¿Qué hay que hacer para que la gente asista a un concierto? ¿Por qué nos quejamos tanto sobre sus precios y cuando surge la oportunidad, no se aprovecha? El español se queja de vicio. Entre los artistas de barrio y las estrellas de caramelo, me quedo con los primeros. Mientras los grandes nombres invaden el mercado musical, los desconocidos mendigan con su arte, a golpe de furgo, conciertos vacíos. Es indignante que la soledad se convierta en cercanía ofensiva cuando se presenta una oportunidad clara, y barata, de ver a un grupazo como Another You. La procesión se lleva por dentro. Será que, incluso para elegir los conciertos, nos ponemos en manos del gran hermano digital llamado Facebook y eso que llaman los likes. Y cuando nadie pulsa el botoncito que dirige las predilecciones de ocio, nadie mueve un dedo por adentrarse en terreno desconocido. Los alicantinos dieron un Do de pecho sobrado en la sala Republik Club ante un concierto despoblado (literalmente, cuatro personas). Lo siento y me alegro por ellos.
Acogedor, personal, tranquilo, melódico, amable y sobrado de mensaje: así estuvo Unessence. La escucha de temas en castellano permitió exprimir el contenido de unas letras escritas para aplaudir el significado de cada estrofa. Gracias. Este cantautor, que debuta en directo, fue el primero en padecer el abandono del público. Una vez en el escenario, se olvidó de todo para reconcentrarse en su música y encerrarse en su mundo particular e imaginativo. Lástima que sólo fueran cinco las canciones interpretadas, lástima que el hambriento otra, otra fuera un fantasma. ¡Qué suerte haber descubierto a un cantautor con otros proyectos abiertos en el mundo artístico! y no da una batalla por perdida a pesar de que el mar enfurezca su tempestad con sorpresas indigestas.
Hace días que Another You se pasearon por Madrid para avanzar temas de su quinto trabajo, Evidence, Hopes and Rebellions. El formato acústico anterior nada tiene que ver con la banda a pie de escenario. Explosiva. Lo dieron todo; fueron incombustibles, con ganas sobradas y fuerza para tumbar a un regimiento. Sonaron potentes, atronadores, con esa profesionalidad capaz de ignorar las desavenencias que todo concierto implica. Sus canciones traspasaron la vibración metálica entre lo stoner y la locura roquera. El bajo de Jura Sarlin fue un aporte vitamínico regenerador en cada nota. Sonó fuerte, agudo, punzante, peleón. La pureza en las cuerdas alcanzó cotas sobresalientes que reventaban los tímpanos con intensidad imparable. Acabaron sudorosos de rock sin concesiones, tan frescos como al principio.
Haciendo justicia a su música, si los micros de Luis Tormo Larrosa (vocalista, guitarras, Ebow, sintetizadores, pianos y percusión) hubieran estado un poco mejor ajustados, su letras se hubieran degustado con un placer más refinado. Sólo unos pocos disfrutamos de música trepidante que combinó descaro alternativo con brutalidad progresiva, psicodélica. Solitario de público pero inmenso de corazón: este es el mejor resumen de un concierto que conjugó el ritmo tranquilo de la canción de autor con el sonido triturador.
Seguro que cuando hayan conquistado el éxito que se merecen, y el carro de la fama no sea un peso sino un camino de rosas, la gente perderá el culo por bailar al ritmo de esta banda y se romperá las gargantas coreando unas canciones que, de principio a fin, suenan tan demoledoras como brillantes. Cuando el mercado se interese por ellos, muchos que ahora se encojen de hombros al escuchar el nombre Another You no se reirán de su ignorancia casposa. Esos altavoces progres que dicen estar en la cresta de la ola musical, y nunca reman a contracorriente, adorarán su nombre. Gracias por no cambiar y seguir fieles a vuestra música. Aunque todavía seamos pocos los que gocemos de vuestro directo.