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LA BANDA SONORA DEL BANDOLERO BUENO
(Recuerdo a la figura de Sancho Gracia en la serie Curro Jiménez
09-agosto-2012)

J. G.
(Madrid, España)

Curro Jiménez

Robin Hood es un arquetipo del forajido que asaltaba a los ricos para dárselo a los pobres. Su personaje ha pasado por distintas trasformaciones físicas, desde la primera adpatación cinematográfica en “Robin Hood and his Marry Men”, el corto dirigido por Percy Stow (1908), hasta la realizada en 2010 por Ridley Scott, con Russell Crowe en el papel de héroe. La filmografía española ha dado personajes cargados de idéntico espíritu justiciero. La década de los 70 alumbró una figura entrañable en las televisiones españolas. Curro Jiménez fue nuestro bandolero por excelencia entre 1976 y 1979; un modelo televisivo vinculado a la Transición política del país. La música que acompañó sus peripecias, creada por los compositores argentinos Waldo de los Ríos y Juan José García Caffi, se convirtió en emblema de un personaje entrañable y popular; rebelde y solitario.
Waldo de los Ríos, seudómimo de Osvaldo Nicolás Ferrara, se estenó en el apartado de bandas sonoras con “Dos chicas locas”, 1966, dirigida por Pedro Lazaga y protagonizada por Pilar y Emilia Bayona; Gacía Caffi lo hizo con “Nazareno Cruz y el lobo de Leonardo Favio”, de 1957. Lo dos músicos crearon un sonido familiar que se introdujo en los hogares españoles. Desde su estreno el 22 de diciembre de 1976, la serie llegó a ser un clásico de dos rombos (a veces bajaban el listón); el cierre explosivo para los que gustaban de trasnochar los domingos ante las 625 líneas. Caballos, música, sentido de la justicia y Sancho Gracia: eso era Curro Jiménez.

La sintonía musical que abría y cerraba cada capítulo fue un himno televisivo. Se convirtió en impronta de un producto con genuino sabor a piel de toro donde la historia se mezclaba con la comedia ficticia en un ambiente de alma popular. El espíritu andaluz siempre ha sido cantarín, y el siglo XIX, época en la que se sitúan las andanzas de Curro Jiménez, poseyó una riqueza musical autóctona muy acendrada. Incluso las tropas de José Bonarte seguían con frenesí el ritmo del zapateado que acompañaba a los cantes taberneros de Andalucía.
La serie llegó a ser un particular far west español; Sancho Gracia fue el Clint Eastwood peninsular. Sabor a música con presencia bandolera, tropas invasoras y gentes oprimidas. El ambiente de serranía se pintaba de color marrón, caluroso y musical. Junto a Curro cabalgaron sus compañeros de capítulos y aventura: El Algarrobo (Álvaro de Luna), El Gitano (Eduardo García) y El Estudiante (José Sancho). Una piña definida por su sentido de la justicia, su trabuco y su caballo; sigilosa y presencial. Los seguidores de cada capítulo no sabíamos qué elemento marcaba el compás en la música: si el trote equino o la dirección orquestal. Se respiraba un elemento bandolero y popular.
Curro Jménez fue nuestro Robin de los bosques; Sancho Gracia, el actor que dio lustre a tan insigne figura: altanera y escurridiza.

La banda sonora de Curro Jiménez nos descubrió lo recóndito y el cielo abierto del paisaje andaluz junto a la sencillez de sus gentes; la opresión a la que fueron sometidas y el altruismo con el que el guerrero popular se enfrentó a las tropas bonapartisas. Se movió ente el romance y la aventura de un personaje atado a su caballo. La aportación musical de Waldo y García Caffi sirvió para ambientar un nombre con denominación de origen. Murió el actor, pervive el personaje y la música que le rodeó.

 

 

J. G.

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