ATANDO CABOS
(Impresión final sobre "Nymph()maniac 1 y 2").


La última pirueta de Lars von Trier encierra un salto mortal que tiene truco. Su firma avala un producto nacido para consumirse con voracidad, demandado por público y crítica con más interés que el padre de la criatura. ¿Se divierte el director danés con esta trama maquiavélica? Lo hace como premio al sufrimiento padecido durante el rodaje (porque no es un hombre indolente) en un ánimo de compartir su experiencia. La polémica generada por las dos partes en que se ha dividido "Nymph()maniac" responde al ocultismo con que se ha llevado. Como si de un secreto informático se tratara, ha engendrado un sofware de código cerrado hasta su lanzamiento al mercado. Ingeniería de marketing que vende escobas sin muestrario. En su nueva cinta, un hijo bicéfalo de nombre ilustrativo, prima la extensión ante la calidad. Ni Lars von Trier ni "Nymph()maniac 1 y 2" son amantes de la rigidez formal, caminando por derroteros que se escapan al encasilamiento y abrazan la sorpresa transitoria.

Éste no es un producto agradable, despojándose del preciosismo ("Melancholia") o la originalidad ("Europa") que suele rodearle. Alcanza cotas de interés como animal susceptible de disección para entender sus alaridos de monstruosidad vital. Desde el comienzo, se lucha por la vida; la protagonista crece enfrentándose a su destrucción. La inocencia infantil se transforma en exploración descubriendo la vulnerabilidad del fálico grosor masculino. Joe se deja masacrar por los demás mientras esto le proporcione placer.

Lars von Trier defiende la brutalidad que entraña el placer del sexo ninfómano. La dependencia y agotamiento que crea en la persona. El apetito escondido se mezcla con la excitación orgásmica. Nos cuestiona el límite entre perversidad y perversión. Se muestra anfitrión del sexo doméstico.

La ninfomanía juvenil del primer volumen se hunde en la experiencia desencantada y el dolor por la muerte paterna. En el segundo, la autoafirmación ninfómana finaliza en tragedia. Joe se convierte en hija de la calle y el sexo clandestino.
Se fustiga a lo que unos consideran placer y otros entienden como tabú. Lo nuevo de Lars von Trier es diálogo entre la contención que sabe escuchar (Selignam) y la necesidad de comunicar (Joe) bajo secreto de confesión agradecida.
Es una locura en el metraje (cuatro horas) dividida en dos mundos de estudiada repartición: juventud y madurez. Lars von Trier es un genio loco que se permite esta licencia plagada de ruptura y sentido. Pero, ¡cuidado! porque la locura puede pasar factura ante lo que es una broma de enfant terrible con epidermis más provocativa que reflexiva y menos intrigante que monónota, excepto para el voyeur de mente y cuerpo estéril.

El corazón de "Nymph()maniac 1 y 2" despierta un gran vacío. Es la narración de una vida en primera persona con pelos y señales, basado en un alienante deseo sexual.


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Texto: www.photomusik.com ©

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