Los
inventos en el mundo musical no paran
con el fin de, en teoría, hacernos
la vida más cómoda y poner la tecnología al servicio
de nuestro ocio; no cesan de surgir.
El último chiste musical se llama
"Copyplay". A primera
vista parece el nombre de una nuevo
videojuego o el de un software pirata
que sólo puedes adquirir en Internet,
pero no es así. Se trata de una
máquina, construida por ingenieros
valencianos, que te permite grabar tus
vinilos en formato CD. Algo así
como una "tostadora de compactos"
que posibilita el paso de lo analógico
a lo digital con la calidad de un estudio
de grabación ( y todo se realiza
en una especie de máquina formato
cajero automático instalada en
las grandes superficies comerciales)
¡Qué invento! ya puedes
actualizar tus joyas discográficas
para que ocupen menos espacio en tu
discoteca casera.
Pero,
si a mí lo que me gusta es el
ruido de la aguja sobre el surco del
LP, el romanticismo que provoca, la
añoranza que suscitan las viejas
melodías de tiempos mejores,
por qué voy a convertir mi "Aqualung"
original de Jethro Tull o el "At
Budokan" de Dylan en una réplica
tamaño compacto, que sonará
muy bien, pero es más fría.
Un disco no es sólo la música
que lleva dentro, también lo
es la portada a tamaño grande,
las letras de las canciones que se puedan
leer sin tener que usar gafas aunque
no las necesites... Como amante de la
música, y consumidor, me parece
muy bien este invento, pero no soluciona
para nada el problema de la piratería,
por ejemplo. Claro que quizás
sus inventores no hayan tenido en cuenta
este punto a la hora de crearlo. Quien
quiera CDs baratos seguirá comprando
en el top manta y quien tenga una buena
colección de vinilos que le ha
costado reunir media vida no va ahora
a convertir todos sus discos en CD.
Entonces, ¿para qué sirve
el Copyplay?. El uso del Copyplay tiene
un precio, claro. El paso de LP a CD
en esta máquina cuesta 10 euros
la hora de uso, hurgando un poco en
la parte trasera de las estanterías
de cualquier tienda de discos puedes
encontrar discos antiguos en CD a menos
de este precio.
La
mano de la SGAE anda por detrás
del "Copyplay", moviéndose
con sigilo y poder, pero no para fomentar
el acercamiento de la música
a la cultura popular, sino como es costumbre
para recaudar dinero. Copyplay está
obligada a pagar cada tres meses un
canon a la SGAE por los CDs vírgenes
en los que se graba la música
y que utiliza el usuario. Al final,
yo también pago a la SGAE ya
que ese porcentaje que recibe la Sociedad
General entiendo que va repercutido
en el precio de la grabación
(10 euros por hora), aunque también
puedes llevarte el CD virgen de tu casa.
Si es éste tu caso, la cantidad
de 10 euros no varía. Esto me
recuerda al contencioso que la SGAE
mantuvo con la empresa de audio TDK
hace meses sobre el uso de CDs vírgenes.
En
aquel contencioso, después de
descalificaciones, líos jurídicos
y cabreos monumentales, la SGAE consiguió
hacer prevalecer su opinión que
decía que los CDs sólo
se fabrican para almacenar datos de
texto, nunca música. ¿Y
eso quien lo controla: las empresas
fabricantes de esta tecnología,
las discográficas, ordenadores
inteligentes que no te permiten copiar
CDs musicales, la moralidad de las personas
o el precio de la música actual
para el consumidor de a pie?... Es curioso
ver como ante esta situación
de prepotencia por parte de tal entidad
cultural, la Ley de Propiedad Intelectual
autoriza la realización de copias
cuando es para uso privado. ¡¡Viva
la cultura comercial!!. Este nuevo artilugio
ya se está implantando tímidamente
en las grandes superficies, pero en
ningún caso va a sustituiur a
las jukebox que aún existen en
algunos bares de carretera.
Los
amantes de sus LPs, los nostálgicos
o los coleccionistas no creo que vayan
a utilizar esta máquina porque
la tecnología jamás suplantará
el valor de un vinilo en formato original
de hace cincuenta años, ni desde
el punto de vista sentimental ni de
inversión. Menos clones y más
medidas originales para convertir a
la música en una bien público,
y asequible, no en el negocio de unos
pocos (distribuidores, discográficas,
grandes superficies...) y la ruina de
muchos (los consumidores).