Bienvenida sea la intención de mostrar al mundo la cara oculta que guardan sus culturas. LODVG enseña sin grandes montajes la convivencia multicultural al tiempo que las noticias tiñen de rojo sangriento Oriente segundo a segundo.
La música es un vehículo solidario que tiende a la unión entre culturas.
LODVG se ha lanzado a la aventura de experimentar nuevas sensaciones, aparcando la faceta de icono musical. Su bautismo cinematográfico, "Un viaje al Mar Muerto", recorre las ilusiones de unos artistas engullidos por la realidad ácida. LODVG se convierte en paseante anónimo que camina entre sueños e inquietudes, son observadores internacionales de la cultura musical y aprendices de la integración pacífica. Este largo tiene sabor a documento experimental, de trayecto limitado y reflexivo. LODVG comprueba en su película que la ilusión no entiende de patrias ni banderas. Mascan el sabor de los grupos autóctonos que quieren triunfar: sueños nutridos por la fe en su trabajo y su entusiasmo. Descubren el abandono al que el negocio musical les ha desterrado por hallarse en una zona políticamente incorrecta. Apartheid musical de primera mano. Guerrilleros contra la miseria de la política cultural. Piensan en música, aferrándose a ella como alimento complementario al aire que les ha tocado respirar.
Alejados de la expectación que sus apariciones origina entre masas, LODVG se adentran en estas tierras pantanosas con el afán de conocer una realidad convulsa que nadie se explica hoy en día: la oposición entre convivencia política y ciudadana. “Un viaje al Mar Muerto” denota aires de aventura indie.
Aparece la juventud inquieta y atrapada portando una mirada serena, sin rencores, humilde y, en ocasiones, ruborizante; músicas etno-comerciales, raíces culturales. Grupos que luchan por mantener una sonrisa musical entre tensión bélica. Occidente sigue mirándose el ombligo mientras la otra cara del mundo advierte un más allá de su rutina enclaustrada.
Su música suena en un escenario donde la inestabilidad política impide el desarrollo cultural y agudiza el ingenio de los músicos para expresarse. LODVG se envuelve en el recuerdo de sus comienzos.
Se han mezclado con los sonidos nativos, la letra de “Cuéntame” gotea en clave hip hop con acento arábigo-andalusí. El quinteto donostiarra ha jugado al turismo solidario cuya implicación se refleja en el escenario, su hábitat.
LODVG corren la aventura de protagonizar una cinta donde la estética videoclip convive con el ánimo de narración social. Su bautismo cinematográfico nace de la vocación viajera que les exime de cualquier implicación política y social como reflejan sus diálogos.
El Mar Muerto mece el tiempo mientras LODVG sale al encuentro de tres culturas: la española, la judía y la árabe buscando sencillez en un mundo complejo imposible de ilustrar en noventa minutos.
“Un viaje al Mar Muerto” mezcla la ficción y realidad documentales, la opresión y la esperanza. La música sobrevive como válvula de escape redecorando una ratonera.
Chimo Moya, bajo el patrocinio de Casa Sefarad-Israel, ha dirigido este encuentro inter-cultural.
El trabajo está pensado como elemento enriquecedor en la re-edición de su último disco, un apoyo que aporta el valor anecdótico de unas jornadas semi vacacionales.
El broche que sirve para cerrar este proyecto es un acto más caritativo que resolutivo. Mañana seguirá oliendo igual en Palestina e Israel y "Un viaje al Mar Muerto" se escuchará en la radio-fórmula como superventas.
Las aguas del Mar Muerto se acompañan con un oleaje tranquilo, milenario y silencioso; LODVG juega a la fusión cultural en un producto de estética videográfica.
