ENTREVISTA A KRISTIN SCOTT THOMAS
Actriz de la película "La llave de Sarah".


Pregunta: ¿Había leído la novela de Tatiana de Rosnay antes de que Gilles Paquet-Brenner le ofreciera un papel en la versión cinematográfica?
Kristin Scott Thomas: No, pero mi hija sí y estaba entusiasmada.

P.: ¿Qué le hizo querer formar parte de esta aventura?
K. S. T.: Conocí a Giles en Nueva York, donde actuaba en una obra de teatro, la noche en que Obama ganó las elecciones presidenciales. Había leído el guión y lo encontré increíblemente interesante, porque aborda de frente el complicado tema de cómo vivir con el pasado y seguir adelante con nuestras vidas, con la memoria llena de dolorosas historias que nos provocan sentimientos de culpabilidad y vergüenza. Son cuestiones que mucha gente ha llevado dentro durante muchos años. También me gustó el hecho de que La llave de Sarah trataba sobre la redada de judíos de 1942 en París, que es algo casi tabú, pero desde un punto de vista diferente, fijándose en la consciencia moderna de una tragedia que la mayoría han olvidado. En aquel momento Francia se dividía entre los héroes y colaboradores por un lado, y la inmensa mayoría que sólo quería salvarse, por el otro. Es bueno y liberador poder tratar estos temas.

P.: ¿Cómo se prepararon usted y el director para la película?

K. S. T.: No nos vimos mucho antes del rodaje, porque yo estaba ocupada con otras películas y no pudimos quedar. Justo antes de empezar, Gilles me enseñó las escenas de 1942 que se acababan de rodar y eso me ayudó mucho. En el rodaje, lo que más me sorprendió fue su actitud frente a los problemas. Cuanto más difíciles se ponían las cosas, más claras y precisas eran sus indicaciones y decisiones. Eso nos daba mucha tranquilidad.

P.: ¿Fue complicado entrar en el personaje de una periodista estadounidense casada con un francés que hace un reportaje sobre la conmemoración de la redada
K. S.-T.:
No mucho, porque mi personaje es muy cercano a mí, socialmente. Tengo muchos amigos periodistas, como Julia. Yo podría ser ella perfectamente, por lo que me fue muy fácil identificarme con su vida. Además, leí la novela de Tatiana de Rosnay antes de rodar y eso me ayudó a concretar aun más el personaje. Pero es importante entender que el personaje del libro no es el mismo que el de la película.

P.: ¿Investigó sobre esta tumultuosa parte de la historia francesa?
K. S. T.:
No, porque decidí enfrentarme a los hechos al mismo tiempo que lo hacia Julia. Obviamente sabía cosas sobre esa época, porque creo que todos debemos conocer qué les sucedió a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, pero jamás había visitado el monumento conmemorativo al holocausto, por ejemplo, y decidí no ir antes del rodaje, para experimentar la situación igual que lo haría Julia. No quería que mis propias preconcepciones se impusieran a las del personaje, sino que preferí construirlo todo desde cero. Quería compartir el viaje de esta mujer que se deja llevar por sus emociones cuando se da cuenta de que los acontecimientos del pasado están afectando su vida personal y las importantes decisiones que debe tomar. Por supuesto la idea de experimentar todo esto durante el rodaje también me atrajo a aceptar el proyecto.


P.: ¿Qué recuerdos tiene de cuando rodaron la escena en el monumento de conmemoración del Holocausto?
K. S. T.:
No me resultó muy extraño porque mi suegra ha participado activamente en acciones para que esta tragedia no se olvide jamás. Formó parte de un comité que luchaba por colocar placas en las escuelas con los nombres de los niños judíos deportados. Cuando las ves, o cuando entras en el museo del holocausto, y te enfrentas cara a cara con todos estos recuerdos, tu percepción de las cosas cambia. Como dice mi personaje en la película, cuando profundizas en el tema, te das cuenta de que es muy fácil imaginarse la importancia de ver como se llevaban a estos niños sin que pudieras protegerlos. Mi reacción al monumento al holocausto fue muy intensa, la misma que habría tenido mi madre.


