Se percibía un aroma a recuerdo en la sala El Sol, respiradero de La Movida; caverna icónica donde lo más alternativo se codea con el revival clásico. Lo de hoy sabe a recuerdos de juventud, vinilos importados de UK y un poco de Eurovisión (Wembley, año 1977).
Se escuchan anécdotas de Genesis y los Rolling cuando Peter Gabriel y Micke Jagger eran referentes. En España, un madrileño, hijo de asturiano y de alemana, convirtió su música y figura en producto nacional antes de que el término denominación de origen se convirtiera en marca publicitaria. Tres décadas después, un precursor de la música como espectáculo vuelve a modular su voz dentro de la noche madrileña. El hombre de goma, Micky, justificó el por qué de ese apodo.
Los prejuicios le vienen pequeños, riéndose de los demás con su carcajada clown henchida de vitalidad. Corbata al cuello recordando a Carrascal, Micky es un cronista de la música española con carrera a sus espaldas y ganas de seguir dando leña por mucho tiempo.
Las canciones de “La Cuenta Atrás” son igual de directas que un puñetazo dirigido hacia lo más hondo de tu barriga. Febril desde un principio, las baladas se alternan con el rocanroleo. Algunos temas reflejan el comienzo de Micky, como la que da título al nuevo disco o “Ya tengo todo”. Movimientos pelvianos emularon a Elvis con “Memphis Tenesse”. Micky ha bebido rock n roll y todavía está resacoso de su borrachera rítmica. Los corrillos que se formaron en torno al escenario de la sala fueron convirtiéndose en masa con la atención unidireccional hacia el escenario.
El Sol se convirtió en cuadrilátero donde pasado y presente hacían juego limpio en una pelea de desgaste por sonar a cada cual mejor. Recuerdo a Bruno Lomas, el Tom Jones español, uno de los mayores rockandrollers de la música española. El hombre de goma se retorcía incombustible.
“Anoche la vi” fue coreada por la gente con decisión gutural, los años sesenta resucitaron gracias a una orgía de colocón generacional. Padres e hijos se desgañitaban con la música de Micky (hombre gominola) y Los Colosos del Ritmo, encapsulados en una fiesta que recordaba a los bailes de fin de curso. Marco Mora empuja con su batería a Micky sin dejarle descansar. Aire Beach Boys con “Sulfer Soap”, el ritmo se acelera hasta convertirse en cardíaco. Micky no para de menear el esqueleto. Recuerdo e improvisación en un mismo paquete; Micky se reinventa sin perder la filosofía “do it by yourself” que le ha caracterizado. Complejos fuera, arriba la combustión danzarina, burlesca y peleona. Es el Cassius Clay del escenario, showman por naturaleza de genética exhibicionista.
La canción italiana tuvo su recuerdo con “Buona Sera”: imposible olvidar a Adriano Celentano, Paolo Nutini, el Mar Mediterráneo, Nápoles, noches de romance italiano y verbena. El tributo a Italia continuó con Umberto Tozzi y “Gloria”, clásico del hit veraniego treinta años después de su edición.
Tener memoria histórica en la música es no olvidarse de él. El chico de la armónica vuelve despeinado con ganas de plantar cara, su música vital se ríe de los top-uno cuya vida fenece en la caducidad de la radiofórmula.