PASIÓN POR DIVULGAR EL SENTIMIENTO MUSICAL DE LA SERRANÍA GUADARRAMEÑA
" No es obligatorio que un músico tenga que utilizar su arte con intención política".



Ruiz Bartolomé, Nacho para los amigos, es un ejemplo de que los sueños pueden materializarse con esfuerzo y tenacidad. Montar un negocio musical no está reñido con la diversión, midiendo siempre las distancias entre riesgo e ilusión. Además, el compositor madrileño no se ha searado de su amor hacia la sierra guadarrameña. El disco presentado en sociedad aúna cariño hacia esta tierra y crítica con esa parte de la Historia maquillada por sueños megalómanos. La música regional ha encontrado otro hijo adoptivo.

Photomusik: ¿Qué es memos costoso: poner en marcha discográficas, editoriales o agencias de management (Gran Derby Records y Mont Ventoux) o crear un disco?
Ruiz Bartolomé:
Jajajaja, montar empresas, sin duda. Requiere más papeleo y burocracia, eso seguro. Ambas son ilusionantes, en todo caso. En un disco vuelcas más directamente tu creatividad, mientras que en un sello tienes que tener una visión un poco más profesional y financiera.
Ph.: Has afirmado "Identificar la capital con España ha diluido lo madrileño". ¿Qué quieres decir?
R. B.:
Me refería a que a veces se hace una identificación de la región o la ciudad con el Estado. A veces escucho a políticos hablando en plan "En Madrid ocurre que?". Como si Madrid fuera un todo monolítico. También se confunde la Comunidad con sus dirigentes. Y si algo tiene de positivo este lugar es que se construyó a través de aportaciones de gente de muchos lugares distintos, algo que sigue ocurriendo. Cualquiera es de Madrid y, por tanto, hay mil Madrid distintos. Rechazo cualquier tipo de generalización.
La portada de la edición física del elepé ha sido diseada por Enric Alepuz




La tranquilidad y la reflexión aminan juntas en una música amante del folclore popular serrano.
Un momento de tranquilidad para Nacho Ruiz Bartolomé
Ph.: Todas las regiones españolas tienen orígenes musicales, ¿tú has encontrado la génesis del folk madrileño?
R. B.:
Hay que partir de que Madrid hasta hacer relativamente muy poco era Castilla, por lo que la raíz folclórica es castellana. Tiene sus particularidades, claro, como el inevitable chotis, la zarzuela -que es un género muy madrileño- y también sonoridades propias como la gaita serrana. Yo he tratado de partir de esa semilla para "inventarme" un nuevo folclore que sea actual y añada instrumentos y herramientas que tenemos a nuestra disposición. Porque el folk es algo vivo, no antiguo.

Ph.: El vértigo de la actualidad, ¿nos incita volver a nuestras raíces o es un hecho obligado?
R. B.:
Yo creo que está bien pararse a reflexionar de dónde venimos y dónde estamos. Pensar qué hay a nuestro alrededor, por qué somos de determinada manera. Como dices, vivimos en un momento de tal prisa que ese ejercicio es enormemente complicado, por lo que en mi caso ha sido una decisión premeditada hacerlo. Y he de decir que me ha ayudado a entender muchas cosas de esta zona concreta llamada la Sierra de Guadarrama y por extensión del país. Pues una de las cualidades más llamativas es cómo ha sido lugar en las que las autoridades (Reyes, dictadores, invasores) han tratado de controlar. A la vez, imán de gente particular, cuyo interés era científico, ecologista o de elevación del espíritu a través del contacto con la naturaleza y la montaña.


¿El Escorial contempla a Ruiz Bartolomé o el músico observa al monumento?




El diálogo entre pasado y presente camina hacia el futuro en el disco Cancionero del Guadarrama.
Portada del sencillo 'Cruz de los Caídos'
 
Ph.: ¿Cancionero de Guadarrama ayuda a descubrir la voz propia de una tierra?
R. B.:
A mí me ha ayudado, claro. Siempre partiendo, como decía antes, de que no he intentado hacer un ejercicio de estilo, ni un trabajo tradicionalista, sino aportar esa especie de folclore inventado actual. Pero sí me gustaría que al menos ayudara a abrir las orejas del oyente y que de aquí pueda partir a otros artistas.


