El indie tecno encontró en First Hate y Lust For Youth los compañeros de viajes ideales para una noche sugestiva. Su música, reclinada en el magnetismo de canciones comerciales, recordó épocas doradas del sonido electrónico. Las dos formaciones inundaron la sala El Sol con toneladas de bits rítmicos en un divertimento fiestero.
Un público amable no dudó en lanzarse a los brazos de unas canciones resultonas, ya instaladas como éxitos en los oídos de la audiencia.
La música de First Hate recordó el synthpop de OMD; una new wave oscura que se mantiene fiel a sus principios. La melodía desplegada fue imponiéndose a golpe ochentero bajo el carisma de Joakim Nørgaard, donde el glamour respiró gomina. Siempre alternativo, siempre underground.
Los asistentes se dejaron caer con precisión de cuentagotas. Una vez más, lo tardones, o poco amantes de los teloneros, se perdieron a un gran dúo electrónico. El sonido onírico de First Hate convirtió a la sala en escenario discotequero. Los daneses, llenos de calor electrónico, cargaron el ambiente de energía tecno-pop. Merece la pena seguirles la pista.
La gente estaba caliente al finalizar “Trojan horse”, esperando su medicina: el ataque de LFY. La salida del plato fuerte provocó gritos de euforia. Inmediatamente fueron sosegados por el sonido sintético de una música que en ocasiones se volvió oscura (“Ultras”). Entre luces apagadas y sonidos electrónicos, Hannes Norrvide se movía por el escenario con una tranquilidad retadora, escultural. Entre trago y trago, lanzó miradas de una chulería silenciosa que convirtió en gran baza de su originalidad. Era el modelo ideal para los fotógrafos. Poco interactivo, impulsó su empatía con canciones cortadas por el mismo patrón electrónico.
El público recibió a LFY con el espíritu conquistado; convencieron y gustaron; compartieron su último trabajo bajo el formato de fiesta discotequera.
La música se introdujo en las personas mientras se dejaban acariciar por su ritmo entre movimientos serpenteantes. El trío sueco hace un sonido tan comercial como bailable aunque a veces caiga en las fauces de lo repetitivo. Supieron funcionar con canciones frescas, de fácil atractivo para las pistas y ambientes desenfadados.