Pregunta: ¿Cómo nació la idea de SORRY WE MISSED YOU?
Ken Loach: Después de acabar Yo, Daniel Blake, pensamos que quizá había sido la última película. Pero cuando fuimos a los
bancos de alimentos para documentarnos, descubrimos que muchos de los que iban a por comida tenían trabajo - a tiempo parcial y con contratos que no especificaban un
horario mínimo. Es un nuevo tipo de explotación. La llamada "economía gig", los autónomos o trabajadores para agencias, los marginados del mercado laboral siguieron
ocupando un espacio importante en las conversaciones que manteníamos Paul [Laverty] y yo. Poco a poco surgió la idea de que quizá merecía la pena hacer otra
película. No se trataba de hacer algo complementario a Yo, Daniel Blake, sino algo relacionado.
P.: ¿Pensó siempre que habría dos hilos conductores en la historia?
K. L.: No. Creo que Paul no solo se fue dando cuenta del nivel de explotación al que está sometido el trabajador, sino de las
consecuencias que esto tiene para su familia y cómo afecta a las relaciones personales. La clase trabajadora está atrapada por la necesidad.
P.: ¿Es un problema nuevo o algo que ya existía con un traje nuevo?
K. L.: Es nuevo únicamente porque se usa tecnología
moderna. El conductor usa la tecnología más avanzada que le indica qué camino seguir, permitiendo al cliente saber exactamente dónde está su pedido y a qué hora
llegará. Hay aparatos que indican la hora casi exacta a la que llegará el paquete. El cliente está en su casa siguiendo el progreso de la camioneta por el barrio.
Resultado: una persona en una camioneta se esfuerza en superar todos los impedimentos para llegar a la hora indicada por la máquina. La tecnología es nueva, la
explotación es más vieja que el andar.
P.: ¿Cómo se documentaron para la película?
K. L.: Paul se encargó de documentarse, aunque hablamos los dos con algunas personas. La mayoría de los conductores no estaban muy dispuestos a
hablar por temor a perder su trabajo. Era muy difícil introducirse en los almacenes. Sin embargo, contamos con la ayuda de un hombre muy amable que dirigía un
almacén no lejos de donde rodamos. Nos indicó con exactitud cómo debía ser el decorado del almacén. Todos los conductores en la película trabajan o trabajaban como
mensajeros. Cuando rodamos las escenas, sabían de qué iba. Conocían el proceso, cómo funcionaba y la presión a la que están sometidos para entregar a la hora.
P.: ¿Qué le sorprendió más de este trabajo?
K. L.: Probablemente las largas horas necesarias para conseguir sacar un sueldo semidecente, y la inseguridad del trabajo. Son autónomos; en teoría, es su
empresa. Si pasa algo, toda la responsabilidad es suya. El vehículo puede averiarse, puede ocurrir cualquier cosa, y les sancionarán si no hacen la entrega a tiempo.
Pueden perder mucho dinero muy deprisa. Es parecido a lo que le ocurre a Abby en su trabajo: estará fuera de casa unas doce horas yendo de una casa a otra, pero solo
le abonarán seis o siete horas al precio mínimo.
P.: Preséntenos a los personajes de SORRY WE MISSED YOU.
K. L.: Abby es madre y su matrimonio funciona. Ricky y ella no solo se quieren, también son amigos, confían el uno en el otro y los dos se esfuerzan en ser
buenos padres. El único problema es que no puede cuidar a sus hijos como quisiera. Trabaja mucho, la mayoría de veces acaba dando instrucciones por teléfono. Y,
claro, no todo sale como debería porque los niños son niños y ella no regresa hasta bien entrada la noche. Cuenta con el transporte público, pero a partir de cierta
hora los autobuses pasan con menos frecuencia. Acaba perdiendo mucho tiempo en la parada.
P.: ¿Quién la contrata, quién la presiona?
K. L.: Trabaja para una agencia. El Ayuntamiento subcontrata a una agencia o a una empresa privada de asistencia médica que se encarga de proveer a los
cuidadores. Consigue el contrato quien haya ofrecido el precio más bajo. El Consistorio hace la vista gorda, pero saben que si es barato es porque la empresa explota
a los trabajadores. Los que trabajan para ese tipo de empresas tienen muchas más dificultades en organizarse y formar un sindicato comparado al personal que trabaja
para un Ayuntamiento con un contrato digno.
P.: ¿Quién es Ricky?
K. L.: Ricky es un currante, así es como se describe a sí mismo. Trabajaba en la construcción; probablemente era un experto fontanero o incluso un ebanista.