P.: Su interpretación en aquella escena fue muy reservada y contenida. ¿Se buscó deliberadamente el alejarse del sentimentalismo?
K. S. T.:
Teníamos que evitar esta trampa a toda costa, la del sentimentalismo excesivo. No hay que olvidar que el objetivo de la película es demostrar que la vida sigue y que el ser humano tiene esta capacidad de recuperarse ante la peor de las tragedias. Incluso después de todo lo que sufre, Sarah deja atrás a sus propios hijos. Era importante no centrar toda la atención en emociones inútiles, incluso si a mí, personalmente, me afectara profundamente. Mi personaje debe superar sus emociones. No hay que olvidar que Julia es una reportera de investigación que tiene en cuenta los hechos desde un punto de vista profesional. No empieza a sentirse afectada e indefensa hasta que su investigación la lleva hacia Sarah y su historia. Y luego se da cuenta de que, tras haber perdido toda esperanza, está embarazada, pero su marido le pide que aborte. Todos estos elementos minan su personalidad y hacen que se sienta más vulnerable, pero mi interpretación no podía ser muy exagerada, porque la parte de la película que transcurre en 1942 ya es lo bastante sobrecogedora, y habría sido contraproducente exagerar las emociones en la parte moderna de la historia. De hecho, la comparación de las dos épocas nos demuestra que aunque las personas lograron superar los horrores de la Segunda Guerra Mundial, Julia siente que su mundo se derrumba cuando intenta hacer frente a situaciones mucho más simples.


P.: ¿Hubo alguna escena que le preocupara más que las otras durante el rodaje?
K. S. T.:
Creo que en este caso me lo tomé todo paso a paso, sin preocuparme de las complicaciones futuras. Pero tuvimos mucha suerte, porque rodamos en orden cronológico, y acabamos con la última escena, y eso te ayuda mucho a construir tu personaje.


P.: Usted tiene una conmovedora escena de reencuentro con el personaje de Aidan Quinn ¿que es lo que más le gusta de el como actor?
K. S. T.:
Su sencillez. Como aficionada al cine he sido fan suya desde hace años, y fue una sorpresa ver lo profesional que es y lo poco estrella de Hollywood que es. Fue una maravilla trabajar con el, porque todo fue muy natural.

P.: ¿Le hizo ilusión reencontrarse con Frédéric Pierrot, compañero suyo en Hace tanto que te quiero que interpreta al marido de Julia?
K. S. T.:
También fue una maravilla y de hecho fui yo quien le sugirió para el papel. Frédéric tiene un gran talento y es fascinante ver con qué facilidad se mete en un personaje tan complejo y multifacético: padre de familia, hijo enredado en asuntos turbios del pasado, marido y empresario.

P.: ¿Es difícil salir del personaje cuando acaba un rodaje?
K. S. T.:
No. El rodaje fue complicado porque, como ya he comentado, tuve que interpretar a esta mujer que se lo guarda todo dentro. Julia quiere desentrañar todo el misterio del pasado mientras una nueva vida se gesta en su interior. Es una contradicción muy compleja de interpretar y que requirió una gran concentración.

P.: ¿Cómo se sintió la primera vez que vio la película?
K. S.T.:
¡Me encantó! Durante el rodaje jamás tuve una idea completa de la fuerza de la película. Lo que no se veía en el guión, y lo que Gilles logró a la perfección durante la fase de edición, fue la increíble mezcla entre presente y pasado. Gilles consiguió enlazar de un modo muy bien definido los dos periodos, y por eso al final, como espectadores, estamos tan enganchados a la investigación de Julia como a la fuga de Sarah. Y esto tuvo que ser un reto.


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Texto: Golem ©
 

 
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