Pablo Iglesias Turrión es un luchador nato, un militante de izquierdas con madera de líder. Desde sus escarceos universitarios hasta la explosión del movimiento 15M, Iglesias ha estado en la primera linea de combate izquierdista y anticapitalista. Iglesias no es muy amigo de Pablo. De la misma forma que Pedro negó tres veces a Jesús, al menos para los creyentes y valga como dato anecdótico para los no creemos, Pablo (Iglesias) se salta de nuevo el régimen de cuarentena al que está sometido por el COVID-19. Y esto no es una noticia falsa. La afrenta, demuestra: a) pocas luces; b) afán de protagonismo innecesario; c) irresponsabilidad laboral; d) incoherencia política; e) insolidaridad con el resto de los ciudadanos; f) burlas a la población confinada y g) pone en peligro al trabajador sano que, cada día, va a ganarse el cocido. Es la segunda ocasión que Iglesias imita a Pedro, negando su peligrosidad potencial: primero sucedió cuando se le diagnosticó positivo a Irene Montero, su pareja y ministra de Igualdad. No se ha dado cuenta que es población de riesgo peligrosa para el colectivo.
El 12 de marzo, dijo a través de Twitter: ‹‹Por delante me quedan 14 días de cuarentena cuidando a mi familia y trabajando por medios telemáticos››. Setenta y dos horas después, hizo acto de presencia en el Consejo de Ministros. Primera negación de Pablo Iglesias sobre la gravedad de su estado físico. Se defendió de las acusaciones aduciendo que Pedro Sánchez le pidió su personamiento porque la opción telemática ‹‹aún no se había habilitado››. El 19 no falta al Consejo de Ministros extraordinario, convocado por el líder del PSOE, como vicepresidente de Derechos Sociales. La imprudencia repetida delata una falta de cordura mental desmedida. Se ha vuelto a pasar la ley por el sobaco, hambriento de protagonismo político. Esto no es un ejercicio de responsabilidad que va con el sueldo, como tanto le gusta decir, ¿o es que disfruta emulando el compañerismo de los discursos leninistas? ¿Quizás ser secretario general de un partido político le viene grande? ¿Que haría el Pablo Iglesias oficinista, celador, o lo que es, profesor universitario, si viera que un representante político de su país se toma la res pública con tanto cachondeo? P. I., se ha ganado esta simplificación lingüística, no es dirigente de Podemos sino paladín de Puedo (y Quiero). Quizás usted califique estas palabras como demagógicas pero, a veces, dicha adjetivación esconde escozor. Sino, aporte pruebas para desmentirla. La tercera negación daría rango religioso a sus palabras. Por cierto, esto lo escribe un ateo convencido y militante.
P. I. tiene un problema de civismo que debe arreglar pidiendo perdón a españoles, chinos, italianos, alemanes, coreanos, indonesios o gamusinos por tu insubordinación. ¿Tanto le cuesta dar ejemplo? La rebeldía ha sido algo innato en él. Aunque el ingreso en política de altos vuelos haya borrado la palabra kasta de su vocabulario, aunque se apunte al verbo descojonarse, parece que le pone saltarse las normas, hasta que se rompa la testa. No hay que hacer sangre del asunto pero su ego está por encima de toda pandemia. Es el ejemplo de la inconsciencia como ministro e insolidaridad ciudadana. P. I., se has ganado la obligación de personarse en cualquier comparecencia política tenga paperas, diarrea, empacho o dolor de muelas. Sólo necesitará acudir a la sanidad pública para certificar su defunción.
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