No le iba nada mal. Habían ahorrado lo suficiente para la compra de una casa, pero coincidió con la quiebra de los bancos y de las grandes constructoras, impidiendo
a personas como Ricky y Abby conseguir una hipoteca. A la vez, la construcción se fue a pique, le despidieron, y desde entonces no ha conseguido un trabajo fijo a
pesar de ser un auténtico manitas. Cuando le conocemos, Ricky ha decidido ser mensajero porque le parece que podrá ganar mucho dinero. La familia vive en una casa
alquilada, no han salido del agujero y hace varios años que les cuesta llegar a fin de mes. Está convencido de que es una gran oportunidad: tendrá que matarse a
trabajar durante dos o tres años, pero ganará bastante para el primer pago de una casa y todo volverá a ser como antes. Lo tiene todo planeado. Es un tipo simpático
de Manchester y seguidor del Manchester United. Está decidido a que este nuevo trabajo salga bien.
Las personas como Ricky saben que no tienen más remedio que explotarse a sí mismas, no hace falta un capataz para recordárselo. No les queda más remedio que dejarse
la piel para ingresar algo decente. Es la situación ideal para el jefe.
P.: ¿Cómo funciona la familia de Abby y de Ricky?
K. L.: Tienen dos hijos. Seb ha cumplido 16 años y ninguno de los dos, ni la madre ni el padre, están en casa para controlarle. El chico está perdiendo los
papeles. Ignoran que posee mucho talento creativo y artístico, pero sí saben que se salta clases y que se mete en líos. Saltan chispas entre padre e hijo. Ricky es
un padre a la vieja usanza: se limita a decirle a Seb cómo debe comportarse y espera que el chico lo haga, cosa que no ocurre. El enfrentamiento parece inevitable
Luego está Liza Jane, la pequeña. Es muy inteligente y calma los ánimos en la familia. Tiene sentido del humor y es pelirroja como su padre. Solo quiere que
todos sean felices. Intenta mantener a la familia unida cuando salen disparados cada uno por su lado.
P.: ¿Cómo fue rodar en Newcastle?
K. L.: ¿Cómo fue rodar en Newcastle?
Rodamos de la forma habitual, cronológicamente. Los actores no sabían cómo acabaría la historia y cada episodio era algo nuevo para ellos. Ensayamos las escenas de
la familia para que hubiera una relación entre ellos. Luego, el rodaje fue muy rápido, cinco semanas y media.
Uno de los mayores retos fue conseguir que el almacén de paquetería fuera realista. Para eso debíamos conocer el proceso con todo detalle, cada uno debía saber cuál
era su cometido, y a partir de ahí lo rodamos casi como un documental. Decidimos quiénes eran los que recibían los paquetes y los clasificaban, quiénes eran los
conductores con sus furgonetas, qué ocurría en cada momento, cómo funcionaba la cadena. Fergus y el equipo de diseño realizaron un trabajo brillante e hicieron
posible que funcionara.
La coreografía de las escenas tampoco fue fácil porque se trataba de un almacén de grandes proporciones en un polígono industrial, pero los chicos fueron geniales.
Se entregaron de lleno. Ojalá se note en los planos que saben de qué va, que se mueven con rapidez bajo la mirada vigilante del director del almacén, que no deja
pasar ni una. Todo debía ser auténtico, nadie debía fingir.
Queríamos que el paisaje urbano de Newcastle estuviera presente en la película, pero sin ofrecer planos turísticos, sin mostrar la ciudad como tal. Creo que se capta
la ciudad, se ven las viejas terrazas, los grandes edificios de pisos y el centro con su arquitectura clásica.
P.: ¿Qué preguntas cree que plantea SORRY WE MISSED YOU?
K. L.: ¿Es este un sistema sostenible? ¿Es sostenible que hagamos la compra gracias a un hombre que trabaja catorce horas diarias? ¿Es mejor eso
que ir a la tienda y hablar con el tendero? ¿De verdad queremos un mundo en el que la gente trabaja con tanta presión, alejándose de sus amigos y sus familias,
encasillando sus vidas cada vez más? No es un fallo de la economía de mercado; al contrario, es un desarrollo lógico del mercado consecuencia de una competencia cada
vez más dura que quiere recortar gastos y subir beneficios. El mercado quiere ganar dinero y las dos cosas no son compatibles. Pagan el precio los trabajadores como
Ricky, Abby y sus familias.
Pero nada de lo que digo tendrá importancia a menos que el público crea a las personas en la pantalla, las quiera, sonría con ellas y comparta sus problemas. Solo
nos pueden conmover sus vidas si comunican autenticidad.