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FRESCURA Y POTENCIA
(The Clams + The Niftys.
Se cumple un año de la salida de su último trabajo,
Sweet Bloody Trip. Sala Caracol, 24-enero-2020)

J. G.
(Madrid, España)

The Niftys
   

La cara femenina del soul se llama The Clams. Llegaron para hacer mover el esqueleto con un ritmo que acepta mezclar whisky y cerveza con el sabor tropical. Su música llamó al baile entre la pasión de una vocalista que hace de las contorsiones un elemento identificativo. El repertorio, compuesto por temas del recuerdo, olía a Aretha Franklyn. Respect supo a cabaret y reivindicación. La eufonía de este septeto femenino atrapó con facilidad gracias a cuerdas vocales rebeldes, saxos contundentes, una guitarra batalladora, teclados con timbre roquero y una batería inseparable llena de matices. En la década de 1980, el tecno-pop del grupo Vídeo, contemporáneo a Mecano, cantaba La noche no es para mí. The Clams fueron un entrante con sabor bailón y alma nocturna.

De Albacete no son típicos sólo los miguelitos ni las navajas, sin olvidar el Festival Viña Rock. El rock palpita en Albacete gracias a grupos que se abren camino sin atropellar. El cuarteto The Niftys pisa Madrid después de saludar al Oso y el Madroño desde la sala Trashcan en 2017. No son unos desconocidos, la etapa de grupo revelación ha pasado. Ganaron el Music Crowd Challenge y la primera batalla de bandas que ha organizado el festival Blues Cazorla; han sido finalistas del Shure Call For Legends Europa y seleccionados como una de las revelaciones de 2017, entre otros logros. Cantan en inglés con tanta soltura como se mueven en el escenario. Con esta carta de presentación, la voz de Ana Vallejo, Toño García a la guitarra, el bajista Fer Morales y el batería Ángel Luis Carlos despertaron el comienzo de un fin de semana roquero. Llegaron a la sala Caracol con aires de fiesta, después de editar Sweet Bloody Trip, su segundo disco de estudio. Su directo fue dinamita que explosiona en detonaciones controladas como un terremoto constante e imparable. La voz de Ana copó el escenario con volumen cantando para ser escuchada no para escucharse. Puso ganas, sacó la garra que no aplastó con su zarpazo, buscó la integración con el público convertido en un coro privilegiado ya que no le gusta cantar sola. The Niftys, un hecho más que una promesa, otro puntal del rock español con identidad extremeña, desplegaron un directo arrollador y pesado con guitarras metálicas. El rock and roll sin concesiones salió reforzado; tampoco dejaron el sonido a la improvisación gracias a ritmos medidos. La intensidad de letras guerreras creció en la modestia de su espectáculo.

Las canciones de Sweet Bloody Trip beben de los sonidos garage, rockabilly, blues, stoner o incluso punk. Metidos en harina, con el espíritu caliente, se lanzan hacia terrenos sinfónicos que recuerdan a Led Zeppelin o la electricidad de Jimy Hendrix. La letra en inglés dio paso a un tema en castellano que resuelven con la misma integridad roquera. El recuerdo encontró su espacio al versionar Come Together, The Beatles. El espectáculo no terminó aquí porque después del concierto, mientras se veía desfilar a las chicas de The Clams con la maleta para casa, la celebración continuó en la sala Maravillas, el corazón de Malasaña, hasta que el cuerpo aguantara. The Niftys no es bollería industrial sino un producto fresco, con sustancia y fibra.

 

 

J. G.

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