Los primeros momentos experimentaron una innovación desbordante que no volvió a repetirse. Su andadura arrancó como anuncio arrinconado dentro del
NME y
Melody Maker. Esta confesión, sin lanzarse los trastos a la cabeza, es un paseo entre productores; álbumes; listas de éxitos; las palabras de Jan Omdahl, su biógrafo, o Just Loomis, su fotógrafo desde 1985. Los momentos históricos recuerdan su paso por Paisley Park, el estudio de
Prince, en 1993, para grabar
Memorial Beach; su visita a Abbey Road o la aparición de Alan Tarney en la producción del disco
Scoundrel Days. A-ha, cuya estilización ortográfica lo convirtió en a-ha, marcó un punto de no retorno en la manera de hacer melodías exitosas. Su singularidad bebió de los conciertos londinenses en 1981, el descubrimiento en clubes de
Camden de
Soft Cell,
Echo and The Bunnymen o
The Human League. La animación pinta de originalidad un metraje ameno para dinamizar su contenido. La llegada de
Take on Me fue el disparo hacia la popularidad, asentada con la oscuridad de
Stay on These Roads, tercer disco de estudio. La acústica A-ha se asentó con títulos posteriores como
The Sun Always Shines on TV,
Hunting High and Low,
Crying in the Rain,
I've Been Losing You,
Touchy! o
You Are the One. Entre sus hazañas se encuentran haber tocado dos veces en
Rock in Rio, alcanzando una audiencia cercana a las 200.000 personas en 1991; su presencia en la
edición berlinesa de Live 8, el 2 de julio de 2005, superando la cifra del acontecimiento citado antes. El
festival de Roskilde los tuvo en el cartel de 2012. El alejamiento entre los miembros era más notorio cada vez en sus sesiones. La concepción de este documento audiovisual como álbum familiar muestra la evolución de un nombre importante en el pop de los años 80. El cine se acercó a ellos al participar en la banda sonora del largometraje
The Living Daylights, perteneciente a la saga de
James Bond, con la canción homónima. John Barry fue su productor. Triunfaron en Europa, alcanzaron el techo norteamericano, no necesitaban demostrar nada. Cada uno experimenta por su cuenta montando un proyecto musical individual, dedicándose a su afición secreta. No son conformistas ni quisieron dejarse engullir por las fauces de la celebridad. No optaron por transformarse en emblema de una marca comercial sobre las arenas movedizas del éxito que demanda más rentabilidad.