La estela que Tarja Turunen, cantate multidisciplinar, ha dejado con Nightwish va perdiendo protagonismo debido a su carrera en solitario. No significa que aquellos años de exploración sinfónica queden en el olvido sino que ya no suponen el grueso de su evolución. La artista trilingue da un impulso de gigante con “Colours in the Dark”, su cuarto disco de estudio. Estamos ante un trabajo elaborado, con el mimo que Tarja pone en su lírica musical.
Amada en España más allá del fenómeno fan, como corresponde al buen seguidor metálico, sus adictos la adoran en una actitud de respeto jovial como demuestran cada uno de sus conciertos. El 27 de septiembre de 2009 satisfizo con creces al público que abarrotó La Riviera. Cinco años después, la sirena de Finlandia regresa a las plazas españolas con la intensidad de siempre y un calor amigable. A pesar de que no llenó la sala Marco Aldany (ex Heineken), los allí congregados salieron contentos y agradecidos ante la portentosa voz de una diosa del metal sinfónico. Previamente, los húngaros Sorronia animaron el ambiente con su sonido gótico siniestro. Tocaron con dignidad temas de “Words of Silence”, su único disco hasta la fecha.
Quien escuche la música vocal de Tarja por primera vez, cambia su idea sobre el Metal. Conjuga fuerza sonora con épica operística. Su delicada figura forma un atractivo cóctel junto a su voz angelical; a modo de Valkiria estilizada: siniestra y frágil. Gracias a Nightwish entrenó su potencia vocal con la instrumentación metálica. Diferencias entre ella y el grupo la llevaron a lanzarse hacia su carrera en solitario que con el nuevo disco alcanza cotas de fuerte personalidad. Lo demostró en Madrid, entusiasmando a admiradores. “Colours in the Dark” es la rafirmación de su talento vocal y su paso por esta ciudad, supuso el comienzo de otra espera para disfrutar de un potente directo.
No es una metalera al uso, ha conseguido instaurar respeto en un entorno sonoro donde la música se compara con vozarrones ininteligibles e instrumentación ruidosa.
Los temas del reciente disco tienen corazón metálico mezclados con el movimiento electrónico y algún toque de fiesta pop. La voz de Tarja junto al cello orquestado por Max Lilja imprimía un toque clásico de particular combinación con sonidos más duros. El teclado de Christian Kretschmar apadrinó la parte electrónica, arropando sus canciones. Lo esencialmente metálico vino de la mano de Alex Scholpp: un guitarrista incombustible junto al madabarismo con las baquetas que demostró Mike Terrana. Su aspecto, entre cómico y exclusivo, recuerda lo mejor del Punk. Por encima de esta formación sobresale una voz magnífica, de pavorosa versatilidad. La voz de Tarja cantó con el alma y el corazón; se aparta de los clichés estilísticos; le gusta explorar y nadar en la diversidad vocal.
Sin abandonar su punto épico, Tarja navegó por el colorido electrónico para acabar con un toque más cercano a lo oscuro. Así lo reflejaron temas como “Victim Of Ritual”, en los bises; coreado de manera unísona. Un himno dirigido por Terrana con paso de redoble templario y aire andaluz. Música visual. Al cierre se ecuchó a guiño a Nightwish con “I Wish I Had An Angel”.
Tarja Turunen tiene un hogar en España, donde su estilo es apreciado y aclamado.
