No se nota que la película dirigida por Julie Ann Robinson proceda de una saga literaria.
Janet Evanovich saltó a la fama con
Stephanie Plum, su personaje ficcionado de esta franquicia compuesta por dieciocho libros versados en el susodicho protagonista femenino, autodidacta y tontorrón. Resulta difícil encontrar algo destacable en
“La cazarrecomopensas” excepto el pasado cinematográfico de su estrella, convertida para la ocasión en productora ejecutiva. La escasez de emoción inesperada encaja bien en un argumento para marujas americanas que aman las cenas familiares; reina la inexistencia de una historia atractiva y, en última instancia, de diversión palomitera. Su protagonista tiene poco de heroína y mucho de aprendiz.
La desesperación por conseguir dinero fácil y rápido, en ocasiones, te conduce a afrontar la vida con más empuje que inteligencia. ¿Qué tiene de malo comenzar desde la mayor de las ignorancias cuando el trofeo te ayudará a pagar las facturas? Stephanie Plum (Katherine Heigl) da la vuelta a la máxima popular que reza
“por trabajo, mataría” convirtiéndola en
“con tal de capturar al malo, curro en lo que sea”.