Estamos viviendo grandes procesos de
cambio en nuestra sociedad. Nos están
obligando a escuchar una música
que no nos gusta, nos están obligando
a comulgar con ideas que no nos convencen.
Es la música de las bombas, de
los misiles kamikazes que matan porque
así los han programado; la música
del llanto infantil ante el terror a
la destrucción que causan esos
artilugios, la de los genocidas, la
de la falsa libertad. La música
de la hipocresía. Es una canción
que siempre tiene el mismo estribillo:
dolor, dolor, dolor . La música
de la guerra.
Estamos presenciando una guerra de fanáticos
contra fanáticos, no importa
quien esté en medio de esa locura.
A fin de cuentas, los de en medio son
los que menos voz tienen en esta canción
y, ¡qué paradoja!, los
que más fuerte gritan su final.
Música de propaganda, de colonialismo,
de alabanzas, de intereses, de patriotismo,
de xenofobia pura y dura. Lo más
triste de esta canción es que
quien la compuso sabía que iba
a ser escuchada con impotencia por todo
el mundo, gustara o no. A mí
no me gusta esta música de
"conmoción y pavor"
donde sólo canta una voz desafinada
y los demás sufren su amargo
tono festivalero y celestial.
La palabra guerra, sobre todo con los
tiempos que corren, es un disco rayado
que la Humanidad viene escuchando desde
que el hombre es "civilizado".
Ignorando su valor lingüístico,
hemos venido demostrando que sin esa
palabra no somos nada y la necesitamos
para afianzar nuestro egocentrismo.
Me dan pena el cinismo y la hipocresía
de la doble moral americana que, si
en un principio se declaró contraria
a esta guerra en Iraq, ahora apoyan
en un porcentaje bastante alto la acción
ilegal y belicista de su jefe de orquesta:
su presidente. ¿Hasta qué
punto hemos dejado que el patriotismo
suplante al sentido común?...
En los norteamericanos, especie amenazadora,
casi siempre. Los inventores de la Coca-Cola,
el Burger King (también conocido
como BurrinKing), el éxito fácil
y tanta basura de la que es difícil
desprendernos se están quedando
sin grasa en sus neuronas sin más
música que la de los chirridos
de una maquinaria militar que sólo
tiene por fin la aniquilación
de lo "no made in usa".
Si comparan a Michael Jackson con la
reencarnación del Amor, un ídolo
a quien venerar, es porque adoran el
maquillaje, les gusta jugar a las Barbies,
creen en la mentira como fuerza capaz
de mover el mundo, ¿su mundo?.
Están inmersos en una gran bola
de cristal empañada que no les
deja ver más allá de su
realidad, ¿qué significará
para ellos la vida de los demás?...
Son patéticos.
Gracias
a las voces independientes de muchos
cantautores anónimos de todo
el planeta frente a este producto de
marketing (la guerra a fin de cuentas
es marketing), y frente a este éxito
de listas ha surgido otra voz más
clamorosa y más viva que la anterior.
La de miles de personas que con una
sola ilusión en sus gargantas,
un no a la guerra, se han lanzado a
las calles. Las calles de muchísimas
ciudades del mundo entero sintonizaron
por una vez sus antenas de radio con
la misma canción, se trata de
personas que no quieren ser dirigidas
por las imposiciones del tío
americano. El mundo no quiere ver como
se divierte jugando a batallas con armas
inteligentes que no distinguen entre
personas o cemento. La fuerza que está
demostrando la unidad entre la gente
nos está haciendo ver que también
ellos pueden componer una canción
más fuerte: el grito por la no
violencia ante la prepotencia de unos
pocos es mucho más explosivo
y cáustico que el mayor arsenal
militar.
También he escuchado la canción
de sirenas de la policía en las
calles de mi ciudad sonando despavoridas
en las noches de tumultos, la canción
de los antidisturbios lanzando pelotas
de goma, la de las porras que han golpeado
a gente que no tenía culpa de
estar en un sitio equivocado en el momento
más inoportuno.
Esa canción se está escuchando
demasiadas veces y siempre con los mismos
protagonistas: manifestantes pacíficos
que corean ¡basta! y reventadores
de estas expresiones conocidos por la
policía a quienes se les ha ordenado
que no les detengan. Esos son los peores
top manta: los clones del pacifismo
convertidos en violentos. No me gustó
esta música: la de los infiltrados,
ni la de los golpeados sin causa, ni
la de los prepotentes, ni la de los
matones impunes que continúan
sueltos, ni la de los políticos
ejecutores en la sombra. Ronald Reagan
en cierta ocasión se refirió
a la imagen "patriótica"
que Bruce Springsteen parece desplegar
en la canción "Born in
the U.S.A.", algo que no dejó
contento al Boss, pero esta es batalla
de otra guerra. Para muestra un botón:
Me metí en un lío en mi
ciudad natal
Entonces ellos pusieron un rifle en
mi mano
Me mandaron a un país extranjero
Para ir y matar al hombre amarillo
(Born in the USA, Bruce Springsteen
1984)
Aunque con cierto morbo no dejo de preguntarme
si ¿sería ésta
la canción de cuna preferida
de Reagan?...
En estos momentos, mientras vemos y
escuchamos por televisión como
los bombardeos acunan a los escombros
de Basora y Baghdad, se están
produciendo otras músicas de
otras guerras que por desgracia jamás
alcanzarán el grado de sensibilización
que ha logrado esta.