ENTREVISTA A JEAN COTTIN
Guionista y productor de la película "En solitario".


Pregunta: ¿Cuál fue el punto de partida de esta aventura?
Jean Cottin: Todo partió de una idea original de Frederic Petitjean, que trataba de un regatista que participaba en la Vendée Globe y descubría al cabo de varios días que tenía un polizón a bordo. Yo me enamoré de este proyecto, cuyos derechos poseía Gaumont y que yo quería producir porque tenía el potencial de una gran película de aventuras, de las que no abundan en el cine francés actual. Más allá de la prueba deportiva, que sirve para apoyar la historia, ésta es una película que narra un recorrido extraordinario, un viaje interior, que sin duda es un gran tema narrativo.

P.: ¿Decidió desde el principio hcer la película en condiciones reales, es decir, rodando en alta mar?
J. C.:
De entrada exploramos a fondo la posibilidad de un rodaje en estudio, con una piscina y un barco de tamaño natural suspendido a cinco metros de altura por medio de cilindros hidráulicos. Pero enseguida nos dimos cuenta de que esto nos alejaría de nuestro objetivo y de la intensidad que queríamos darle. Esta competición no es un reto cualquiera: es una odisea de 80 días con las enormes dificultades que entraña. Para conseguir la autenticidad y la fuerza indispensables, era necesario que nosotros también la viviéramos.

P.: Una vez tomda la decisión, ¿qué dificultades supone el rodaje en alta mar para un productor?
J. C.:
Era necesario, desde el punto de vista técnico, conseguir captar en el mar las imágenes que correspondían a la historia que habíamos escrito Christophe Offenstein y yo. Esto afectaría a la elección del barco, al material técnico que embarcar y sobre todo al punto de vista que adoptar. Christophe y yo optamos por la inmersión completa, decidimos no rodar el océano desde fuera sino estar a bordo del velero, en el lugar del regatista, para que el espectador experimentara la cotidianeidad del personaje, con sus días y sus noches. Queríamos ir más allá de las imágenes que el público conoce de la Vendée Globe.

P.: ¿Cómo se organizó el rodaje?
J. C.: Éramos 18 personas a bordo de un barco hecho para una carrera en solitario: tres marineros reales (un capitán y dos tripulantes) que velaron por el buen funcionamiento de la embarcación, los dos actores, François Cluzet y Samy Seghir, y luego el equipo técnico, con dos cámaras a bordo obligatoriamente, debido a los problemas de empalmes causados por las condiciones meteorológicas. Esta aglomeración, que podría haber sido un escollo, se convirtió en pura energía, como en una carrera real. También vimos, aunque parezcan dos universos aparte, un verdadero paralelismo entre el mundo de las regatas y la producción cinematográfica: la película, como un barco, puede afrontar tormentas. El director es un capitán que cuenta con el apoyo de su equipo, al igual que un regatista tiene su asistencia en tierra. Por último ambos proyectos requieren financiación, la de los distribuidores en un caso, y la de los patrocinadores en el otro. En resumen, gracias a la cercanía con los marineros de Lorient, donde estábamos instalados, nos dimos cuenta de que teníamos muchos aspectos en común.


P.: Usted ha vivido numerosas aventuras como productor. ¿En qué se diferencia ésa?
J. C.: Con el mar, no hay trucos que valgan. Tuvimos que construir una ficción cinematográfica rodeados de unos elementos que no se pueden controlar: la meteorología, el viento, las olas e incluso las limitaciones fisiológicas como el mareo. Esto dio lugar a un rodaje poco convencional, a una aventura del cine de las que rara vez se viven.

P.: ¿Se encuentra satisfecho con el resultado?
J. C.: Hemos conseguido sortear una trampa en la que no queríamos caer: dejarse atrapar por el océano, crear hermosas imágenes del mar y del barco que nos habrían podido distraer de nuestra historia. Para nosotros, la naturaleza no era más que un marco, y era necesario que la narración, el trabajo de los actores y la emoción estuvieran en el corazón de la película. La espectacularidad de las imágenes no debe venir de los efectos especiales, sino del realismo de las escenas. En cuanto a la aventura humana que hemos vivido todos juntos, sin duda es algo inolvidable, que va más allá del cine.



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Texto: A Contracorriente ©

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