Ph.: En el disco, la instrumentación es un factor clave para el desarrollo de este cancionero. ¿Qué otros factores incrementan su riqueza regional?
R. B.:
Las historias en sí. Todas las músicas y letras son originales, pero parten de elementos reales: personas que dejaron su huella, hechos históricos, batallas, leyendas que se cuentan... y también realidad actual, que tampoco se trata de hablar de esta Sierra (de cualquier Sierra) como un paraíso ajeno a la actualidad.


Ph.: Cada instrumento proporciona matices personalizados a las melodías. ¿Cómo los aprovechas?
R. B.:
La idea era que cada canción tuviera su propia sonoridad. Es decir, que hubiera un esqueleto común, pero también que la atmósfera de cada corte, que al fin y al cabo cuenta una de esas historias, fuera diferente. Para eso la instrumentación es clave. En `Jota de la Sierra', por ejemplo, hay unas castañuelas, instrumento que te remite inmediatamente a lo que es una jota. `Seis millones de personas', que es una canción más "enfadada" -por así decirlo- tiene sintetizadores, que son más fríos. Esa era la intención, crear un diálogo entre temática y arreglos para conseguir huir de lo tópico y que tuviera una característica cinematográfica y etnográfica.

Ph.: ¿Dónde sitúas el valor vocal de una composición?
R. B.:
Muy alto. Yo no soy un gran cantante en el sentido clásico de vozarrón y demás, así que trato de compensarlo con emoción.


Ph.: La afición por lo musical te viene de antaño, incluso fuiste suscriptor de New Musical Express. ¿La lectura de sus páginas te ha proporcionado algo de información que haya podido conectar con los timbres desarrollados en Cancionero del Guadarrama?
R. B.:
No específicamente el NME, pero sí la lectura de los miles de libros y revistas de música que me he leído. He sido siempre fan de la música y lo sigo siendo. Creo que toda esa información se cuela de una u otra manera en lo que hago.


Ruiz Bartolomé, en el Club Alpino Español
El amor de Ruiz Bartolomé hacia la Sierra de Guadarrama es incondicional y se ha cultivado durante toda su vida.

Ph.: Te has criado en el barrio de Ciudad Lineal. ¿Cómo imaginabas desde allí la sierra de niño?
R. B.:
Pues desde Ciudad Lineal en los 80 se veía bastante la Sierra, así que era algo cotidiano. Aparte, iba bastante con mis padres y mis abuelos tenían una casa allí. Para los niños, las sierras son algo mágico: la nieve, los ríos, la forma de los picos? Todo te remite a algo distinto, lejano, fuera de la ciudad. Al menos lo era para mí. Aunque ahora que pienso, de adulto me sigue pasando lo mismo.

Ph.: ¿La música folclórica española está cuidada, necesita espacio en las listas de éxitos?
R. B.:
Sí lo está. Hay un montón de proyectos de músicas de raíz. Además, de diferentes géneros y regiones. Además, detecto que las generaciones jóvenes con muchos menos prejuicios con ello, algo que está en el déficit de mi generación.
Ph.: ¿Que debemos hacer para mantenerla viva y potenciarla?
R. B.:
Escucharla, eso lo primero. Después, hablar de ella, quitarnos definitivamente los prejuicios e ideas preconcebidas sobre el folclore propio.

Ph.: Tu disco no es un producto comercial en el sentido del consumo rápido.
R. B.:
Me lo tomo como un halago. Creo que en general nadie quiere que su trabajo sea de consumo rápido. O sí, no sé. Creo que el Cancionero se entiende mejor si se escucha por completo, en el orden original y demás. Pero tampoco me obsesiono con eso: también se pueden oír las canciones sueltas y disfrutarlas. De hecho, para mí era importante que al margen de la carga temática y tal, fuera relativamente fácil de escuchar.


