Intrascendente en su contenido e interesante en la técnica. La nueva interpretación de Amanda Seinfield es un intento por hacerla resurgir de sus cenizas después de
"Nine Lives"
y la polémica
"Chloe". El tema del psico thriller se presta al juego de la manipulación formal.
“Sin rastro” hace gala a su título: no es una película que deje marca, tampoco desearemos colocarla en nuestra filmoteca particular. El amante del cine
raro puede optar a ella ya que, a pesar de sus deficiencias, no se trata de una cinta vulgar. Lo positivo y lo negativo caminan de la mano en una acción que no decae; mantiene el interés despierto para rematarnos con un final seco y poco imaginativo. Lo mejor, su continuidad detectivesca; lo peor reside en la inmadurez de un producto que no aporta iniciativas canallescas y eso que el entorno se presta desde el comienzo. Gajes del oficio en una lección que Heitor Dhalia (
“Nina”, 2004) no debe olvidar para su próxima cinta.