, políglotas. El protagonismo de Lowe fue arrebatado por un Ry que, sentado en segundo plano, se fue adueñando de un corazón blusero.

Su actuación fue un paseo con los ojos cerrados por la cuerda floja de la genialidad. Lowe llevó el peso actoral de ambos emocionando en cada tema con la serenidad del crooner inquieto que ha pasado por el Rock, Punk, Soul o New Wave. Una emoción juglaresca que explotó con “(What's So Funny 'Bout) Peace, Love & Understanding”. A pesar de que su british behaviour es inconfundible, Lowe dejó claro que es un gentleman sin bombín ni paraguas, más accesible. Ry y Lowe sacaron sus sonidos a cámara lenta, ordenados; a borbotones, envueltos en cataratas vocales exquisitas. Monologuistas con la guitarra acústica.

El tête à tête mantenido en todo momento por Lowe y Cooder tuvo un final feliz. Sería imperdonable si esta batallita no se la contaras a tus nietos. Su concierto ya ha ingresado en los anales de la historia musical ¡que no ha sido grabado en DVD! Un lujo.

 

 

J. G.

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