Ph.: ¿Cancionero del Guadarrama responde a un trabajo etnográfico?
R. B.:
Lo que decía antes: sí, hay una parte de ello. Hice un buen trabajo de documentación, leyendo sobre la Sierra en libros y reportajes. Pero es sobre todo un disco. No me gustaría que toda la historia detrás de las canciones opacara la parte melódica. Lo que quiero decir con esto es que espero y creo que es disfrutable aunque no sepas nada de esta zona.

Ph.: Cuando hablamos de sonido madrileño lo identificamos con fenómenos tan dispares como la Movida o el chotis, grupos como Gabinete Caligari o Asfalto. ¿En qué escalafón te sitúas?
R. B.:
Quizá en un punto intermedio de todo eso. Es decir, hay una parte tradicionalista y otra más contemporánea. Hay guitarras eléctricas, cajas de ritmos y mil sintetizadores. También un chotis.


 



(En el disco) "Hay guitarras eléctricas, cajas de ritmos y mil sintetizadores".

Ph.: Este disco, ¿lanza un mensaje para que Madrid se busque a sí mismo?
R. B.:
No creo que lance un mensaje. Pero sí muestra un Madrid (y Segovia, es importante recordar que la Sierra tiene dos vertientes y se habla en la canciones de ambas) distinto y desconocido. Es una de las cosas que más ilusión me está haciendo: cuando gente de aquí o de fuera me dice "no tenía ni idea de esto, me gusta que me enseñen un Madrid que no conocía".


Lo nuevo de Ruiz Bartolomé también se decanta por el vinilo

 



"Yo no soy un gran cantante en el sentido clásico de vozarrón y demás, así que trato de compensarlo con emoción".

Ph.: ¿Sus habitantes se consideran más urbanos que serranos?
R. B.:
Los de la ciudad, urbanitas, seguro. Pero los que viven a piedemonte en ambas vertientes sí creo que se consideran serranos y que hay un elemento de felicidad en ello.
Ph.: La Sierra de Guadarrama tiene corazón de refugio bandolero y escenario bélico. ¿Lo reflejas en este repertorio de canciones populares?
R. B.:
Sí, en canciones como Alto del León o Cruz de los Caídos. Es sin duda una parte de la historia de la Sierra. Por su ubicación y su condición de lugar de paso entre ambas mesetas ha sido una zona codiciada por el poder. Luego efectivamente durante un periodo de tiempo era un sitio peligroso. Precisamente el Guadarrama ha sido pionero en la incorporación de las montañas al turismo y en general como lugar al que se va a disfrutar.
Ph.: ¿La sierra ha sido (y es) un imán para la gente revolucionaria, antisistema?
R. B.:
Revolucionaria y antisistema en la acepción de adelantados a su tiempo o que no se regían por según qué preceptos. De ahí que haya sido visitada por poetas, científicos, protoecologistas, intelectuales, pedagogos, etc. No sé si ellos se describirían a sí mismos así, pero desde luego eran personajes con una concepción de la vida y por extensión de la sierra peculiar y muy avanzada.
Ph.: La Guerra Civil Española es abordada en una de tus composiciones, "Cruz de los Caídos". Al escucharla, ¿la carga política pesará más que la humana?
R. B.:
Intenté que tuviera esa perspectiva humana. Recordar cómo se construyó ese lugar. Lo que significa que siga ahí, hasta hace nada con Franco dentro. El concepto de humillación a los vendidos que significó el Valle de los Caídos. Conviene no olvidarlo, ahora menos que nunca. También señalar que es injusto que la Sierra de Guadarrama cargue con esa cruz, literal y figuradamente.
Ph.: Quizás sea la canción más fantasmagórica de un disco optimista. ¿Es la letanía de una infamia?
R. B.:
Sí, me gusta lo de letanía. Para mí tiene ese aire como de Semana Santa, no sé si sé explicarlo. Es como un blues de mal rollo. Pero es que no se trataba de hablar de la Sierra como ese lugar de naturaleza suspendido en el tiempo. Se tenía que hablar del Valle de los Caídos, pero también lo hago de los intereses urbanísticos, de la presión que ejercemos los visitantes, de las estaciones de esquí, de políticos en Soto del Real... Temas que también son propios de la Sierra.
Ph.: En Alemania, los campos de concentración nazis son un elemento para la reconciliación histórica sin olvidar las tragedias vividas puertas adentro. ¿Por qué en España sigue habiendo hostilidad entre pro y anti Cruz de los Caídos?
R. B.:
Porque en el fondo no se ha superado el franquismo. Hay partidos ahora mismo en el parlamento que condonan (en vez de condenar) lo que ocurrió. Se recurre a lo de las "batallas del abuelo" para referirse a situaciones que no han sido corregidas. Cadáveres que no se han recuperado y crímenes no resueltos. La Cruz de los Caídos es un símbolo de todo ello. Como también lo puede ser la Memoria Histórica. Entiendo el debate de si es mejor conservar los símbolos o no hacerlo. Como dices, en Alemania se han mantenido los campos de concentración como un recuerdo permanente de la barbarie. Pero en cambio se instaló un monumento al holocausto muy cerca de la cancillería de Hitler, ya desaparecida. Desde luego, lo que no puede ser es que un monumento a la gloria de un dictador sanguinario siga ahí como si nada.

 



"En el fondo no se ha superado el franquismo".

Ph.: Este disco, ¿lanza un mensaje para que Madrid se busque a sí mismo?
R. B.:
No creo que lance un mensaje. Pero sí muestra un Madrid (y Segovia, es importante recordar que la Sierra tiene dos vertientes y se habla en la canciones de ambas) distinto y desconocido. Es una de las cosas que más ilusión me está haciendo: cuando gente de aquí o de fuera me dice "no tenía ni idea de esto, me gusta que me enseñen un Madrid que no conocía".


Ph.: ¿Pecamos de ser poco o nada autocríticos? ¿La música puede ayudarnos a acercar posturas?
R. B.:
Yo creo que sí somos autocríticos, pero hay quienes se niegan a condenar lo que sucedió, que es algo indiscutible en términos históricos. La música en todo caso puede servir para llamar la atención. A mí desde luego me gusta que hable sobre cosas. No es obligatorio que un músico tenga que utilizar su arte con intención política, en todo caso.
Ph.: ¿Institución Libre de Enseñanza 1883 es un guiño a Francisco Giner de los Ríos, fundador y director de la ILE y amante de la sierra madrileña?
R. B.:
Sí, es una de las historias que mejor definen lo que es el guadarramismo y de lo que va el disco. El contexto es que a las montañas antes sólo se iba por obligación, digamos. Tenías que trabajar o viajar, pero no era habitual que se fuera porque sí. La Institución Libre de Enseñanza fue la primera en incorporar el contacto directo con la naturaleza como parte del programa educativo. De ahí, las excursiones lideradas por Giner de los Ríos y Manuel Cossío que se convirtieron en míticas y que sirvieron para ayudar a concienciar sobre la necesidad de proteger las sierras, en general.
Ph.: La República recuperó una visión progresista de la música y el franquismo volvió a rescatar las músicas tradicionales como soporte para acercarse al pueblo. ¿Tú que reivindicas?
R. B.:
Sí, eso ocurrió y de hecho creo que fue uno de los motivos por los que durante un tiempo la música folclórica fue considerada como algo rancio. En todo caso, ya desde el franquismo había personas que defendían esa música y tenían una actitud moderna de ella. Estoy pensando en Joaquín Diaz, por ejemplo. También el movimiento del rock andaluz o el flamenco.
Ph.: ¿Tu música es creativa o divulgadora de sonoridades ya creadas?
R. B.:
Yo diría que creativa en cuanto a que es material 100% original. Aunque siempre se parte de algo ya creado, imagino que es inevitable.
Ph.: ¿Qué debe animarnos a escuchar el estilo de las melodías que conforman tu disco?
R. B.:
Que es diferente. Creo que le va a sorprender (y gustar) al que se acerque a él.


Estas palabras destilan un amor serrano incondicinal que intenta involucrarnos a todos en él, cuidar un entorno natural y humano, cargado de riqueza colectiva. La sierra es parte de nuestra piel histórica, cargada de sorpresas que están ahí prestas para ser descubiertas: sólo hay que desperezarse y sorprenderse por sus caminos.

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Texto: Photomusik.com - Fotografías: Mont Ventoux ©
 

 
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